Buenos Aires
Era domingo y Morela aprovechó en ir al shopping más cerca de su casa y sacar una entrada para ver una película en el cine. Poder sentarse en una de las butacas y sentir solamente el silencio de la sala sin la voz irritante de Flower fue como un día de spa.
Le había dicho y hecho cosas horribles el día anterior y no se merecía tales humillaciones, y tampoco se sintió incómoda o culpable cuando le contestó para dejarla en vereda a la mujer, no iba a recular o a achicarse frente a ella porque después de todo tenía razón, tenía pocos modales y se creía mejor que otras personas por tener dinero.
A Morela le encantaban los horarios raros para ir al cine, porque no lo frecuentaba nadie o eran contadas con los dedos las personas que entraban a la hora que ella ingresaba también.
🎄
Casa de Los Jelingold
Por otro lado, dentro de aquella casa, la señora llegó con su marido y fue recibida por sus fieles compañeras, Raquel y Camila, por su hijo y por su nuera a quien recién conocía en persona puesto que desde que había llegado, no la visitó ni una vez en el centro de salud.
A Flower le había desagradado un poco el hecho de saber que la mujer usaba bastón porque no pretendía hacerse cargo de alguien con dificultades motrices, ella no había llegado ahí para ser la sirvienta de su suegra, sino que le sirvieran como la reina sofisticada que creía ser puesto que era millonaria y privilegiada. En algún momento, le diría a solas a Jereth lo que pensaba de todo aquello y le dejaría bien claro los puntos que ella tenía para la relación que estaban manteniendo.
La treintañera se acercó con recelo a Kimberly y se presentó frente a ella.
—Encantada, espero que nos llevemos bien, porque adoro a mi hijo y no me gustaría verlo preocupado por algo —la mujer le dejó un punto bastante claro y esta solo asintió con la cabeza.
La sonrisa que le dedicó no le llegó a los ojos y Kimberly supo que estaba mintiendo.
Cuando Raquel y Camila ayudaron a la señora de la casa para que se sentara en el sillón y la acomodaron para que descansara un poco, Flower le pidió a Jereth hablar con él a solas y se dirigieron al cuarto de este.
—Supongo que sabes el por qué te pedí hablar contigo.
—La verdad es que no —negó con la cabeza.
—Yo no pienso ser la enfermera de una mujer con bastón, no llegué aquí con la intención de hacerme cargo de una suegra con ciertas dificultades.
—¿Acaso te parece bien que hables así de una mujer que recién conoces? Aun si no la conocieras eso no te da derecho a decir esas cosas porque las dificultades pueden surgir en cualquier momento —le habló muy firme—, nadie te pidió que te hicieras cargo de mi madre porque eso le corresponde a su marido y a mí, pero como ya sé de la forma en cómo estarán las cosas entre nosotros a partir de ahora te confieso que me cansé de esta situación absurda y escandalosa en la que me pusiste desde que llegaste. Flower, no voy a retenerte si no quieres seguir aquí, pero no me pidas que vaya contigo, porque no lo haré.
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Nunca es invierno en diciembre ©
Chick-LitMorela tiene que hacerle un gran favor a su jefe, recibir a su hijo en el aeropuerto y ejercer de guía de turismo para él puesto que es la primera vez que se quedará un mes en Buenos Aires. Las cosas se complican cuando el arrogante de Jereth y ella...