☃︎ 𝒮𝓊𝓃𝓰𝒽ℴℴ𝓃.
29 de diciembre.
Hasta el momento, era todo bastante incómodo, ya que los dos vacilabamos entre la posibilidad tener algo o no tener nada.
-Entonces, ¿hacia donde deberíamos caminar? -indagó Jake.
-No lo sé, ¿hacia donde te gustaría?
-A cualquier lado.
-¿Estás seguro?
Sin lugar a duda, resultaba más atractivo estando sobrio, como la mayoría de las personas. Ahora emitía un aura encantadora, pero se trataba de un encanto inteligente, no superficial.
-Podríamos ir a High Line -propuse.
-No con Boris.
Ah, Boris. Parecía perder la paciencia con nosotros.
-¿Sueles seguir algún camino en particular cuando paseas perros? -le pregunté.
-Sí, pero no hace falta que lo sigamos ahora.
Parálisis. Parálisis total. Él me miraba de reojo. Yo lo miraba de reojo.
Titubeando, titubeando, titubeando.
Finalmente, uno de nosotros tomó una decisión.
Y no fuimos ni Jake ni yo.
Fue como si de repente, una orquesta de silbatos para perros hubiera comenzado a tocar la Obertura 1812 de Tchaikovsky. O como si un desfile de ardillas estuviera marchando al otro lado de Washington Square, embadurnadas con aceite. Fuese cual fuese la provocación, Boris salió corriendo como una bala. Esto hizo que Jake perdiera el equilibrio, resbalara en el hielo y cayera de lleno al suelo mientras la bolsa de caca salía volando por los aires. Para enorme deleite mío, mientras se desplomaba, Jake profirió un estridente: «¡HIJO DE PUNTO!», un insulto que no había oído con anterioridad.
Aterrizó con muy poca elegancia, pero no se hizo daño. La bolsa de excrementos casi le explota en la sien. Mientras tanto, soltó la correa de Boris, pero me lancé sin pensar a por ella. Ahora era yo quien tenía la sensación de estar esquiando sobre el cemento.
-¡Detenlo! -chilló Jake como si hubiera algún botón para apagar al perro. En cambio, lo único que hice fue añadir una resistencia inútil mientras él corría hacia adelante.
Estaba claro que tenía un objetivo en mente. Se dirigía hacia un grupo de madres, niños y cochecitos de bebé. Observé con horror como se había concentrado en la presa más vulnerable allí presente: un niño que llevaba un parche en el ojo y masticaba una barra de cereales.
-No, Boris, ¡No! -grité.
Pero Boris pretendía seguir con su camino estuviera yo de acuerdo o no. El niño lo vio venir y soltó un alarido digno de una niña con la mitad de su edad. Antes de que su madre pudiera alejarlo del peligro. Boris ya había chocado contra él y lo había derribado, arrastrándome a mí detrás.
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𝗥𝗘𝗗 𝗡𝗢𝗧𝗘𝗕𝗢𝗢𝗞 sᴜɴɢᴊᴀᴋᴇ
Teen Fiction𝑅𝑒𝑑 𝑁𝑜𝑡𝑒𝑏𝑜𝑜𝑘. "𝗛𝗲 𝗱𝗲𝗷𝗮𝗱𝗼 𝘂𝗻𝗮𝘀 𝗽𝗶𝘀𝘁𝗮𝘀 𝗽𝗮𝗿𝗮 𝘁𝗶. 𝗦𝗶 𝘁𝗲 𝗶𝗻𝘁𝗲𝗿𝗲𝘀𝗮𝗻, 𝗽𝗮𝘀𝗮 𝗹𝗮 𝗽𝗮́𝗴𝗶𝗻𝗮. 𝗗𝗲 𝗹𝗼 𝗰𝗼𝗻𝘁𝗿𝗮𝗿𝗶𝗼, 𝗽𝗼𝗿 𝗳𝗮𝘃𝗼𝗿 𝘃𝘂𝗲𝗹𝘃𝗲 𝗮 𝗰𝗼𝗹𝗼𝗰𝗮𝗿 𝗲𝗹 𝗹𝗶𝗯𝗿𝗼 𝗲𝗻 𝗲𝗹 𝗲𝘀...