El sudor resbalaba por mí cuerpo, no había un solo centímetro de mí que no estuviera sudando cómo si estuviera en las mismas fosas de la muerte. El viento estaba tibio y eso no ayudaba en nada en mí deplorable estado sudoroso, la ropa se me pegaba al cuerpo y me entraban ganas de arrancarla de mí cuerpo con tal de sentirme un pelín más cómoda pero no creo que sea muy atractivo quedar medio desnuda frente a mis hermanos.
Mí cuerpo protestó cuándo mí puño impactó contra el maniquí de entrenamiento, llevaba medio día aquí. Golpeando, lanzando armas y seguía golpeando. Los palos del maniquí se movieron gracias al golpe, tuve que esquivar y golpear de manera rápida antes de que, uno de esos anchos y gruesos palos, me diera de plano en el rostro. Un resoplido adolorido abandonó mis labios cuando sentí uno de los palos golpear mi muslo derecho.
Rhan y Liam estaban a solo unos metros de mí, observando y analizando cada uno de mis movimientos. Sí bien llevaba entrenando desde los doce, mis hermanos, sobre todo Liam, querían que siguiera perfeccionando mí técnica y por sobre todo, que no perdiera la práctica y mis músculos se oxidaran por el tiempo que no había estado haciendo nada. Rhan llevaba con nosotros una semana o tal vez un poco más, desde el ataque de los Demonios a las afuera del Reino, había estado viniendo todos los días para ver qué tan bueno era mí entrenamiento, para ver qué tan rápida era, que tan ágil y astuta llegaba a ser. Liam había optado por dejarlo venir, a pesar de que en un principio no le agradaba demasiado, no tuvo otra opción, era eso o tener a mí hermano mayor encima de él para preguntarle qué tal me había ido en los entrenamientos.
Los combates cuerpo a cuerpo habían pasado a ser un tipo de danza, moverme con ligereza pero rapidez, tener unos reflejos tan buenos que no me pillaran con la guardia baja, golpes fuertes y decididos. Mis pies se deslizaban con ligereza y rapidez en el suelo, no había un solo movimiento que no conociera ya, no había un solo movimiento que yo no supiera ejecutar y no había un solo encierro del cuál yo no supiera escapar. Liam me había entrenado durante años, todos los días, hasta que fui casi tan buena cómo él, hasta que dejé de dudar de mí fuerza y comencé a usarla a mí favor, hasta que mí altura dejó de ser un problema y pasó a ser una ventaja, Liam había estado creando y forjando a un soldado de guerra y había hecho un trabajo espectacular.
—Bien, ya puedes detenerte.
Ante la orden de Liam, me dejé caer al suelo e hice una mueca, Dioses, hasta el suelo estaba tibio. Al parecer el día de hoy el frío se dió un día libre y nos dejó a cargo de un calor abrazados. Jadeando, cubrí mis ojos con mí antebrazo y traté de regular mí respiración antes de que me diera una especie de ataque. El sonido de unos tacones me pusieron en alerta y me puse de pie, tomando la daga que tenía envainada en mi muslo, Rhan y Liam se tensaron pero todo pasó en cuanto Theodora entró por el pequeño pasaje que ocupamos para venir.
—Caballeros, Lyn.—Aleje mí mano de la daga y arrastré los pies hasta mis hermanos. La sombra del árbol fue un alivio para mí cuerpo hirviendo—Venía a informarles que sus padres harán una especie de reunión en el templo de Phoenix.
Phoenix, Dios y Primal de la Suerte y la Abundancia.
—¿Por qué ahí?—Theodora se encogió de hombros.
—No lo sé, pero Aelin, debes ir a darte una ducha. Partiremos dentro de dos horas.
Asentí y me alejé de mis hermanos para seguir a Theodora por los pasillos del palacio, gracias a los Dioses, estos pasillos usualmente estaban vacíos así que no corría el horrible riesgo de ser atrapada. A pesar de que Theodora lo supiera, siempre caminaba con sigilo, esperando a que alguien saliera de la nada y nos atacará con espada en mano, algo que no sería muy prudente teniendo en cuenta que Theodora y yo teníamos un entrenamiento brutal y podíamos partirle el cuello a quién se nos pusiera por delante. Ella porque su padre era un soldado respetable y le había enseñado cada cosa que sabía y yo por Liam, Rhan se había mantenido al margen, hasta hace una semana.
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An ember of ash.
FantasyEl peso de salvar a su reino estaba sobre sus hombros, lo que no sabía era que no solo salvaría un reino. Salvaría el mundo entero.