Capítulo 5.

2 1 0
                                    

Los días para llegar a Crow pasaron cómo un horrible borrón. Nos mantuvimos en el bosque durante los días que nos tomó llegar y cuando arribamos a la pequeña ciudad, la noticia de que me había escapado ya se había esparcido por todo el reino. Dieron una descripción bastante exacta de mí por lo que tuve que caminar con capucha durante el tiempo que me tomo encontrar la noticia de mi huida. Describieron a Brise, por lo que pasearnos por esa ciudad no era algo muy recomendable, tuve que moverme entre las sombras y con una cautela que obtuve a lo largo de los años, por mí suerte, Brise no hizo sonido alguno mientras nos escabullimos entre las sombras.

Tenía que mandarle una carta a mis hermanos, avisarles que estaba bien y que por ahora, todo estaba yendo genial pero primero tenía que hacer el cambio de caballo para que después de mandar la carta, pudiera seguir mí camino hasta Asthil. Era el último pueblo del reino, después solo había una carretera desolada que te llevaba hasta la montaña de Syria, la cuál no sabía cuánto tiempo me costaría recorrer. Pero saliendo de Asthil, estaba más o menos segura de que no me llevarían de regreso al palacio.

Brise me empujó con su enorme hocico y la mire ceñuda, mueve su cabeza hacia un enorme recinto y alzo las cejas al ver que es un establo. Sí mis cálculos no me fallan, la mensajería de la ciudad está un poco más allá. Con un suspiro tomé las riendas de Brise y me moví con cautela por las calles hasta entrar al establo, los caballos estaban separados en sus corrales, chasqueo la lengua mientras voy viendo a los caballos. Llegué al final y ví a un caballo de color café claro, era un poco más grande que Brise, bueno, poco de quedaba corto. Era un macho. Me acerque a él con cautela y el se acercó a mí.

—¿Me ayudarás a escapar de aquí?—dije en voz baja—Después serás libre, lo prometo.

Su hocico tocó mí mano y tomé eso cómo un sí. Movilizar las cosas de un caballo a otro fue más difícil de lo que pensé pero cuando Brise estuvo en el corral, la abracé con fuerza y le susurré lo agradecida que estaba. Me lleve al caballo hacia afuera y solté un suspiro. El caballo, por suerte, no hizo sonido alguno mientras me lo llevaba entre las sombras, si hubiese tomado a un caballo de cabello más oscuro podría haber sido menos obvio pero creo que el estaba bien. Lo dejé escondido detrás de un árbol y me puse la capucha para entrar a la mensajería, pedí un sobre para mandar una carta y no me detuve a relatar todo mi camino, ya habrá tiempo para eso.

Les dije que estaba bien, que todo estaba yendo genial y que no se preocuparan. Codifique otras cosas para hacerles saber que ya había cambiado al caballo y que ahora empezaría mí camino hasta Asthil. Dónde sería la última carta que mandaría hacia ellos por el momento. Le agradecí al hombre y salí de ese lugar cómo alma que lleva el diablo. Me subí al caballo que no tenía nombre y lo eché a correr.

Corría con una velocidad que ni siquiera Brise tenía, parecía estar bastante feliz de poder correr al fin y no puso queja cuando lo guíe hasta el bosque. El corría con una rapidez que quitó la capucha de mí cabeza e hizo que el viento acariciara mí rostro. Una pequeña sonrisa se formó en mis labios al sentir la misma libertad que tenía el caballo bajó de mí. Me aferré a las riendas mientras el caballo seguía corriendo.

—Necesitas un nombre, ¿Verdad?—Bufo. Tomaré eso cómo un sí—¿Trueno?—Una sacudida de cabeza—Bien, no te gusta. ¿Algo poderoso?

¿Que podría ser poderoso? Tampoco es que fuera a estar con este caballo siempre pero sería mí transporte por unas cuantas semanas.

—¿Eros?—Relincha—Bien, Eros. Así te vas a llamar.

Mis piernas dolían al igual que mí espalda, tantos días sobre un caballo no era lo mejor del mundo, menos cuando de la nada aparecían Demonios. Seres de piel podrida, grisácea, dientes filosos y ojos completamente blancos, algunos tenían cabello, otros no, algunos tenían ropa nueva y otros solo jergones de ellas. Su sangre era negra y espesa, olía horrible y costaba demasiado sacarla de la ropa. Nos detuvimos después de unas ocho horas, le dí algo de beber y de comer, mientras tanto yo comía pan y queso que compré en Crow, miraba a Eros tendido en el pasto, resoplando y bufando cada cinco minutos.

An ember of ash.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora