Moon Dong-eun soñaba con ser arquitecta pero tuvo que abandonar la escuela secundaria, víctima de una terrible violencia escolar, y planea vengarse tanto de los perpetradores como de los que presenciaron los hechos sin intervenir.
Como lo es el caso...
A pesar de que la ceremonia ya había terminado y solo quedaban ellos en el gimnasio, Dong-eun seguía aplaudiendo y sonriendo de forma efusiva.
Yeo-jin tiró el ramo de flores y le dio una cachetada que hizo exaltar a la Hwang.
—Detenla —le ordenó a Jae-jun que justo le agarró el brazo cuando le iba a dar otra cachetada— compórtate, Yeo-jin, pareces una adolescente —le dijo viendo como forcejeaba con Jae-jun.
—¿Lograste todos tus sueños? Parece que tienes un trabajo decente, te casaste con un soltero decente cuando eras joven y bonita, ¿tienes una vida feliz? Seguro que sí.
—¿Qué quieres? Seguro buscaste los artículos sobre mi matrimonio, ¿Qué diablos buscas? —iba a volver a golpearla, pero Jae-jun la detuvo.
—Sé tú la adulta —comenzó a decir Jae-jun— Yeo-jin es una niña con problemas de gestión emocional.
—Desde que nació —le susurró Ye-ji a Hye-jeong haciéndola reír en silencio.
—No cambiaron nada y su amistad tampoco, que envidia.
—Bueno, tú si cambiaste.
—¡Sí! ¡ya estás más linda! —la mano de Sa-ra cubrió la boca de Ye-ji— hmm, hmm —se quejó frunciendo el ceño.
—En la escuela eras aburrida, pero ya tienes color —continuó Jae-jun, ignorando la ocurrencia de su amiga.
—¿En serio? —sonrió— tengo que irme. Veré tu programa, Yeo-jin. No importa si te escribo a la web ¿no?,. En fin, fue un placer verlos a todos. Por cierto, Jae-jun, tú nunca sabrías distinguir los colores.
—Bueno, ya se fue —se paró Ye-ji— Hye-jeong, déjame llevarte a tu casa.
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—Creo que te aprovechaste un poquito de mi regalo —Ye-ji se cruzó de brazos mirándola.
—Discúlpame. Es que me emocioné.
—Sí, claro. Lo entiendo perfectamente.
—¿Estás molesta?
Ye-ji suspiró tocándose la frente: —No, no puedo enojarme contigo. Pero estás de suerte porque los próximos diseños están casi listos.
—¡¿En serio?! —pegó un salto emocionada, pero se sentó rápidamente— lo siento, ya sé que no tendré nada de la nueva colección —bajó la cabeza.
—Eso podríamos resolverlo ¿no te parece? —tomó su mentón— como en los viejos tiempos ¿no, Hye-jeong-ssi?
La miró curiosa, primero necesitaba saber si quería o si en su ausencia se había vuelto completamente heterosexual. Hye-jeong cortó la distancia con un beso en el cual la intensidad no tardó en subir, Ye-ji la acostó en la cama quitándole el vestido.
Se deshicieron mutuamente de la ropa, y Ye-ji se quedó contemplando el cuerpo desnudo de Hye-jeong, era tan perfecta. Bajó a su intimidad y la abrió de piernas para poder meter la lengua en su intimidad, Hye-jeong gimió su nombre haciéndola sonreír.
