04 ─ Dulce Agriedad

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«Las grandes oportunidades nacen de haber aprovechado las pequeñas»

Bill Gates

La mañana siguiente, Yeonjun se marchó sin despedirse de Soobin, pero igualmente le dejó una nota sobre la mesilla del recibidor

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La mañana siguiente, Yeonjun se marchó sin despedirse de Soobin, pero igualmente le dejó una nota sobre la mesilla del recibidor. No quería molestar al hombre después de su peculiar declaración anoche.

Yeonjun se había molestado mucho, demasiado. Rodó por la cama toda la noche, pensativo y pues, no había mucho qué pensar. Soobin no le dio la aventura de adivinar un acertijo, sólo dejó en claro su papel en la especie de trato que llevaban.

No tiene derecho a sentirse molesto. Pensó mientras hacia las compras en el pequeño market del barrio.

Por fin había llegado a su departamento con las bolsas de las compras colgando de sus manos, Yeonjun vio la nota del señor Jung pegada en su puerta. Otro aviso de desalojo marcado en grandes letras, tratando de asustarlo.

En otra ocasión, le habría hecho temer, pero por primera vez en mucho tiempo tiene dinero en el bolsillo y Dios sabe lo bien que se siente tenerlo. En el transcurso de la mañana, fue al banco y los trece mil dólares estaban en su cuenta bancaria.

Yeonjun se aseguró de extraer lo justo y necesario. Pagaría los meses de atraso, ya había comprado comida y por último daría a Sana lo que le corresponde.

También, se molestó en tomar una pequeña cantidad, aunque considerable, la deslizó en un sobre y la selló. Escribió la dirección que perduraba en su mente y se encargó de tirarla dentro del buzón.

Su abuela no lo recibiría si supiera que venía de él. Desde que se marchó, se encargó de enviar dinero a su abuela, pero con el tiempo las deudas crecieron y recientemente se abstuvo de hacerlo.

No es que ella lo necesitara con tanta desesperación, pero de alguna forma, se sentía obligado a hacerlo y no se arrepentía de haber tomado esa decisión. Con una gran sonrisa se detuvo delante de la puerta del señor Jung, golpeó y el viejo cascarrabias abrió la puerta y como esperaba, miró a Yeonjun con superioridad.

El hombre era un sucio megalómano¹.

─Yeon, anoche vi que un auto pasó a buscarte. ¿En qué andas metido, niño?

Qué te den.

─Sólo fui a una reunión.

─¿Así que ya trabajas? ¿Alguien contrató al huérfano? ─Yeonjun vio la burla pintar las arrugas del rostro del viejo Jung. Manteniéndose sereno, hundió las uñas en la palma de su mano, conteniéndose.

─Son mis asuntos, señor Jung ─dijo con palabras cuidadosamente controladas─. Pagaré mis deudas y estaremos a mano.

─¡Vaya sorpresa! ─Los ojos del señor Jung descendieron hasta el sobre que Yeonjun le extendió. El hombre le arrebató el dinero con arrogancia y la abrió con descuido. El viejo Jung contó el dinero y frunció el ceño.

sugar daddy! ─ soojunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora