03: June

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El esposo de Nakano Tsumiko era un hombre de esos que no abundan hoy en día; un tipo talentoso, comprometido, inteligente y atlético.

Provenía de una familia cristiana,  prestigiosa y acomodada (lo cual es poco usual aquí), pero no crea que era de estos fanáticos que únicamente repiten versículos de memoria como un reproductor averiado ante la mínima inconveniencia, no. Él era consecuencia directa de la cuna en la cual nació, pero por suerte su naturaleza intrínseca le permitió madurar para ser alguien con criterio propio sobre el mundo, y la disposición ciega para debatir y cuestionar civilizadamente cada una de sus creencias.

Nadie podría imaginar a simple vista que también era capaz de traicionar a la mujer con la que estuvo casado por 6 años bajo juramento ante su todopoderoso Señor.

Nuestras líneas se cruzaron cuando tenía 21, y habíamos sido cercanos desde los años de pregrado en la Universidad de Keiou, (donde eventualmente, también conoció a Tsumiko) por lo que comprendía de sobra su posición moral respecto a la traición y las relaciones de pareja. He aquí la cuestión, Dr. Forense, que Nakano Jun nunca estuvo enamorado de mi hermana.

Como él confiaba en mí, era consciente de su verdad desde hacía mucho, por eso no fue sorpresa escuchar que estaba viéndose con alguien más. Nakano Jun vivía según la idea: "Sin cuerpo, no hay crimen", así que según él, si no le descubrían, no pecaba. Fue gracias a esa mentalidad que pudo llevar un estilo descontrolado y libertino durante toda su juventud, a pesar de que la otra mitad de su vida estuviera limitada por las restricciones religiosas impuestas por su ascendencia. También decía que la traición no existe en un matrimonio sin amor, por tanto, lo que hacía no calificaba como tal en su ideología personal.

Yo no sé mucho de su religión, ya que en vida me negué rotundamente a ir a la iglesia católica, así que no estoy seguro hasta qué extensión esto se alinea con los valores y costumbres impartidos en esta; pero tengo la certeza de que él no la quería cuando la invitó a salir, ni cuando se hicieron novios, ni cuando le llevaba flores a nuestra casa; ni siquiera cuando le propuso matrimonio, y se casaron.

Nakano Jun nunca amó a Zaika Tsumiko.

Esa es mi tercera confesión.

¿Alguna vez se ha enamorado, Dr. Forense? ¿Entiende Usted lo que es sentir algo así por alguien? Yo no estoy seguro. Nunca me enamoré como se enamora la gente en los libros de romance.

La mayor parte de mi vida tuve la cabeza llena de conflictos demasiado variopintos como para estar pensando demasiado rato en algo como el amor romántico. Si Usted me preguntara qué creo del amor, en lugar de pensar en cierta sonrisa, en ciertos ojos afilados, o en cierta mandíbula firme, yo pasaría el tiempo averiguando cómo se enamora la gente, por qué los humanos lo consideran tan importante, y por qué tiene fama de completarte, hacerte crecer como persona, y prácticamente garantizar la felicidad definitiva máxima que te promete el universo al nacer.

Después de días de meditarlo y estudiar, vendría a donde está Usted y le entregaría un ensayo lleno de pretenciosas palabras científicas, argumentando que el "amor" es otro instinto de supervivencia disfrazado de dialéctica que nos forzamos a performar para que existir en este mundo nos resulte menos desesperante. Y Usted se burlaría de mí, porque no entendió una palabra de lo que dije.*

Pero Jun-san...

Con Nakano Jun era distinto. Aún puedo recordar la manera en que sonreía mientras yo divagaba sin parar cuando me hizo esa misma pregunta, una noche en cierto bar donde nos reuníamos a beber y a hablar de la vida, allá por los 2000.

"Aquellos que buscan excusas lógicas a menudo enloquecen de la forma más ridícula cuando se enamoran." Dijo él.

"¿No es eso una Generalización Apresurada?" Me burlé, pero Jun-san continuó su idea.**

Hanzai no ShitaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora