Capítulo 𝟰

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𝘐'𝘮 𝘴𝘰 𝘧𝘶𝘳𝘪𝘰𝘶𝘴
𝘈𝘵 𝘺𝘰𝘶 𝘧𝘰𝘳 𝘮𝘢𝘬𝘪𝘯𝘨 𝘮𝘦 𝘧𝘦𝘦𝘭 𝘵𝘩𝘪𝘴 𝘸𝘢𝘺
𝘉𝘶𝘵 𝘸𝘩𝘢𝘵 𝘤𝘢𝘯 𝘐 𝘴𝘢𝘺? 𝘠𝘰𝘶'𝘳𝘦 𝘨𝘰𝘳𝘨𝘦𝘰𝘶𝘴

【 𝗚𝝝𝗥𝗚𝗘𝝝𝗨𝗦 】𝘛𝘢𝘺𝘭𝘰𝘳 𝘚𝘸𝘪𝘧𝘵

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Christopher Styers

Levanto mi mano y miro la hora en el reloj sobre mi muñeca. El ascensor tarda en llegar más de lo que usualmente hace y en cuanto llega, me dirijo hasta el fondo. A mi lado se sitúa una mujer y enseguida pongo todos mis sentidos en alerta. Sé que me está mirando, por lo que sonrío y entonces giro mi rostro para enfrentar su mirada. Me evita, girando su rostro con una actitud nerviosa, sus mejillas sonrojándose y no puedo evitar que la sonrisa sobre mis labios se ensanche.

El ascensor está repleto de personas y a pesar de la corta distancia que hay entre nosotros, aprovecho el momento para detallarla de arriba abajo. Es baja de estatura, con una silueta digna de admirar y con una melena larga y rubia. Lleva puesto un traje de falda y blazer, color negro, zapatos de tacón a juego y por donde sea que se le mire, esta mujer grita muy alto y claro: pecado. Vuelve a enfrentarme la mirada a medida que el ascensor reparte a las personas en cada planta del edificio y no me abstengo de mantenerle la mirada, lo que ocasiona que se ponga aún más nerviosa.

Para su gran fortuna, baja en la siguiente planta y mi teléfono suena con un mensaje nuevo. No me mira más y entonces decido revisarlo. Brad no pasa desapercibido que hoy sea viernes y me encantaría saber la razón por la cual ha adoptado la costumbre de convertir casi todos nuestros fines de semana en sociales. La verdad es que no tengo problema con eso, no me molesta porque de hecho, es el espacio en el que siento desconectarme por completo del trabajo, me distraigo y por supuesto, paso tiempo de calidad con él. Termino aceptando su propuesta para hoy, sin dudarlo, porque no hay nada que me convenza enseguida, que disfrutar de la temporada de béisbol y mucho mejor, si lo hago en el estadio.

Bajo en la recepción de la editorial para entregar un par de documentos y mientras me acerco, diviso a una mujer que enseguida llama mi atención. No me tarda más de un segundo reconocerla, no solo por haberla escuchado, a mis espaldas, quejarse sobre mi actitud hacía ella, sino también porque estoy casi convencido de que ella es la misma mujer con quién tuve sexo hace unas semanas atrás.

Me dispongo a caminar despacio mientras la detallo desde aquí, aprovechando que esta sumergida en su teléfono. A diferencia de la primera vez que la vi aquí, hoy va mas cómoda en vaqueros ajustados, una camisa blanca y zapatos de tacón, rojos. Lleva el cabello negro suelto, cayéndole por encima de los hombros.

Buenos días. —saludo en cuanto llego a la recepción.

La recepcionista me saluda y por el rabillo del ojo, noto que cierta mujer, que tengo a mi lado, despega su atención del teléfono para mirarme, lo que me hace sonreír. Decido no mirarla, por el contrario, me ocupo de organizar los documentos que he venido a entregar y la escucho murmurar un "hasta luego", pero no es conmigo. Parece evitarme a toda costa, como si ignorara todo lo que ocurre a su alrededor y me causa gracia que, aunque no es obligación tener que saludar o lo que sea, es contradictorio de su parte haberme catalogado antes como un hombre grosero cuando ahora, ella parece estar predicando lo mismo.

Ese aire de arrogancia y desinterés pone en alerta mis sentidos y me giro para seguirla con la mirada. Normalmente no voy relacionando con el personal de la editorial, solo con quién lo amerita, pero mi ego varonil, de ninguna manera, va a permitir que, exactamente ella, actúe como si no existiese. Se detiene a conversar con unas chicas y seguido me desconcierta porque se dirige hacia las escaleras.

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