Tiré de mi coleta por última vez y contemplé mi nuevo uniforme azul. Se sentía raro porque sólo ayer había dejado de usar el del instituto y de un día al otro vestir uniformada con el de una institución pública se sentía bastante extraño en realidad.
Tomé mi bolso negro y eché lo necesario para mis necesidades del día. Bajé las escaleras y fui a la habitación de mi padre. Se veía cansado y ojeroso. Me acerqué hacia él sentándome en la cama donde estaba.― Ya me tengo que ir, se me hace tarde. ¿Estarás bien?-Tomé su mano, estaba helada a si es que la acaricié para entibiarla.
―Estaré bien, Caroline. ―Sostuvo mi mano más fuerte y yo le di una sonrisa tranquilizadora, sabía que no se sentía bien.
―Me llamas cualquier cosa ¿vale? ―Él rió como si estuviese diciendo algo estúpido ― Papá, lo digo en serio, no quiero que ocurra de nuevo...
―Caroline, llegarás tarde a tu primer día de trabajo ¿no querrás dejar mal parado a tu padre no es así?
Lo fulminé con la mirada, siempre evitaba el tema, pero yo no...no podía. ―No ―Dije derrotada. Le besé la mejilla y me paré sin soltar su mano aún. ― Te quiero.
―Y yo a ti, cariño. ―Soltó mi mano y me sonrió para que me fuera relajada, pero él sabía que no sería así.
Salí de la habitación y tomé el paraguas. Estaba lloviendo afuera y no quería llegar empapada el primer día de trabajo y menos dar una mala impresión. Caminé por las calles de la nublada ciudad y las nubes me crujían tratándome decir que volviera a casa y me acostara a tomar un rico café caliente mientras leía el libro que tenía pendiente.
Sonaba tan tentador...
Alcé la vista y había dejado de llover. Cerré mi paraguas sacudiéndolo suavemente para que cayeran las gotas de aguas que quedaron en él.
Una mano me saludó a lo lejos, no logré ver quién era, pero a medida que se acercaba pude divisar su cara. Christiana se acercó más mientras yo cruzaba la calle para saludarla.
― ¡Caroline, cariño! ―Cuando llegué hasta ella me abrazó tan fuerte que me faltó el aire por algunos segundos. Bueno, no tan así, pero se entiende lo que trato de decir ¿no? ― ¿Cómo está tu padre? Es muy placentero tenerte aquí. Él debe estar orgulloso.
―Sí... ―Eso había sonado más a una pregunta que a una respuesta en verdad.
Ya me estaba cuestionando qué estaba haciendo aquí. Cuando mi papá rogando me pidió si podía tomar su lugar en la PDI casi me da un infarto. Vi todos mis sueños arruinarse y alejándose bruscamente. Pero, entendí que podría ser la última cosa que haría por él y no quería desperdiciarla.
Cuando hace tres meses le diagnosticaron cáncer al páncreas y el doctor le dijo que no podría seguir trabajando. Le dio sólo un mes para que dejara todo listo en lo que es trabajo. A mi papá no se le ocurrió nada mejor que hablar con el comisario y proponerle que yo trabajara ahí. Pero había un inconveniente, yo no sabía nada de cómo ser un detective, lo cual me preocupaba porque todos por lo que escuché tienen grandes expectativas en mí.
Cuando entramos en la comisaria, me sentí como en casa, o algo así. Desde que había muerto mi mamá ―yo tenía diez años ―, siempre venía después de la escuela/instituto a comer y a estar con mi papá -o también por el simple hecho de que no tenía donde más ir― Los conocía a todos, exceptuando a uno que otro que cuando pasaban con carpetillas azules me miraban raro.
¿Se notarán mis dulces 18 años de edad?
― ¿Y quién es esta? ― Habló la rubia que estaba en el módulo de "recepción" ¿Pensó que no la había escuchado, o la intensión era que sí lo hiciera?
Christina me sonrió como pidiéndome disculpas, yo sólo me limité a devolverle la sonrisa y me miré los dedos. Ya me quiero ir.
―Bueno, chicos. Caroline es la hija del detective Johnson así es que por favor espero que la traten con el mismo respeto que le tenían a él. ―Les informó Christina a todo el equipo cuando todos se acercaron.
― ¿Por cuánto se quedará? ―Saltó uno por ahí.
― ¿Importa eso? ―Preguntó Christina y luego me miró a mí. Yo le di una sonrisa y me tocó el hombro. ―Vamos a conocer tu despacho.
Obviamente yo ya lo conocía, era el de mi papá.
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Criminal
RomanceCaroline tiene 18 años recién cumplidos, acaba de salir del instituto y tiene toda una vida por delante. Pero todo esto se ve interrumpido por quizás la última petición importante que le puede pedir su padre, entrar a la PDI (policia de investigacio...