CAPITULO 3

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CHIARA.

Martín me miraba desde el sofá de mi estudio. Se acariciaba su bigotito, y sabía que cuando hacía ese gesto es porque algo tramaba.

Llego hace un par de horas a mí casa, sin avisar como siempre, y encima estuvo un buen rato soltándome preguntas que no sabía a qué venían a cuento:  que has hecho esta semana, has salido, has compuesto algo, y una larga lista de curioseos sin sentido, al menos para mí. Pero después de verle pensar durante tanto rato empecé a dudar en que aquella oleada de preguntas y ese interés sobre mi semana no era solo por curiosidad o preocupación, aunque el destacara el hecho de que solo se preocupaba por mí.

Dejé de teclear en el ordenador y mirándole por encima de la pantalla, centré mi mirada en él. Supongo que noto que le observaba porque dejo de "pensar" para concentrarse en mí.

- ¿Porque esa mirada tan fría de repente?

- No lo sé, dímelo tú, que eres el que llevaba una hora tramando algo en silencio.

Note como se puso tenso, pillado.

- Que te parece una fiesta esta noche – Dijo serio.

- A que viene eso ahora – Le solté – Pensaba que ya habías superado la adicción a las fiestas, pero por lo que veo sigues solo pensando en ellas.

Martín y yo habíamos tenido nuestra época de adolescentes desfasados que salían cada noche de fiesta, sin importar las clases, el clima, nos daba todo igual. Éramos jóvenes y alocados. Yo, al entrar en la discográfica deje un poco de lado esa "mala vida". Pero Martín no, y hasta hace bien poco seguía trasnochando y deambulando por clubs nada buenos. Me costó mucho hacerle ver que no era un buen camino por el que seguir. No me hacía gracia la idea de tener que ver titulares como "Otro actor que muere por intoxicación" y abajo su foto. Eso me producía escalofríos.

- No como una de esas Kiki – Se levanto del sofá y camino hasta apoyarse en la mesa de mezclas que estaba a escasos centímetros de mí – Ya sabes que esa vida la deje atrás cuando tú me lo pediste. No voy a hacerte sufrir más por eso.

Martín me acarició tímidamente la mano, yo le acepte el gesto. No estaba enfadada con él, aunque un poco tono de reproche sí que me salió. Tan solo era que me daba miedo perderlo. Era mi única familia aquí en Barcelona, mi mejor amigo, la persona que más me comprendía en el mundo... Si lo perdía a él me perdía también a mí misma.

- Tan solo será una fiesta pequeñita – Comenzó a decir en voz bajita – Unos amigos, algunos conocidos... musiquita, bailoteos.

Rodé los ojos, siempre usaba ese tonito de voz para embaucarme, y la verdad es que le funcionaba bastante bien. Le miré y me estaba sonriendo. Qué remedio, le dije y empezó a dar pequeños saltitos de alegría.

La verdad es que Martín sabía cómo hacer una buena fiesta, la practica supongo.

Yo no era muy de organizar nada, quizás alguna vez alguno de mis cumpleaños, pero me daba mucha pereza eso de tener que avisar a la gente y organizar bebidas, comida y demás. Deambule entre la gente que Martín había reunido en su bohemio ático del centro. No había mucha gente, la suficiente para una "fiestecita", eso estaba bien.

Estaba sentada en uno de los sofás conversando, sobre música y demás, con una de las amigas de Martín. El timbre sonó y vi como Martín "corría" hacia la puerta de entrada para recibir a la nueva invitada. No me lo podía creer. Aparté mi vista corriendo de aquella escena y volví a prestar atención a lo que me explicaba aquella pobre chica, pero era imposible para mi cabeza comprender la que me decía la castaña. La imagen de Violeta saludando a Martín con un abrazo estaba grabada en mi mente.

Mystery of love.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora