Las heridas que sufrimos a lo largo de nuestra vida, aunque se curen, a veces nos dejan cicatrices. Marcas que por mucho que lo intentemos, no podemos borrar. Cicatrices que nos recuerdan el dolor que hemos vivido.
Pero esas cicatrices deben servir únicamente para recordarnos la transformación que hemos sufrido y que hemos superado. Una lección aprendida que nos hace más fuertes, que nos enseña a valorar aún más la belleza que nos rodea.
Porque las cicatrices son batallas que hemos librado en esta vida y que aunque ya no duelan, tampoco desaparecen.
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Mi corazón en papel
PoesíaEncontré el placer de escribir, de dejar que los pensamientos que flotaban entre mi cabeza y mi corazón quedasen para siempre grabados en tinta. Dejarlos salir me da paz.