01: March

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     Mi nombre era Zaika Shin, pero eso ya Usted lo sabe. Mi primer contacto con la justicia se dio en la comisaría Oi del distrito Shinagawa en 2014, cuando se abrió un caso judicial de investigación por la desaparición de Nakano Tsumiko, mi hermana mayor.

     En aquel momento fue imposible encontrarla aunque los equipos de rastreo juraron haber hecho el mayor de sus esfuerzos. Según los informes, mar y tierra fueron mapeados de inicio a fin inútilmente, para después de 7 meses (más otros 5 de engorrosa burocracia), declararla Legalmente Desaparecida y detener por completo las operaciones de búsqueda. De mí sabe que era médico, especializado en Cirugía General, y que trabajaba en el Hospital General Universitario de Showa, en Shinagawa, Tokio. Tengo 40 años al momento de fallecer. No me casé ni tuve hijos, y no me quedaba ningún pariente vivo.

     Hace un mes ha llegado a mi correo una notificación del Ministerio Judicial informando que Tsumiko será declarada Fallecida el mes próximo, junto con la solicitud de mi comparecencia ante el juzgado para realizar los trámites pertinentes, debido a que era yo su representante legal. Necesito hacer paréntesis aquí para aclarar que, de hecho, fue este evento lo que motivó la serie de acontecimientos engarzados que ha terminado con Usted leyendo esta mediocre esquela; pero mi objetivo aquí es decirle, Dr. Forense, que mi hermana mayor nunca desapareció: fue asesinada.

     Y como es de esperarse, claramente el mismo Departamento de Criminalística sugirió dicha posibilidad en su momento, sin embargo en aquel contexto me era imposible confesar algo así; que ella fue asesinada, que yo lo sabía, y que tuve perfecta consciencia de ello cada vez que salía con los equipos voluntarios de búsqueda, o cuando repartía inútiles volantes con su cara por las calles de todo Tokio, sabiendo que la persona en la foto jamás sería encontrada.

     La excusa de mi silencio es que intentaba proteger a mi madre, porque ya suficiente tenía con su enfermedad terminal como para sumarle el estrés y burocracia que acarrea una investigación por homicidio, y si bien tengo claro que ocultar secretos como este es considerado un crimen, tampoco quise hacer nada más que callarlo para reducir el dolor que conllevaba el tratamiento paliativo del único pariente vivo que me quedaba. No intento con esto justificar mis acciones, pero tampoco iba a elegir otra opción. Trate de entenderme, por favor, Dr. Forense.

     Entonces, para resumir, mi primera confesión de suicidio (qué genial nombre se me ha ocurrido ¿No cree?) es esta:

     Mi hermana fue asesinada.

     Y le va a suceder la segunda:

     Conozco al asesino. 

(...)

Hanzai no ShitaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora