5. EL CAOS ANDANTE

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En el edificio Oscorp, Connors, de pie junto a su mesita, no podía dejar de obsesionarse con la idea de recuperar su brazo perdido. La pérdida era una herida que no cicatrizaba. Con determinación, se dirigió hacia la jaula de Pedro, el ratón de tres patas, para verificar si el suero había tenido algún efecto en él. Asomándose entre las rejillas, Connors quedó atónito al descubrir que Pedro ya no tenía tres patas, sino una de más. Una nueva extremidad se había regenerado.

En un momento de revelación, la idea cruzó la mente de Connors: si el suero había funcionado en Pedro, ¿por qué no podría regenerar su propio brazo? Movido por la esperanza, Connors abandonó su oficina y se encaminó hacia el laboratorio, donde guardaba diez sueros con el ADN de lagarto. Tomó uno de ellos y se lo inyectó en el área donde le faltaba el brazo. El dolor que experimentó fue tan intenso que perdió la consciencia y cayó al suelo, sumido en la incertidumbre de lo que aquella acción podría desencadenar.

Mientras tanto, en la casa de la tía May...

- Peter, ¿estás despierto? - exclamó tía May con voz fuerte. "Vamos, me dijiste que me ayudarías con los papeles del banco".

Nadie respondió. Tía May subió las escaleras de la casa y, al llegar a la puerta de la habitación de Peter, puso su mano en la cerradura para abrirla. Presionó y la puerta se abrió. Allí encontró a Peter dormido en la cama.

- Aún estás así.

Peter abrió los ojos, sobresaltado y sin salir de la cama.

- Lo siento, me dormí.

- No, si eso ya lo veo. Pero, ¿qué te pasó en la cara?

- No, es que me caí.

- ¿Cómo que te caíste? Este morado no es de una caída y lo sabes.

- Oye, ahora no quiero hablar del tema".

May se acercó y se sentó en la cama de Peter.

- Escucha, Peter, no es la primera vez que te veo con la cara llena de morados. Así que por favor dime quién te hace esto - dijo May preocupada.

- May, no puedo decírtelo. Es difícil de explicar.

- Peter, no me vengas con excusas - contestó May con lágrimas en los ojos.

- Necesito que confíes en mí, Peter. No puedo... es complicado. Sé que te preocupas por mí, y te lo agradezco. Desde que el tío Ben murió, has tenido que cargar con cosas que antes no hacías, y eso ha sido difícil para ti. Sé que tienes muchas preocupaciones, pero ahora mismo no quiero que cargues con las mías.

- Peter. - dijo May poniendo su mano en la mejilla de Peter - los secretos tienen un costo. No son gratis. Sé que tú también lo has pasado mal con la muerte de Ben, y no solo yo, sino que tú también has tenido que cargar con responsabilidades. Los dos aún nos estamos adaptando, pero piensa que te quiero muchísimo y me preocupo por ti. No puedo seguir viéndote así. Se me parte el corazón.

- Lo sé, May, pero ahora no es el momento para decirte lo que está pasando.

- ¿Y cuándo será ese momento?

- No lo sé.

May abrazó a Peter fuertemente y lo besó en la frente.

- Eres como un hijo para mí.

- Tú eres mi madre, May.

May se levantó de la cama y se dirigió a la puerta, luego giró la cabeza y miró a Peter con cariño.

- Ahora me levanto yo, mientras te preparas.

- ¿Yo? Pero si yo ya estoy preparado desde hace rato. Aquí el único que se tiene que preparar eres tú.

The amazing spider-man: La novelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora