Capítulo 7.

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El frío de la montaña se calaba en mis huesos, ni siquiera la ropa que llevaba puesta lograba que se sintiera con menor intensidad. Me dolía el cuerpo por haber dormido dos noches aquí y sentía que me faltaba una infinidad de camino para llegar al otro lado, nada había aparecido en la montaña y aún no podía deducir sí eso era bueno o malo, pero seguía viva y eso es lo que más me importaba hasta el momento, no morir.

Arrastraba mis pies por la piedra lisa de la montaña, las nubes se hacían cada vez más espesas y las ganas de regresar se intensificaban pero había una voz en mí cabeza que me susurraba que estaba yendo por buen camino y eso era lo único que no me detenía, era lo que me impulsaba a seguir caminando entre estas nubes o neblina, sentía la magia Primal en cada rincón de éste lugar y era tan perturbador cómo maravilloso.

Una nube de vapor se formaba cada vez que exhalaba, no sabía cuánto tiempo me faltaba para salir de éste lugar pero esperaba que no fuera demasiado, no creo que mí cuerpo resista tanto tiempo en este lugar. Parecía cómo si el invierno hubiese puesto su clima más horrible aquí, cómo si se hubiera sentado en este lugar y hubiera envuelto con su manto de frialdad toda la montaña. Era probable que cogiera alguna gripe o que mis huesos se congelaran al punto de no poder moverme. Me rodeé el cuerpo con los brazos y solté un suspiro mientras seguía avanzando, el collar se comenzaba a tornar cálido mediante avanzaba o tal vez mí cabeza ya me estaba jugando malas pasadas al imaginar que el collar emitía calor y que ese mismo, envolvía ligeramente mí cuerpo para que siguiera caminando

—Ya me volví loca.—susurro sin apartar la vista del camino.

Un suspiro tembloroso dejo mis labios cuándo noté que la noche comenzaba a caer lentamente sobre mi, había perdido completamente la noción del tiempo y no sabía cuántas horas llevaba caminado hasta ahora y tampoco sabía cuántas me faltaban para salir de aquí. Pasé saliva con dificultad y mi mano se envolvió en la empuñadura de la daga que me había dado Rhan, era posible que nada rondará por aquí pero eso no me impedía estar en un constante sentido de alerta.

Quería llorar de la sola frustración, estaba rodeada de rocas y neblina espesa, no podía saber cuánto tiempo me faltaba para salir de este lugar o sí es que existía un final en esta montaña. Me dejé caer en una roca cuando mis piernas y pies comenzaron a protestar, la comida ya se me estaba acabando, posiblemente, solo me alcanzaría para el desayuno de mañana y aquí no había donde comprar cosas, me había tenido deshacer de casi todos los bolsos, el único que traía conmigo era la pequeña y diminuta bolsa de dinero y el pequeño bolso con la poca comida que me quedaba, unas armas equipadas en mí cuerpo y la enorme capa, el resto había desaparecido. Subí las piernas hasta mí pecho y enterré el rostro en el pequeño hueco que quedaba en ellas.

—Buenos Dioses, ¿Cuánto me falta para salir de aquí?

—Usualmente la gente intenta pasar a caballo.—Me sobresalto por la repentina voz a mi lado y termino cayendo de la roca.

La mujer a mí lado tenía el cabello blanco y largo, su piel era del color de la nieve y sus ojos tenían una tonalidad violeta con un círculo dorado en sus ojos. Era una mujer hermosa, alta y con una sonrisa perturbante, la magia que desprendía me asfixiaba al grado de querer salir huyendo, traía un vestido negro y un brazalete en un buceo. Primal, ella era una Primal y la única que puede rondar este lugar sin tener que recibir la furia de una Diosa era Syria, la misma Diosa y Primal que construyó este lugar y lo llenó de una magia aterradora.

El aliento se me atasco en la garganta al darme cuenta de a quién tenía enfrente, me puse de pie tan rápido cómo mis piernas podían e hice una reverencia, ella soltó una pequeña risa y sus ojos dorados se encendieron al ver cómo el collar quedaba colgando de mí cuello, dió unos largos pasos hacia mí y con su dedo índice lo tomó con delicadeza. En sus ojos había añoranza y melancolía, casi las mismas emociones que tenían los demás Primales al ver el collar pero en Syria no había sorpresa, era cómo si supiera quién tenía el collar y porque lo tenía.

An ember of ash.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora