Capitulo 4: Atrapado.

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Jack

Salí de esa jodida comisaria mientras me ponía la chaqueta negra y miraba hacia atrás para ver si la "ruda" detective me seguía, pero no fue así. Sonreí al acordarme de ella tratando de amenazarme. Sus movimientos y expresiones eran duros, pero sus ojos difundían temor.

Me subí a la moto que había estacionado afuera y la encendí lo más rápido posible. Me tenía que juntar con Max en diez minutos y yo seguía aquí. El motor rugió como un felino y la hice arrancar por las calles de la húmeda cuidad. Llegué a Joe's Pub, donde nos juntábamos a pasar el rato con Max y los otros.

― ¡Hey, man! Llegas temprano, son apenas las doce. ―Me gritó del otro extremo Pablo, quien estaba limpiando las mesas y que tenía unos pocos quilos demás. Antes era un todo músculo, pero dejó la Marina y pasó lo que estoy viendo.

― Estaba haciendo unas...diligencias―Le respondí y me senté en el taburete de madera frente al bar― Hola, cariño― Saludé a la rubia que con un paño de color blanco sacudía los vasos.

―Hola, Jack. Ya te echaba de menos― Dijo mientras me daba una acalorada mirada.

Sí, bueno, nos habíamos visto ayer, pero produzco ese efecto en la gente. Yo sólo le guiñe y le pedí un Whisky con hielo.

―Así es que... ¿quién murió hoy? ― Habló de nuevo Pablo quien ahora se secaba la traspiración de la nariz.

Yo me volteé y solté una carcajada ronca ― Nadie, hombre.

―Pensaba que eras un rudito, Jack. Que decepción ―Movió su cabeza fingiendo lamentarse.

― ¿tengo aparaciencia de "rudito", Cami? ― Le pregunté a la rubia mientras abría mi chaqueta y mostraba mi cuerpo. Ella sólo mordió su labio inferior y rió.

―Pobre Cami, le das esperanzas hablándole así.

―Pues yo creo que no tiene nada de pobre porque anoche no se quejó de nada. ¿No es así, Cami?

―Así es, Jack. Ya sabes que estoy para lo que necesites. ―Le dio cierto énfasis sexual a ese "necesites". Y yo le acaricié la pera con suavidad. Me gustaba Cami, no espera rosas ni corazones. Se iba a media noche y ni si quiera tenía que ir a dejarla.

En ese momento la puerta se abrió y entro Max vestido como siempre ―pantalón de jean y un polerón negro.― Saludó a Pablo y se sentó a mi lado.

―Hola Cami―Esta la saludó sin interés y me entregó el Whisky. ― Hombre, que mañana tan amarga.

―Dímelo a mí.

― ¿Cómo te fue con eso?

―Bien ¿qué me iban a hacer? No hay pruebas contra a mí. Me he metido en un buen lío, Max.

―Lo sé, viejo. Hoy hablé con Dylan, dice que tenemos que irnos de la ciudad. ― Bajó el volumen de su voz y se aceró más hacia mí.

― ¡Maricas! ―gritó Pablo.

―Viene Ramírez. ―Dijo Max todavía cerca.

― ¿Y qué mierda quiere ese?

― Ya sabes lo que quiere.

―No tengo dinero.― le di un sorbo a mi Whisky y sentí el ardor bajando por mi garganta. Cerré los ojos pensando en lo que podría hacer. No me podía ir de la cuidad. ―No me puedo ir, Max. Nos mudaremos si quieres, pero sabes el por qué no me puedo ir.

Max vivía conmigo desde hace dos años, me ayudaba a cuidar a mi hermano pequeño cuando yo no estaba y a cambio le daba hospitalidad.

―Veré apartamentos entonces. ―Miró a Cami y ella se acercó― Tequila, por favor.

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