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☃︎ 𝒮𝓊𝓃𝓰𝒽ℴℴ𝓃.

30 de diciembre.

Regresamos a casa de mi madre después de salir de la comisaría. La adrenalina que sentíamos era increíble: dábamos brincos y sentíamos que flotábamos como si la emoción de ser liberado hubiera convertido al mundo en una gigantesca cama elástica.

En cuanto cruzamos la puerta, Sunoo y Heeseung intentaron saquear la nevera, pero no quedaron satisfechos con lo que encontraron.

¿Flan de fideos? —preguntó Sunoo.

Sí, los hizo mi madre —les conté—. Siempre los guardo para el final.

Mientras Sana iba al baño y Ni-ki comprobaba sus e-mails en el teléfono, Jungwon entro a mi habitación. Sin ninguna intención libidinosa, simplemente para verla.

No ha cambiado mucho —señaló mientras observaba las frases que había colgado en las paredes.

Pequeños cambios —respondí—. Hay frases nuevas en la pared. Algunos libros nuevos en las estanterías. Algunos de los lápices han perdido la gama de borrar. Y las sábanas se cambian todas las semanas.

Así que aunque parezca que nada ha cambiado . . .

. . . las cosas cambian continuamente, sobre todo en los detalles. Así va la vida, supongo.

Jungwon asintió.

Es curioso que digamos eso: que así va la vida.

«Así viene la vida» suena bastante extraño.

Pero, a veces puedes ver venir el futuro, ¿no? Digamos que a veces incluso ves venir a un bebé.

Examiné su rostro en busca de algún indicio de sarcasmo o maldad. Y tristeza, también busqué tristeza, o remordimiento. Pero lo único que encontré fue diversión.

Me senté en la cama y me apoyé la cabeza en los brazos. Luego me di cuenta de que estaba siendo demasiado dramático y alcé la vista hacia él.

La verdad es que no entiendo nada de todo esto –confesé.

Él me contempló.

Me encantaría ayudarte —afirmó—. Pero no puedo.

Ahí estábamos. En algún momento durante la versión casi infantil de noviazgo que habíamos vivido, yo había actuado como si pudiera llegar a quererlo, cuando en realidad solo me gustaba de manera moderada.

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Me preguntaba que estaría haciendo Jake, cómo se sentiría. Sí, todo era confuso, pero no trataba de una confusión negativa. Quería verlo otra vez, de una forma en la que nunca había deseado verlo antes.

Sabía que el cuaderno se encontraba en mis manos. Solo quería escribirle las palabras apropiadas.

Mi madre llamó para ver cómo andaba todo. En el spa no había acceso a Internet y no solía poner la tele cuando no estaba en casa. Así que no tuve que explicarle nada. Le dije que habían venido unos amigos y que nos estábamos portando bien.

𝗥𝗘𝗗 𝗡𝗢𝗧𝗘𝗕𝗢𝗢𝗞 sᴜɴɢᴊᴀᴋᴇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora