𝐟𝐨𝐮𝐫 • 𝐢𝐬 𝐧𝐨𝐭 𝐲𝐨𝐮𝐫 𝐟𝐚𝐮𝐥𝐭

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Octubre pasaba volando, la brisa helada cubría el pueblo casi por completo, todos empezaban a prepararse para las fiestas, el día de acción de gracias se acercaba y a su paso la navidad, el pueblo se vestía de rojo cálido ante aquella época del año y todas las familias o al menos la mayoría se encontraban en sus hogares, reunidos ante el calor que estos mismos producían.

Por otro lado los estudiantes se estaban preparando para los exámenes semestrales y como modo de distracción no perdían la oportunidad de compartir con sus amigos ya fuera en casa de alguien o en una gran fiesta organizada por alguno de los chicos populares.

Harley se encontraba en camino a la casa de Grace, montada en su bicicleta intentando apartar todos los pensamientos que la perseguían sin razón alguna.

Hablar con Grace siempre fue la terapia que tanto necesitaba, ambas se escuchaban la una a la otra y comprendían cada mínimo detalle de su vida.

Cuando llegó a la casa de los Miller, tumbó su bicicleta frente al porche y le dio dos golpes a la puerta principal; la madre de Grace, Anabel, fue quien le abrió.

— Buenas tardes señora Miller ¿Cómo se encuentra? — saludó Harley con total cordialidad.

— Grace se encuentra arriba. — se limitó a responder esta con un tono desagradable.

La señora Miller nunca fue una mujer muy amorosa, era la típica madre súper estricta, nadie solía reprocharle nada puesto que ya todos sabían cómo era, sin embargo Harley nunca creyó que pudiera ser tan mierda, incluso con su propia hija.

— ¡Holaa! — exclamó la pelinegra cruzando el umbral de la puerta, adentrándose en la preciosa habitación de su mejor amiga.

Grace era una artista, su cuarto estaba lleno de libretas de dibujo, cuadros y lienzos, algunos sin terminar y otros impecables, como si se trataran de obras dignas de exponer en una galería; las paredes de la habitaciones estaban pintadas con tonalidades pastel y sobre estas se podía observar distintos trazos con pinturas mucho más vistosas.

— Ay por fin llegaste — respondió ella dirigiéndose a Harley para darle un corto abrazo.

— Ey vi a tu madre mucho más antipática de lo normal — dijo la pelinegra algo preocupada — ¿está todo bien?

— Si... solo que ella y papá han estado peleando y bueno pues no hacen más que recriminarme acerca de mis calificaciones, argumentando que todo esto es una pérdida de tiempo.... — contestó Grace con los ojos cristalizados señalando sus obras de arte.

— Grace...— susurró Harley

— ¿Si?

— No es tu culpa — respondió está, acercándose a la castaña.

— Lo se... — comentó la castaña a punto de llorar.

— No enserio, no es tu culpa — repitió la pelinegra mientras acogía en sus brazo a su mejor amiga la cual sollozaba en silencio sobre su pecho — si tus padres no pueden ver lo maravillosa y talentosa que eres incluso cuando no sacas las calificaciones que ellos esperan, entonces no valen la pena.

Harley tenía el don de consolar a las personas, sabía que decir siempre que alguien lo necesitaba.

— Desearía ser tan perfecta como tu — comentó Grace mientras se soltaba del agarre de su mejor amiga y limpiaba sus lágrimas.

— Soy de todo menos perfecta, Grace — respondió ella — créeme, yo también daría todo por serlo.

— Aun así todos te aman...

— Yo ni estaría tan segura.

Cuando las aguas se calmaron, las chicas por fin pudieron disfrutar un rato, se encontraban hablando y chismeando sobre la gente de su escuela, entre risas y bromas.

𝐃𝐀𝐘𝐋𝐈𝐆𝐇𝐓 • 𝐀𝐥𝐞𝐱 𝐖𝐚𝐥𝐭𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora