CAPITULO 2.

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CHIARA.

Mis dedos acariciaban suavemente las lisas y blancas teclas del piano intentando, inultamente, crear una melodía. Pero era imposible, mi cabeza tan solo podía recordar aquella suave voz.

Podría componerle todas las canciones del mundo, pensé, y al segundo me di cuenta de la magnitud de esas palabras.

El reloj marcaba la 01:15 de la madrugada. Estaba claro que necesitaba parar por hoy, quizás en la mañana la inspiración volvía a mí. Apagué las luces de mi estudio y me dirigí hacía la habitación, una vez allí dentro me desplomé sobre mi enorme y fría cama.

El silencio inundo el apartamento y yo me encogí aún más en la cama. Mi cabeza empezó a divagar entre recuerdos, personas, sentimientos. Lo ideal para calmar la mente. Solté un suspiro y cerré los ojos.

Después de un par de minutos mis ojos dejaron de contemplar el nítido negro, dando paso a unos ojos atigrados color miel.

-  Joder Chiara que te pasa - De un salto me incorporé en la cama - Tan solo es una desconocida, no puedes obsesionarte.

Y eso es lo que más rabia me daba, ni siquiera sabía su nombre... y yo ya estaba pensando en componerle infinitas melodías. Pero, y como no hacerlo? Aquella voz, aquella chica era pura magia, algo único y lo más importante, despertó algo en mí que llevaba dormido mucho tiempo.

Es una mala idea, me repetía una y otra vez mientras conducía por las oscuras calles de Barcelona. Un destino estaba marcado en mi mente, aquel bar, aquella chica pelirroja.

Aquello fue una malísima idea de la cual me iba a arrepentir, pero claro yo eso aún no lo sabía.


VIOLETA.

Las noches de los domingos se me hacía eternas, y más teniendo clases al día siguiente.

El reloj marcaba las 02:30. Bien, tan solo quedaban un par de horas para cerrar. Los domingos cerraban el bar una o dos horas antes, dependiendo de la clientela. Que casi nunca era mucha ya que al día siguiente la gente solía trabajar. Tan solo se pasaban por aquí un par de cantantes y algunos de los clientes habituales. Eran noches tranquilas sí, pero aburridísimas.

Me encontraba sentada en uno de los taburetes ubicados detrás de la barra, mientras escuchaba cantar a la chica que había sobre el escenario. Lo hacía bien, de hecho, todo el mundo que subía a esa pequeña tarima tenía mucho talento. Supongo que este era el sitio donde acudíamos todos aquellos que soñábamos con ser estrellas. Pero por desgracia nuestra fama acaba cuando cesan los aplausos.

"Hola" escuché que alguien decía, me volteé y allí estaba, otra vez.

-  Uy, hola - Me levante y camine hacía donde se encontraba - No esperaba volver a verte por aquí.

Ella me miró con intriga. No sé porque ese gesto de sorpresa, no todos los días alguien de su clase y talento hace acto de presencia en un local como este, y hacerlo una segunda vez es todo un milagro.

-  Y eso porque - Pregunto después de beber un trago de su coca cola.

-  No todos los días una estrella del panorama musical MUNDIAL - remarque el mundial - viene a tomarse un refresco aquí.

-  Bueno, supongo que las estrellas mundiales también hacemos cosas de mortales, como tomar una coca cola en un sitio que les gusta.

Había metido la pata? Yo creo que sí, su cara lo decía todo. Pero bueno, cómo se actúa cuando se está delante de Chiara Oliver.

Ya entre un poco en pánico cuando le vi el primer día sentada en uno de los reservados, pero contuve muy bien mis ganas de saltar la barra e ir a pedirle un autógrafo.

Mystery of love.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora