Capitulo 4

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1 de febrero de 1940

Los días habían transcurrido normalmente, el ligero de la luna había acogido a toda la cuidad, en las calles se encontraban personas paseando de un lugar a otro, mientras a lo lejos se percibían ligeras risas por las calles, eso significaba solo una cosa: había comenzado a nevar.

LISA

—¡Mamá, está nevando! —sujete su mano para guiarla a la ventana, en donde se apreciaba la nieve.

—¡¿Enserió?! —sonreí ante su entusiasmo.

—Si, mira —señale en dirección hacia la ventana, a través del cristal se logró notar las grandes cantidades de copos de nieve, que cubrían desde las casas hasta las calles.

—¡Esto es increíble, hija mía! —note como sus pupilas se dilataban al admirar el paisaje.

—¿Me das permiso de salir madre?, quiero ir a crear un muñeco de nieve —pregunte esperando una respuesta positiva.

Solo escuche un silencio, ninguna palabra salía de los labios de mi madre.

—¿Mamá? —cuestione, esperando que ahora si me escuchara.

—¡Oh!, dime cielo —reí al ver que mi madre había estado distraída observando la nieve que caía en la cuidad.

—Había mencionado si me das tu aprobación para salir a la calle —realice un gesto de súplica, era algo complicado de convencer a mi madre.

—Solo te dejo una condición —sonreí al ver que la había aceptado mi penitencia.

—¿Cuál es mamá? —mi ser se llenó de curiosidad al saber cuál era su cláusula.

—No ensucies las prendas de vestir que portas, cielo.

—Si mamá, prometo no ensuciar mi ropa —respondí con un tono seguro de mí mismo, sabía que debía de hacer caso a sus palabras, no quería tener un castigo por desobedecer.

—Me parece muy bien, puedes ir —antes de irme a la calle le brinde un fuerte abrazo a mi madre.

—Gracias mamá —susurre cerca de oído con una dulce expresión.

—No tienes que agradecer cariño, anda ve —dejo de abrazarme para ir a abrir la puerta y realizo diversas señas para que saliera al mundo exterior.

Solo agradecí con la mirada y corrí hacia la nieve, no me había dado cuenta que el tiempo que dedicaba a realizar mi muñeco de nieve, una persona especial me observaba.

Sentía aquella mirada en mí, esa sensación familiar que solo podía provocar una persona.

JENNIE

Estaba paseando por las calles junto con mis padres, esta época era mi favorita ya que apreciaba los copos de nieve siendo más sutil en cada detalle, este era mi último día en esta ciudad que se convirtió en una segunda casa para mi desde que tengo memoria.

Quedaban tan solo un par de horas para dar marcha hacia Estados Unidos e irme en tren, temía la reacción de Lili al saber que yo me iré de Italia, el hecho que ya no podremos vernos, era un tema muy delicado al tocarse, esperaba que se lo tomara de una buena manera y sobre todo que fuera comprensible ante la situación que estoy pasando.

Solo ese era mi deseo, asi que la única opción para despedirme era ir hasta su vivienda, mis piernas dolían de tanto haber caminado entre calles, pero nada se comparaba con el hecho de ver a Lili.

—¿Sentirá algo por mí? —cuestione en mi mente.

—No lo sé amor, lo más seguro es que sea un si —escuche a mi mamá contestar a mi pregunta.

𝙻𝚞𝚗𝚊 𝚕𝚕𝚎𝚗𝚊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora