24 de enero de 1940
En la cuidad de Venecia, Italia se encontraba una casa con detalles rústicos, un jardín amplio en donde se podían apreciar cualquier tip de flores, un pequeño columpio que se encontraba cerca de la entrada, en aquel hogar acogedor y lleno de amor, vivía una familia de apellido Kim, el señor Arthur Kim y la señora Helen Kim, quienes habían traído a la vida a su pequeña y única hija de nombre Jennie, para ambos padres su hija era lo más preciado que tenían en el mundo, solo querían la felicidad de ella y su bienestar.
JENNIE
-¡Cariño ven a desayunar!
Escuche la voz de mi madre llamándome desde la primera planta, tenía que llegar pronto para evitar ser regañada.
-¡Está bien mamá! -mi voz salió casi del mismo tono.
Acomode mi uniforme, me coloque la mochila y la recargue sobre mis hombros. Me mire al espejo por última vez y deje escapar una sonrisa.
Nuevamente hoy podría tener la dicha de ver de nuevo a Lili, que desde que lo conocí no he dejado de pensar en ella.
Aquel sedoso cabello rubio que poseía, aquellas pupilas de un color azul, que con tan solo verlos me hace imaginar el hermoso océano y aquellos hoyuelos quienes hacían presencia cuando deja salir una sonrisa.
Todos mis pensamientos fueron interrumpidos cuando escuché la voz de mi madre nuevamente, fue el momento en donde volví a la realidad.
-¡Cielo, tú padre no tarda en llegar!
-¡Voy mamá! -conteste al unisonó.
Tome la mochila y la coloque encima de mis hombros, acomode mi cabello y con entusiasmo cerré la puerta de mi habitación, para después caminar rumbo a las escaleras.
Al llegar a la primera planta y pisar piso firme, mi mirada se posó en cada rincón de la casa, en busca de mamá que esperaba verla en la sala.
-Estoy en la cocina cariño -escuche la voz de mi madre, quien segundos después salía con una sonrisa plasmada en su rostro, al verme frente a ella.
Sentí la sensación de unos brazos que me rodeaban en un abrazo cálido, dejé escapar una sonrisa.
Mi madre y padre eran muy expresivos conmigo, me brindaban un abrazo y me decían cuanto me querían, era una rutina que desde que tenía memoria lo hacían y eso me llenaba de felicidad.
-Te miras tan linda con tu uniforme mi cielo, estoy segura que será un buen inicio para ti -sonreí al notar el entusiasmo en su hablar, mi madre siempre era quien me daba ánimos para seguir, junto a mi padre.
-Yo igual -respondí al ver el entusiasmo en los ojos de mi madre.
-Vamos a desayunar antes de que tú padre llegue, no queremos hacer esperar al señor gruñón -deje escapar una carcajada al escuchar el apodo que uso para nombrar a mi padre.
Una de las personas que clasificaría en la categoría de las personas más impacientes y molesta, sin duda alguna seria mi padre.
-Está bien -entre risas mi madre y yo nos dirigimos al comedor, en donde se encontraban dos platillos con el desayuno ya servido.
A mis fosas nasales llego el olor a panqueques de ricotta recién elaborados, acompañado de una taza de café con leche caliente.
-¿Sabías que es mi desayuno preferido mamá? -narre al tomar asiento en una de las sillas que se encontraba en el comedor.
-Es muy obvio cielo -sonreí al saber que mi madre observa hasta los pequeños detalles, de cuales son mis gustos e importancias.
-Gracias mamá -respondí antes de empezar a ingerir por bocados los panqueques.
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𝙻𝚞𝚗𝚊 𝚕𝚕𝚎𝚗𝚊
Teen FictionJennie, una chica pelinegra de ojos azules de recursos medios, se ve impuesta a un amor, ante la persona que estuvo desde su adolescencia, un amor que crecerá apesar de estar separadas, si, aquel amor que buscaba en Lisa. Debido a el negocio de su p...