SIETE

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Jeongin bostezó y se frotó los ojos. Era bastante tarde, desde hacía horas ya deberían de haber bajado. Sabrá Dios qué estaba pensando su familia, pero lo cierto era que no le interesaba. No quiera moverse.

—Me extraña que mi madre no haya venido a buscarnos ya.

El rubio abrió los ojos al escucharlo. Estaban compartiendo la almohada porque Hyunjin seguía acostado medio encima de él con sus piernas enredadas. Ambos estaban pegajosos después del sexo, pero Jeongin no quería moverse. Se sentía demasiado bien para hacerlo.

La noche anterior había mandado a volar su cordura a quién sabe dónde, había follado con Hyunjin en el carro de alquiler de su cuñado. No estaba muy claro en sus recuerdos sobre cómo habían llegado a la habitación. Pero lo que sí recordaba con claridad era que casi no habían dormido.

—Tu madre es una mujer sensata, por eso me cae muy bien —aseguró el rubio mientras bajaba la cabeza para lamer uno de sus pezones.

Jeongin se estremeció. Sus pezones no eran particularmente sensibles, pero Hyunjin parecía tener una fijación extraña con ellos. No es que fuera desagradable ni nada, pero habría preferido que chupara y lamiera algo más.

—Tal vez deberíamos bajar —Era mejor poner algo de espacio. No había tenido tiempo de pensar en lo que habían hecho. No estaba arrepentido ni nada, pero había muchas cosas que considerar. Esperaba por lo menos no salir corriendo hacia las montañas cuando analizara las consecuencias que eso traería.

—Ahora no —Hyunjin rio—. Tenemos cosas de las qué ocuparnos —Desvió la mirada hacia el miembro del castaño.

Tal vez era increíble de creer, pero Jeongin sintió su miembro comenzar a endurecerse bajo el escrutinio del rubio. En serio, ¿qué había en ese hombre que lo encendía de esa manera? Hyunjin ni siquiera tenía que esforzarse para ponerlo exitado y desesperado.

—Estoy adolorido —aseguró con poca convicción, Hyunjin volvió a mirarlo. Sus ojos se estrecharon, pero la esquina de su boca se torció hacia arriba. Jeongin sonrió, no pudo aguantar tanto esa excusa tan patética. Sí, estaba adolorido. Pero no tanto como para no desearlo nuevamente, así que tomó la mano del pelinegro y la envolvió alrededor de su erección.

—Ya veo cuál es el problema, tendremos que hacer algo —Hyunjin miró sus labios sonrientes y el pelinegro se relamió los labios.

—Tal vez... aunque admito que también estoy hambriento —dijo con mirada sugerente.

—Creo que también puedo cubrir esa necesidad.

Hyunjin trepó por encima del cuerpo del castaño y Jeongin saboreó la salada erección, gimió alrededor de la gruesa carne en su boca y miró hacia la puerta. Solo esperaba que nadie de su familia interrumpiera, pero con el miembro de Hyunjin en la boca no podía pensar correctamente.

A la mierda todo.

Relajó la mandíbula. Jeongin alzó la vista y vio como Hyunjin jodía su boca. Amaba ver eso, nunca se había sentido tan poderoso como en ese momento, ver cómo el hombre perdía el control era una victoria para su orgullo. Su autoestima había sido severamente afectada años atrás. Y ahora con Hyunjin sentía que estaba recuperando al viejo Jeongin. Se sentía sexi, sensual, seguro de sí mismo...

Apretando los labios alrededor del miembro erecto, Jeongin movió la mano a su propia erección y comenzó a masturbarse, dejando al rubio follar su boca y hacer lo que quisiera. Podía sentir que Hyunjin estaba cerca del orgasmo, pero de repente Hyunjin se detuvo y se retiró.

—¿Qué? —Jeongin gimió en protesta lamiéndose los labios, los cuales sentía hinchados.

—No te muevas, bebé.

Vacaciones a Busan ❁ HyunInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora