1. ORIGENES

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En un atardecer agitado en el corazón de Nueva York, las calles bulliciosas de Manhattan estaban sumidas en un caos inesperado. Un grito de alarma rompió la serenidad de la tarde, resonando a través de los oscuros pasillos del centro comercial de Manhattan Mall.

- A todas las unidades - retumbó la voz de un policía a través de la radio, su tono urgente y lleno de tensión - El centro comercial de Manhattan Mall está siendo asaltado por un grupo de terroristas.

La noticia se extendió como fuego en un bosque seco. Un escalofrío recorrió la espina dorsal de quienes escuchaban. Más de treinta rehenes, hombres y mujeres inocentes, atrapados en un terrible juego de vida y muerte. Los ojos de los comerciantes, empleados y visitantes en el centro comercial reflejaron el pánico que se estaba apoderando del lugar.

El líder de los terroristas, un hombre con una mirada despiadada y un aire de autoridad, vociferó con una rabia siniestra:

- ¡Cerrad todo, no quiero que entre ni salga nadie!

Su seguidor, leal a sus órdenes, preguntó preocupado:

- ¿Y la bomba? ¿Dónde la dejamos?

El líder esbozó una sonrisa macabra mientras planeaba sembrar el terror en los corazones de los cautivos.

- Dejadla donde los rehenes la vean. Quiero ver cómo gritan del pánico y ver su miedo reflejado en sus ojos.

Sus palabras eran un eco siniestro en el centro comercial ahora sumido en la oscuridad y el terror. El reloj avanzaba inexorablemente, y la vida de los rehenes pendía de un hilo mientras los terroristas tejían un retorcido drama en el corazón de la Gran Manzana.

Mientras la tensión se apoderaba del interior de Manhattan Mall, afuera, en las calles de Nueva York, un grupo de valientes agentes de la ley se reunía bajo el cielo encapotado. El comandante Gordon, con la gravedad marcada en su rostro, se acercó al detective Jackson, quien estaba sumergido en la recopilación de información vital.

- ¿Tenemos algo, detective Jackson? - preguntó el comandante con un deje de ansiedad en su voz.

Jackson alzó la mirada, compartiendo lo que sabía hasta el momento.

- Lo único que sabemos es que hay cuarenta hombres armados involucrados en esta situación. También poseen un explosivo y, lo que es aún más preocupante, hay numerosos rehenes, muchas de las víctimas son familias con niños - informó Jackson con una expresión sombría.

Gordon asintió, consciente de la gravedad de la situación.

- De acuerdo, pero los terroristas deben de tener algún plan de escape por si la bomba explota, de lo contrario, también perecerán - reflexionó, sopesando las implicaciones de esta crisis sin precedentes.

En ese preciso instante, cuando la incertidumbre se cernía sobre ellos, los policías apostados alrededor del edificio recibieron una llamada anónima. El sonido del teléfono cortó el aire y, por un momento, el destino de los rehenes y el desenlace de esta pesadilla pendieron de un hilo.

- Gordon, tienes una llamada - anunció uno de los oficiales, tendiéndole el teléfono con una expresión tensa.

Gordon aceptó el teléfono con determinación y lo llevó a su oído, anticipando que se avecinaban revelaciones cruciales.

- Sí, ¿quién es? - inquirió Gordon, con la autoridad que le caracterizaba, mientras la voz anónima en el otro extremo del teléfono mantenía su enigmático silencio.

- Usted ya lo sabe... No me reconoce, comisario Gordon - susurró la voz anónima, un tono de burla en sus palabras.

Gordon, con su sagacidad innata, notó el acento ruso que impregnaba las palabras del interlocutor anónimo. Rápidamente, hizo una señal para que rastrearan la llamada, consciente de que se encontraba ante un nuevo rompecabezas en medio de una situación desesperada.

The amazing spider-man: La novelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora