07.4: Thursday IV

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Era tan bueno este chiste, que ameritaba las carcajadas. En ese momento, debió empezar una llovizna, porque de pronto mi cuerpo entero se heló, y sentí el traje empaparse.

"Quizá no eras tan ilusa como creí, después de todo." Le respondí.

Quizás, en su mentalidad altruista y bonachona, pensó que su función en la vida había sido proteger el afecto que Jun y yo compartíamos, y se resignó a ser el telón tras el cual escondíamos nuestra realidad. Tal vez lo hizo porque le amaba, o porque me amaba a mí, o tal vez tenía razones más personales para hacerlo, pero eso ya nunca se sabrá.

Y tampoco era mi prioridad en ese instante.

Yo había descuartizado a mi propia hermana, estaba dispuesto a hacer mucho más por nosotros y él... ¡Él solo tuvo los cojones suficientes para meter a alguien en su casa mientras yo quemaba incienso en una habitación vacía! Pequé por Nakano Jun, doctor. ¿Qué más necesitaba probar? ¿Qué más necesitaba hacer?

¿Cuánto más tenía que pagar para cubrir lo que valimos?

"Zaishin, tranquilízate, por favor. Iba a decirte cuando formalizáramos. No me mires así, sabes que no puedo... tú eres la única persona importante para mí en este mundo. Tú siempre serás el único. Pero no puedo evitarlo."

Sin cuerpo, no hay crimen.

Había pasado un año, doctor ¿De verdad me lo iba a decir?

La excusa de mierda que se inventó para apaciguarme no dejaba de dar vueltas en mi cabeza, y mientras más giraba, más sacudía de mí la calma. Había una verdad inherente a ella que me negaba a reconocer, e intenté asfixiar los gritos entre la sangre que escurría de mis manos, pero no era suficiente.

No existe traición sin amor.

Que yo era el único, decía; ¡Cómo iba a ser yo el único si no hubo un momento de nuestra maldita historia donde fuéramos solo dos! "No existe traición", mis cojones. Lo que no existe, es clemencia.

Estaba frenético, me estaba desbordando algo en lo que nadie disfrutaría nadar, y comenzó a nacer en mí el profundo temor a que, en un final, Jun decidiera mentir para siempre y sacarme de su vida.

Él aguantaría nuestra ruptura, yo no.

"¡Zaishin! ¡Zaika Shin!"

No soportaría ver cómo se aislaba del mundo y se rendía ante aquellos que le hacían miserable. Estaba furioso con él, sí. Pero también me daba asco la idea de verle obligado a actuar para siempre como alguien que no era. Verle escoger a otro por encima de mí, a su reputación por encima de mí, a ser hipócrita por encima de mí.

¿Cómo mierda puedes salvar a quien ha decidido condenarse?

Verle así me ahogaría. No por falta de aire, sino por el peso que me hundiría. No le permitiría hundirme.

"¡Shin!"

Eliminaría todo aquello que le obligara a fingir, degollaría a quien tuviera que degollar, y terminaría siendo yo la única persona de confianza en su vida. ¿No era acaso la idea más lógica?

Podría encerrarlo en algún lugar lejano que solo yo conociera. No le dejaría otra opción más que pasar la eternidad conmigo, dedicándose en cuerpo y alma a mí, en la salud y la enfermedad hasta que la muerte partiera nuestros caminos. Incluso de esa forma sería más libre que con la vida que llevaba ahora mismo ¿No coincidía eso con la interpretación de amor que daba su Dios?

Si tanto adoraba estar preso, entonces sería yo su carcelero. Le haría tragarme y dejarme para siempre dentro suyo. Iba a tragármelo yo a él.

Empecé a construir un plan de acción. Estaba completamente enfocado en mi nuevo objetivo. Estaba tranquilo y centrado, decidido a seguir arruinándome por los dos. Cálculos y esquemas flotaban en mi cabeza, opciones y alternativas eran sopesadas objetivamente, y poco a poco empezaba a formarse la salida victoriosa a esta situación, como un plano dentro de mi cabeza, pero entonces algo me trajo de regreso. Escuché las palabras que creí jamás saldrían de su boca. Escuché su sonido y el sonido de mi última esperanza desgarrarse mientras comprendía su significado.

"Ya es suficiente."

La mano de Jun sangraba mientras presionaba el filo de aquel cuchillo fuera del cuello de la criatura debajo de mí. Mi vista se aclaró, y vi un par de ojos de reptil desérticos que miraban directamente a los míos en pánico, al mismo tiempo que más sangre escurría de la herida en su garganta, pero el veneno en ellos jamás me haría daño. No estaba muerta, desgraciadamente.

"¿Para esto murió Tsumiko-chan? ¡Suéltala ya!"

"¡Cierra la boca! ¡No tienes derecho a nombrarla!"

Tsumiko no hacía nada. No decía nada. No se movía. Realmente parecía un cadáver, pero seguía sonriendo.

La mano sangrante de Jun entrando en mi radar hizo que drenara la fuerza de mi puño, y solté el cuchillo de una buena vez para ponerme en pie. Muchas ideas pasaron por mi cabeza en ese instante. Me pregunté si acaso Jun detendría también un cuchillo de cortar mi garganta con su propia mano desnuda.

Quería vomitar. Él no lo haría.

La serpiente se levantó sosteniendo su cuello con una mano y salió corriendo hacia el baño. Si dijo algo, no lo escuché.

"¿Acaso te volviste loco? ¡¿Qué eres?! ¡¿Un psicópata?! ¿Crees soy capaz de pasar por alto lo que has hecho?"

¿Qué?

"Entiéndelo, Zaika Shin. No puedo renunciar a mi vida por ti."

Oh.

Solo alcancé a echar un último vistazo a los destellos de sus ojos, llenos de pánico, antes de que saliera de mi vista, y entrara al baño también. Desde donde estaba, podía escucharle preguntándole a aquella criatura si estaba bien.

Recordé el retrato de mi madre que había dejado sobre un osario esa misma tarde.

Levanté el cuchillo del suelo y lo llevé a la cocina. Lo fregué correctamente y luego regresé a la sala de estar para limpiar las gotas de sangre que habían manchado el suelo.

Las voces que venían desde el baño eran clavos en mis oídos. Miré a mi alrededor y los muebles, los cuadros, todo seguía existiendo en completa normalidad, inerte a las náuseas y los golpes de mi pecho, como si nada inusual hubiera sucedido. Una vaga imagen de Jun, Tsumiko y yo mirando la tele, sentados en aquel sofá amagó aparecer en algún recóndito lugar de mi mente, pero era tan irreal que se desvaneció al instante. Me pregunté si de verdad algo como eso había pasado, o si lo soñé tantas veces que terminé convencido de que era un recuerdo real.

El salón permanecía impecable. La única mancha de sangre restante estaba en mi camisa, y no veía a Tsumiko por ningún lado. Todos se habían ido. A lo mejor, el verdadero sueño era este. Quise creer eso.

Fracasé cuando él salió del baño y caminó hacia mí, porque aunque por primera vez fui incapaz de reconocer su rostro, el látigo de sus palabras jamás dolería de esa forma en un sueño.

"Vete de aquí antes de que llame a la policía."

De todas las salidas que pudo elegir, la más viable para él fue deshacerse de mí.

"Y piérdete de mi vida."

Realmente quería morirme.

(...)

Perdón olvidé q tocaba actualizar mdkfjajaja

Hanzai no ShitaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora