Capítulo 11: "Me declaro culpable"

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Caroline

A los diez días de la llegada de mi papá al hospital, Jack es nuevamente citado a la comisaría para informarle que ha sido totalmente desvinculado del caso de la red de prostitución sexual. Me lo topo en la salida y ni siquiera se percata de que yo estoy ahí ―o quizás sí ―, no me traspasó esa mirada arrogante y terca que llevaba siempre, no se rió de mí, no me habló; sólo me ignoró. 

 Caminé hasta donde Gabriel que me esperaba con un café en la mano y una sonrisa rutinaria. 

―¿Todo bien? ―preguntó.

 ―Claro. ¿Por qué lo han desvinculado? Cristina me ha llamado esta mañana para explicármelo. 

 Él tomó un sorbo de su café fuerte y sin azúcar mientras encogía sus hombros delgados―Han ido hasta la casa a la que fuimos, nadie lo conocía.

Resoplé cabreada 

―¿Quién dio la orden?

―Da igual, Caroline. ¿Por qué tanta ansia por culparlo de algo que no ha hecho? 

―No se trata de eso. ―respondí seca. 

―¿Entonces de qué? Desde que llegaste acá no has hecho más que pensar en él tras unas rejas. ―Gabriel se acercó a mí y puso su mano en mi hombro apretándolo un poco― ten cuidado donde metes esas manos, Caroline. 

Entorné mis ojos y le quité la taza de café para darle un sorbo. ―Creo que me tomaré unos días. Papá saldrá mañana del hospital y por algunos días tendrá que ir a terapia. ¿Le molestará a Cristina? 

―¡Claro que no! ve y cuídalo. Pero por ahora enfocate. Hay mucho trabajo ―dijo y me pasó diez carpetas llenas de papeles. ―Suerte. 

 Yo reí cuando el se fue y fui a mi oficina. Ahí comencé a ver algunas cosas que estaban en los archivos, cosas simples y casi sin importancia.

A las seis de la tarde decidí ir a casa; había tenido una semana agotadora y necesitaba estar respuesta para recibir mañana a papá. Pero debería hacer algo primero. 

Toqué tres veces la puerta del departamento que estaba al frente mío, los nervios me carcomían y ya me estaba arrepintiendo por estar ahí. Cuando abrió no hizo ni una expresión que me mostrara qué era lo que estaba pensado al verme ahí, frente a él. 

 ―Hola...―dije.

―Hola, ¿Qué se le ofrece? 

―Unas disculpas. 

 Él rió irónico y se acomodó en el marco de la puerta. ―Se me había olvidado por qué me gustaba tenerte cerca. 

 ―¿Ah sí? ¿por qué? ―pregunté desafiante.

―Porque eres patéticamente ridícula.

 Ignoré eso. Él estaba dispuesto a cerrar la puerta pero entré empujándolo antes de que lo hiciera.

―Jack necesito que me escuches. ―rogué irritada. 

―No me interesa. 

―Claro que lo hará. He decidido retirar todas las acusaciones contra ti ―solté finalmente. 

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