Capítulo 3 -El encuentro

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 Al  día siguiente, Betty se despierta con el sonido del teléfono. Está sobre las teclas del piano.

-¡Betty! ¿Donde está? ¡Están todos aquí!

-¡Oh, estoy en casa, Nicolás! ¡Seguí trabajando en la música! ¡Creo que ya tengo suficiente, Nicolás!

-¡Que bueno! ¡Así que ven aquí! ¡Y no olvides traer las ropitas!

-¡Sí, no voy olvidarla,ojojo están cerca de la puerta!

Betty toma un café con bañuellos y pano de bono y se va corriendo. Está llena de paquetes con las ropas intentando conseguir un taxi, pero todos están ocupados, cuando suena el celular.

-¿Qué pasa, Betty? ¿Por qué no está todavía aquí?

-¡No ha conseguido un taxi, Nicolás!

-¡Oh, Betty! ¡Tenía que haber reservado antes!

-¡No esperaba despertarme tan tarde! ¡Ah, uno se detuve!

Sin pensárselo dos veces, Betty abre la puerta, se sube a la cabina con maletas y todo, y empieza a dar órdenes al conductor:

-A la Universidad de Estudios Económicos, ¿sí? ¡Cruza!

-Disculpe, señorita, ¡pero está ocupado!

Betty se sorprende cuando deja los paquetes y se encuentra cara a cara con un hombre de cabello negro, ojos grandes, moño y anteojos livianos.

-¿Hay?

Un hombre había entrado por la otra puerta.

-¿Y ahora? ¡Oh, tengo prisa!

-¿Para donde vas? Podemos compartir el taxi. –dijó el hombre, con amabilidad - ¡Son muy difíciles de conseguir!

-Sí. ¡No lo puedes ni imaginar!

-¿Y lo que han decidido? –preguntó el conductor.

-Sí, si, podemos compartir el taxi. –dijó el caballero.

-¿Correcto?

-No sé si es posible, porque no suelo tomar taxis, ¡es que mi auto está en el garaje! –dijó Armando

-¿Y a dónde van?

-¡A la Universidad de Estudios Económicos! ¿Puede ser? ¡Es que voy llegar muy tarde! –decidió Betty.

-¡Oh, sí, no hay problema! ¡Yo también voy allí pore mi hijo que estudia allí.

-¡Oh que casualidad!

-¿La señorita también es estudiante?

-¡No imagina! ¡Soy profesora!

-¿Profesora?

-¡Sí, de hecho, directora de coro!

-¿Hay coro en la universidad esa?

-Sí.

-Creí que eras economista...

-¡También l soy, pero actuo como directora de coro! Y como decía, ¡llegaré muy tarde al ensayo tan importante de hoy!

-¿Por qué no volaba ya que tenía alas? - dijo Armando señalando las alas de ángel que llevaba en los bolsos de Betty.

-¡Oh! Son para mis niños.

-¿Tiene hijos?

-¡Ah no! Mis hijos son los muchachos y muchachas del coro, ¿sabes? Y tampoco son niños, son jóvenes, pero esa es la costumbre.

-¡Tengo un hijo que también es un adolescente! ¡Lo voy a visitar, lo tomaré por sorpresa en las prácticas para que podamos almorzar juntos!

-¡Esto es bueno!

-¡Mítrabajo no nos deja estar juntos todo el tiempo, así que tengo que disfrutar el tiempo libre para estar con él!

En el camino, los dos comenzaron a hablar, primero sobre el clima, luego sobre la temporada. Se sentían bastante a gusto. Así pronto llegan a la calle de la universidad.

Betty se despidió rápidamente, tomó las bolsas, pero terminó dejando una, olvidada, antés de salír corriendo sin aliento.

-¡Oye!

Armando incluso pensó en ir tras ella, pero ella pasó la ruleta de la institución tan rápido que él no pudo reaccionar. Fue entonces cuando vio volantes en el bolso olvidado.

"*Gran Concierto de Navidad - Coral de la Universidad de Estudios Económicos*" Teatro de la Universidad Fecha 20/12

-¡Seguro! ¡El teatro! Entonces, ¿Cómo era el nombre de la señorita? ¿Actriz? ¿Emperatriz?

-¡Beatriz, doctor! –contestó el conductor

-¡Ah sí! ¡Beatriz!

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Una História de Amor NavideñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora