Capítulo 5. La vida después de la pesadilla

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5: La vida después de la pesadilla

5: La vida después de la pesadilla

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Kayla

Cuando todo ha pasado, no sabes realmente qué hacer. No sabes cómo continua la vida cuando tienes una gran pérdida y cuando todos a tu alrededor también están afectados por ella. Se siente como una gran pesadilla. Como si hubieras abierto los ojos luego de un sueño horrible y ni siquiera quedaran en tus manos las cenizas del desastre.

Al acostarme esa noche, después de que Aleksi insistiera en que bebiera sangre humana para seguir recuperándome, pensé mucho en cómo ni siquiera tenía las cenizas de mi madre. Todo se había perdido en la mansión, en medio de la sangre de esos imbéciles que me la habían arrebatado.

Me acurruqué contra Alek, agradeciendo su presencia más que nunca. Su olor, su calor, sus brazos alrededor de mí, fueron lo único que evitaron que el dolor me dominara por completo. En el silencio del castillo, era más fácil dejarse dominar por la incertidumbre y las miles de preguntas que uno se hacía cuando perdías a alguien.

Supuse que eso debían pasar todos los humanos, eso de preguntarse qué había detrás de la muerte de un ser querido, sí existiría algo para sus almas. Creciendo en un hogar con puros vampiros, en una mansión inmaculada, llena de privilegios y segura en una caja de oro, nunca tuve que preocuparme por la posibilidad de que uno de mis mayores muriera. Ahora era una realidad, algo con lo que no sabía lidiar.

Estuve toda la noche despierta. Sé que Aleksi también lo estuvo, pero no dijo ni una sola palabra mientras yo guardaba silencio e intentaba conciliar el sueño que jamás llegaría entre la sangre humana recién bebida y las dudas existenciales. Él simplemente se quedó a mi lado, abrazándome y acompañándome de la única manera en la que podía hacerlo, ya que él tampoco había experimentado jamás la muerte de un padre.

Así que, salir de la cama al principio se volvió otro acto sin sentido. Era temprano cuando arrastré los pies por el suelo hasta el baño para darme una ducha mientras me planteaba qué iba a hacer a continuación con mi existencia, cuando parecía que ya no tenía nada por lo que luchar.

Bajo el agua caliente, pensé que debería sentirme agradecida. Los Edevane ya no existían. Ni Bryony, ni mi tía ni yo, ni ninguna otra mujer debería preocuparse por ellos. El mundo a nuestro alrededor estaba en repentina tranquilidad y aunque Ticia insistía con Bricia y Everald, por alguna razón, después de nuestra conversación, yo no me sentía asustada por él. No sentía la urgencia que Ticia quería imponernos. Quizás estaba cansada. Quizás, era porque en mi cabeza no había espacio para más.

Por eso, debería sentirme agradecida. Porque había cumplido con mi pacto con Hunter, habíamos ganado esa guerra, al final. Pero lo único que sentía en ese instante era una carencia enorme de una razón de ser. En esos últimos dos meses, toda mi existencia había estado marcada por la urgencia de ser perseguida y la urgencia de ser liberada.

Hodeskalle [Libro 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora