Capitulo 10.

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CAPITULO 10.

CHIARA.

Febrero se había quedado atrás. Un mes corto pero intenso, no me había separado de Violeta en ningún momento, ni ella de mí.

Después de un gran debate conmigo misma llegue a la conclusión de que aquella historia, aquel romance de película, que había creado junto a la pelirroja tenía los días contados. El final ya estaba escrito y se llevaría acabó cuando Julia volviera.

Era un amor con fecha límite. Era nadar contra la corriente. El sonido del reloj que marcaba la cuenta atrás retumbaba en mi cabeza, y el sentimiento de desamor ya casi rozaba mis talones, de nuevo.

Así que después de sincerarme a la luna, mi fiel compañera de aquellas noches de soledad y amargura. Llegué a la conclusión de que si aquel amor me iba a ser arrebatado, aprovecharía cada minuto, cada segundo al lado de Violeta. Disfrutaría cada mirada, cada caricia, cada suspiro como si fuera el último.

Era la segunda semana de Marzo, justo la semana anterior a mi cumpleaños. Y en ese momento estábamos en un vuelo dirección a Menorca. Mi tierra, mi casa.

Cada año volvía allí por estas fechas para celebrar, junto a mi familia, la llegada de una nueva edad. Y desde hace un par de años, me llevo conmigo a algunos de mis amigos. Pero este año el grupo había crecido bastante. Martin, Bea y Rus, eran los de siempre. Y a ellos tres se añadieron, Juanjo, Denna, Alex el novio de esta última, y como no mi Violeta. Los ocho habíamos formado un buen grupo durante este último mes. Me pareció buena idea invitarlos a desconectar unos días del ajetreo de la ciudad y de paso celebrar junto a ellos mi cumpleaños.

Miré hacía atrás. A un par de asientos detrás de mí, Violeta dormía plácidamente sobre el hombro de Denna. La rubia acariciaba la cabellera pelirroja de su amiga a la vez que la de su novio, y no pude evitar sonreír al recordar la noche anterior. Violeta y yo nos habíamos pasado prácticamente toda la noche en vela, por petición de la pelirroja. Ya que según ella, durante los días en la isla, no podríamos disfrutar la una de la otra. No al menos de la forma típica, no como solíamos hacerlo. Y tenía razón. Cuando nos juntábamos con demás personas nos manteníamos discretas, como dos amigas que se quieren y se apoyan mutuamente. Pero en la intimidad... ahí la cosa era diferente.

Ruslana golpeó mi hombro llamando mi atención. Mi otra pelirroja, que estaba sentada junto a mí, había puesto un capítulo de una serie random de Netflix, pero la verdad poco me estaba interesando. Había accedido por ella, pero yo hubiera preferido escaparme junto a Violeta a los baños del avión para robarnos unos besos, o sentarme junto a ella para simplemente admirarla. Porque sí, eso hacía. Admirarla igual que admiras tu cuadro favorito.

- No te estas enterando de nada y luego me preguntaras – Dijo Rus mientras volvía a darle al play.

- Que si me estoy enterando Rus – Me coloqué derecha en el asiento – A parte, sabes que ya me he visto The Office.

- Pues haber elegido tu – Soltó molesta.

Solté un suspiro y le miré de reojo, ella estaba concentrada en la pantalla del ordenador. Tenía el ceño fruncido y los brazos cruzados. Estaba molesta, pero aquello no era novedad. No era un secreto que la relación entre Ruslana y yo se había enfriado, casi petrificado en el momento en el que decidí pasar mis días junto a Violeta. De cierta forma entendía su molestia, antes éramos inseparables. Nos pasábamos los días en el estudio grabando, componiendo. Viajábamos por carretera a diferentes ciudades, países. Dormíamos por el día porque por la noche nos la pasábamos riendo mientras vagábamos por las calles solitarias de la capital catalana. Y ahora todas esas cosas se habían transformado en recuerdos. Ya que, ahora todas esas cosas, las hacía con Violeta.

Mystery of love.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora