12. LA ERA DEL LAGARTO

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El móvil de Peter comenzó a vibrar, interrumpiendo el tenso silencio que envolvía las alcantarillas.

-  Gwen - susurró Spider-man para sí mismo, reconociendo el nombre en la pantalla.

-  Peter, ¿dónde estás? Mi padre acaba de entrar en el instituto, viene con más agentes y no hay rastro de ti ni de Connors - dijo Gwen con urgencia.

-  Lo sé, le estoy siguiendo el rastro en las alcantarillas - respondió Peter con determinación.

-  De acuerdo, ¿y qué pasa con el patógeno? - preguntó Gwen, preocupada.

-  ¿Te acuerdas de nuestra conversación sobre hacer una cura que podría contrarrestar los efectos del gen del lagarto? - recordó Peter.

-  Sí, pero necesito una muestra - respondió Gwen rápidamente.

-  Hay unas cuantas en Oscorp, las vi en su oficina cuando investigué el incidente que causó Connors al transformarse por primera vez. Si vas allí, seguramente las encontrarás - sugirió Peter.

-  De acuerdo, cuando las encuentre, haré el suero e intentaré fabricarlo en masa. ¡Ve con cuidado, Peter! - advirtió Gwen con sinceridad.

-  Bien, gracias, Gwen - agradeció Peter, reconociendo la preocupación en la voz de su amiga antes de despedirse.


Gwen colgó la llamada y se dirigió directamente a uno de los compañeros de su padre.

-  Perdona, necesito que me lleves a Oscorp", solicitó Gwen con determinación.

-  Lo siento, señorita, pero me temo que no va a poder ser - respondió el compañero con pesar.

-  Bueno, tranquilo, lo entiendo - aceptó Gwen resignadamente, dando media vuelta. - Entonces no habrá más remedio que decirle a mi padre, el capitán Stacy, que no ha cumplido con su orden.

-  ¡Espere, señorita! - llamó el compañero mientras Gwen se detenía.

-  ¿Sí? - respondió Gwen, volviéndose hacia él.

-  Suba - dijo el compañero finalmente, abriendo la puerta del vehículo.


En lo más profundo de las alcantarillas, donde la oscuridad era la única compañera, Spider-Man descubrió el escondite clandestino del Lagarto. Entre las sombras, divisó un pequeño laboratorio donde el villano llevaba a cabo sus peligrosos experimentos. En el centro de la habitación, una jaula retorcida capturaba su atención. En su interior, yacía una figura familiar que provocó un estremecimiento en su ser. Al acercarse, reconoció a la persona atrapada dentro de la jaula. Era May, la tía a la que tanto quería. Sin dudarlo, Spider-Man se precipitó hacia ella, impulsado por la urgencia y el deseo de salvarla. El corazón latía con fuerza en su pecho mientras se enfrentaba al horror de la situación. May, al ver a Spider-Man acudir en su rescate, lanzó un grito desesperado en busca de auxilio, esperanzada de que su héroe pudiera liberarla del peligro inminente.

-  Spider-Man!

-  Tranquila, señora, ahora la saco de aquí. - dijo mientras analizaba la jaula.


Spider-Man rompió la puerta de la jaula, sacó a May y la sentó en una de las mesas que había.

-  ¿Está usted bien? - preguntó Peter intentando cambiar su voz a un tono más grave para que no se delatara.

-  Sí, creo que sí.

-  ¿Recuerda lo que ha sucedido? - preguntó Peter, para saber el origen del secuestro.

The amazing spider-man: La novelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora