«Son un raro desastre, ese desastre que no cualquiera puede controlar y esa rareza que pocos pueden entender»
Anónimo
✩
Observando a Yeonjun dormitar su mente le hace recapitular los (lamentables) sucesos de ese día.
Pero su mente viajó mucho más atrás de lo que deseó.
Aquella noche donde Yeonjun golpeó su puerta y le enseñó esa triste sonrisa. Una sonrisa que le demostró su verdadero estado: roto. Una sonrisa que reflejó lo que él mismo se negaba a aceptar ser.
Cuando mencionaron lo que harían en la víspera de navidad, quiso proponer algo a Yeonjun, pero los nervios lo abrazaron hasta asfixiarlo, diluyéndose por todo su cuerpo.
─Iré a alguna fiesta como todos los años.
Él no asistía a fiestas, la idea de pasar un día como ese con completos extraños no era su mejor plan.
─Dormir ─Yeonjun le había dicho─. Es lo que hago todos los años. La navidad no es algo que me agrade celebrar.
Tampoco me gusta, deseó decirle, pero no lo hizo.
¿Quieres quedarte en casa y cenar juntos? En realidad, no quiero estar solo esta vez.
Eso es lo que habría querido decir, pero el miedo al rechazo golpeó su puerta. Yeonjun hablaba de navidad como el aniversario de una muerte y oir el rechazo dolería. Era mejor la soledad, meditar era bueno para él. Desechó el absurdo deseo de ser acompañado atrás.
De alguna forma, el universo decidió juntarlos aquella noche. Entonces, observó a Yeonjun con otros ojos. La forma tímida en la que hablaban, como si cualquier palabra que dijeran les dejaría en descubierto.
Así que cuando vio a Yeonjun tan débil y vulnerable, extendió su mano sin pensarlo demasiado, el temor a ser rechazado estaba allí, pero consolar a Yeonjun era más fuerte. Su corazón golpeó en su pecho con fuerza en el momento en el que Yeonjun la aceptó y caminó mareado por el alcohol hasta él.
Besó la palma de su mano, demostrándole su gratitud. Recurrieron al sexo como consuelo. Las lágrimas llenaron los ojos cafés de Yeonjun y Soobin no soportaba verlo herido.
No llores. Por favor, no lo hagas.
Se acercó hasta él, abrazándolo y besando sus parpados para que se detuviera. Esa noche, comprendió que Yeonjun significaba más que un sugar baby para él.
Cuando despertó besó la frente de Yeonjun y preparó un gran desayuno para ambos. Era una lástima que debía internarse en su estudio por trabajos pendientes, así que abandonando la bandeja con el desayuno, tomó un papel y escribió algo que significaba mucho para Yeonjun y para él mismo.
Vuelve a creer.
Pidió en esa pequeña hoja que Yeonjun volviera a creer, porque él también estaba comenzando a creer.
Le gustaba preocuparse por él, conversar y hacerlo sonreír era un placer que no recordaba gozar. Así que se propuso hacer feliz a Yeonjun y lo hizo por un tiempo.
Iba por él luego de que sus clases terminaran, Yeonjun solía hablarle sobre las cosas que aprendía y reía. Se veía tan feliz, pero poco a poco su sonrisa fue apagándose hasta que no volvió a sonreír.
¿Dijo algo que no debía?
No recordaba haber enojado a Yeonjun. Y estaba desesperado por saber qué hizo mal. Quería arreglarlo con una necesidad absurdamente frenética.
ESTÁS LEYENDO
sugar daddy! ─ soojun
Hayran KurguPara Yeonjun no existe la palabra libertad; vive encadenado a las deudas y a las responsabilidades. Vivir estresado es su día a día. Entonces, cuando acepta el empleo de ser un Sugar Baby suena tan tentador y confiable. La Casa de Azúcar le abrirá...