CAPITULO XXV

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NARRA SPREEN...

Estaba terminando de subir las cosas al Uber que ya había llegado por nosotros para llevarnos al aeropuerto.

Hugo no nos iba a acompañar por esta vez al viaje de los premios. Lo cual me sorprende pero estaba bien, tenía que arreglar unas cosas en las oficinas.

-¿Ya estás lista?- le pregunto mientras saca su maleta de la recepción y me la entrega.

No me habla desde aquella vez del beso, hace dos días.

-Creo que es todo- me dice entregándome una caja grande que está llena de maquillaje.

-¿Qué es esto?- le pregunto.

Estaba exageradamente pesado y claro que nos cobrarían exceso de peso en el avión.

-Mi maquillaje- es obvia.

-Déjalo, allá te maquillará una chica que contraté para eso.

-No, no es necesario.

-Tal vez no lo sea pero ya lo hice. Déjalo con la chica de recepción y que lo recojan tus roomies.

Y eso hizo, fue y dejó su caja grande en recepción. No me cruzaba casi la palabra y lo entendía. Seguía enojada porque regresando del viaje iba a tener que estar de pie debajo del sol conmigo en partidos largos de soccer.

Llegamos al aeropuerto y ambos con una maleta y una mochila corrimos a hacer el check-in.

-Tenemos vuelos en primera clase, así que toma. Este es tu boleto y este el mío. ¿Quieres el asiento en la ventana?- se me queda mirando. Le temblaban las manos.

Ay no...

-Sí, como tú digas- me responde con voz nerviosa.

Lo sabía, bueno, lo sospechaba. Maca le tenía miedo a los aviones pero era un miedo inexplicable.

-Dame la mano- le digo cuando estamos apunto de subir al avión.

La intención era llegar antes para evitar el overbooking que normalmente se daba en las aerolíneas y el que la verdad, me molestaba demasiado.

Duda un momento antes de dármela pero al final del día lo hace. Me la parienta fuerte y le están sudando demasiado.

-Ya subiremos al avión, te sientas y te pones el cinturón. Cualquier cosa que pase aquí estoy- le vuelvo a apretar la mano.

Cuando era niño viajaba mucho por el trabajo de mi papá así que los aviones son pan comido para mi, además de que ahora por mi trabajo tengo que hacerlo muy a menudo.

Desde niño tuve miedo a muchas cosas, los insectos, los ratones, las mujeres pero sobretodo le tengo miedo a las alturas aunque en un avión solamente me pongo el antifaz y se me olvida que estoy volando pero en sí, mirar por la ventana me causaba vértigo.

Cuando ingresamos en el avión me planteé sobre si tenía que dejarla o no en ese espacio pero no dudó ni un segundo y ella misma se sentó ahí, cosa que agradecí mucho porque esto de dármelas de caballero a veces implicaba sacrificios que me eran muy difíciles.

El avión se enciende y es ahí donde empieza la primera parte de esta aventura.

Maca me toma de la mano y de manera inesperada entrelaza nuestros dedos, cosa que se siente demasiado bien. Acomoda su cuerpo de manera que queda volteando hacia mi y con nuestras manos entrelazadas recarga su cabeza en mi hombro apretando los ojos muy fuerte así que mi indistinto fue protegerla por lo tanto la abrace como un huevillo apretándola a mi.

Olía delicioso, ese perfume con aroma florar y frutal que solo ella portaba de esa manera. Me hipnotizaba cuando por las mañanas se subía al auto e inundaba el espacio con su aroma. Cuando su cabello se movía y desprendía todas y cada una de las notas que perfumaban a este. No perdí oportunidad e hice lo que pude para quedarme más tiempo así con ella. Abrazados.

In love with my enemie || SPREENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora