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En un departamento situado en el centro de Gangnam, un Omega se retorcía con dolor sobre las sábanas de seda de una cama que le pertenecía desde que decidió vivir allí

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En un departamento situado en el centro de Gangnam, un Omega se retorcía con dolor sobre las sábanas de seda de una cama que le pertenecía desde que decidió vivir allí. Sus gemidos de dolor resonaban por toda la vivienda, por la cual mermaba el potente aroma a Celo, del cual estaba siendo víctima en esos momentos. Jungkook estaba sudando, ya había tomado los supresores que SeokJin le había proporcionado en su despacho, pero de eso ya hacía siete horas, por lo cual su cuerpo volvía a reaccionar a los estímulos de su etapa de calor. No comprendía de qué manera había permitido que le robaran su mochila esa mañana en el metro, en la cual no solo se encontraban todas sus provisiones para situaciones como esa, sino que de igual manera todo su dinero ahorrado en el miserable trabajo de medio tiempo que tenía. Había perdido todo en un descuido.

—¡Agh! Mierda —bramaba el Omega, sintiendo los cólicos más intensos.

Anhelaba el momento en el que su prima Rosé regresara de la farmacia, puesto que la fémina en cuanto ingresó al departamento que los tres compartían —contando a SeokJin, claramente— y lo vio en ese estado, no dudó en ir corriendo a buscar lo necesario para aliviarle el dolor. Jungkook no solía pasar sus celos acompañados, por lo que la falta de atención sexual para su Omega estaba siendo una tortura que le hacía saber mediante el dolor físico. Se suponía que ya estaba acostumbrado a ello, sin embargo, desde que se topó con aquel Alfa de aroma Mentolado y achocolatado no podía hacer parar su lubricación natural, cosa que le frustraba en sobre manera. No tenía idea de lo que le sucedía a su Lobo, se había encaprichado con el aroma de ese Alfa, y estaba necio en querer ser "atendido" por él. Jungkook estaba desquiciado. Se sentía pegajoso, sudado, con cientos de sensaciones y una ducha no servía de nada, pues inmediatamente seguía lubricando.

—¡Jungkookie! —escuchó que una voz femenina gritaba desde la entrada—. ¡Traje lo que necesitas!

Unos pasos resonaron por el departamento, hasta que la puerta de la habitación fue abierta por la Beta, quien ingresó sosteniendo unas pastillas, una jeringa, y un vaso de agua. Rosé se acercó hasta la cama, en donde Jungkook no paraba de removerse inquieto. Dejó el vaso de cristal en el buró junto con las pastillas y la inyección supresiva, tomó asiento alado de Jungkook y lo ayudó a recargarse contra el respaldo de la cama.

—Ya, ya, Kookie —le dijo suavemente la chica, para intentar tranquilizarlo—. Ven, toma esto para el dolor.

Acto seguido Rosé le tendió unas píldoras blancas y el vaso de agua, que con mucho esfuerzo el Omega pudo sostener el suficiente tiempo para lograr ingerir las pastillas. Después de haberlas tomado la Beta lo ayudó a recostarse en la cama, se giró al buró para sujetar la jeringa y con suma precaución le inyectó un supresor que haría efecto en menos de lo que pensaban.

—Ya está Jungkookie, tranquilo —le aseguró la Beta, sonriéndole cariñosamente.

—Gracias Rosie —le dijo con su mote, sintiéndose aliviado cuando los cólicos en su vientre se fueron desvaneciendo poco a poco—. Me salvaste.

UN OMEGA PARA NAVIDAD. | KTH + JJK.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora