06: July

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Tuve suerte de que aquella carretera, aquel pueblito y aquel lago fueran de esos olvidados por el gobierno que nunca reciben atención por parte de nadie excepto los ancianos que nacieron y han decidido morir allí. Los abuelos de mi padre eran de aquella zona y, gracias a los viajes que dábamos con él cuando vivían, la conozco como la palma de mi mano.

Cuando llegué a Hofukuji-machi, seguí el camino hacia el lago y llevé las bolsas ㅡTsumikoㅡ conmigo. Habría llegado aproximadamente a las 6:00 am, justo a la hora que abre el muelle. No fue problema pasar el control, ya que dividí el material entre la maleta de pesca y el bolso de cebo vivo; y para mi gran fortuna, el personal sabe que suelo frecuentar a esas horas cada cierto tiempo.

Tampoco fue complicado tirar las bolsas biodegradables en el agua cuando nadie más me veía y estaba lo suficientemente lejos. Los restos no tenían ropas ni joyas que pudiesen flotar o dañar a los peces (los enterré en el bosque), así que solo introduje algunas piedras para garantizar que no flotaran cuando comenzara la descomposición, y según los calendarios que vi cuando estaba decidiendo una fecha, la revisión rutinaria al fondo del lago acababa de cumplimentarse tres meses antes en la parte donde decidí tirar la basura.

Dado lo remoto del lugar donde dejé a Tsumiko, evaluaciones de estas se realizan una vez cada 10 años, por lo que en algún momento de 2024 estarán realizando otra.

"Pero en tu coche no había ninguna evidencia", dirá Usted. Es cierto que, como protocolo de investigación, la policía registró mi auto en busca de alguna prueba que pudiera incriminarme, como sospechoso que era. Pero soy médico cirujano, Dr. Forense, imaginará que tengo los conocimientos y el acceso suficiente a diversos métodos de esterilización. No iban a encontrar nada, porque sé mejor que muchos cómo cortar tejido humano sin convertir el lugar en una carnicería, no me tome por uno de esos psicópatas baratos de la tele que ocultan un asesinato con el mismo empeño que ponen en resistirse a sus instintos. Si necesitan una prueba de que mi declaración es cierta, vayan a los lugares que he dicho. Le dejo coordenadas al final de esta carta.

"¿Por qué ahora?" Se preguntará además, pero la causa principal de mis confesiones ya ha sido expuesta. Además de que ahora no mataré a mi madre de un infarto, la verdad se habría sabido si se llega a encontrar algún resto durante la inspección del lago este año, porque se abriría un caso que tarde o temprano les traería al expediente inconcluso de Tsumiko.

Mi otra razón, más personal, se reduce a ella misma. Debo admitir que desde hace algún tiempo (años, quizá) vengo experimentando una difusa sensación de inquietud a deshoras, que a veces me fuerza a cuestionar las ideas más elocuentes que han llegado a esta cabeza. Como secuela directa, conciliar el sueño se ha ido convirtiendo paulatinamente en algo cada día más imposible.

Especialmente en las noches, cuando el silencio ensordecedor de la madrugada no me deja otra opción más que escuchar mis propios latidos, la veo. Veo a Tsumiko, y ella me mira de vuelta, con el mismo enigma de aquella noche en una expresión diferente.

Ahora me mira en silenciosa petición, como rogándome ponerle fin a esta historia. Estuve meditando formas de hacerlo durante estos años, y la escena actual, junto a esta carta, son la única solución que encontré aceptable; aunque ciertamente dista mucho de lo que ella hubiera preferido presenciar.

Créame, soy consciente de que asesinar no está bien, pero nunca me  arrepentí de lo ocurrido esa noche.

Tres días después de mi intervención, Nakano Jun denunció la desaparición de su esposa, declarando que no sabía cuándo estuvo por última vez en casa, o a qué hora había salido. Decía la verdad. Nos fuimos de allí durante su jornada laboral nocturna, y él tampoco supo siquiera que yo había estado cerca. Su oficio requiere bastante dedicación y tiempo, por lo que seguramente no notó nada extraño cuando regresó cegado de agotamiento. Tampoco nos vimos durante la semana que vino a continuación (tengo un trabajo complicado también), hasta que coincidimos cuando fui a declarar mi versión de los hechos.

Ese día fui bastante confiado, para ser honesto. Por alguna razón, siempre he tenido talento para mentir, y desde el momento en que puse un pie dentro de aquella comisaría me dediqué a representar mi papel de hermano preocupado con un nivel de perfección tal que no hubo alma ninguna, ni siquiera mi madre, que notara el acto que ponía para ellos. Incluso recuerdo haber fingido perder los estribos y gritar algo como "¡Entonces la encontraré yo mismo si ustedes son incapaces!", cuando propusieron archivar el caso. Qué gracioso fue.

Nadie nunca volvió a sospechar de mí.

(...)

Hanzai no ShitaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora