2: ¿Quiénes somos?

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Lucas

Golpeo la mesa tres veces y me detengo antes de darme cuenta que he perdido el ritmo que tenía en la cabeza. Suelto un suspiro, me echo hacia atrás en la silla y miro al techo del estudio.

El reloj reza que falta un minuto para que...

—Lucas, hora de irnos —luego de que la puerta se abre, la voz de Lexi inunda la habitación.

En otras circunstancias, que me interrumpan justo cuando estoy tratando de recordar una idea me estresaría; sin embargo, estamos hablando de ella, así que está bien.

Han pasado dos semanas desde que comenzó a trabajar en la disquera, desde que comenzó a trabajar para nosotros, aunque a veces parece que nosotros lo hacemos para ella. Una parte de mí ama el hecho de que nuestro grupo tiene una asistente a su cargo, y la otra detesta perder mi insana libertad de quedarme más horas de las recomendadas metido en mi computador probando nuevas cosas y plasmando ideas.

—No avancé nada, ni un poco —chasqueo la lengua, buscando mis sandalias con los pies.

—Si no dejaras todo lo que comienzas a medias, tal vez avanzarías algo —opina, cosa que no puedo debatir—. Iván me dijo que solo le dices una y otra vez ''tengo una idea'' y jamás se las muestras cuando se trata del grupo.

Mi mayor problema es mi incapacidad de terminar las cosas.

Hoy Lexi usa sus típicas trenzas. Me gustan porque dentro de sus mechones castaños oscuro, que son mayoría, tiene uno que otro mini mechón decolorado que crea una linda corriente mientras se entrelazan. Tiene el cabello muy largo ahora, considerando que sus trenzas le llegan a mitad del torso. ¿Cuánto tiempo tendrá dejándoselo crecer?

—¿Los demás están en el auto? —pregunto.

—¿Tú qué crees? —me sonríe con impaciencia—. Andando.

Dicho eso, regresa por el pasillo. Yo me levanto al instante, tomo mi laptop, la meto en la mochila y con eso le sigo los pasos, no sin antes apagar la luz y cerrar bien la puerta.

Dos semanas desde que volvió a mi vida y es como si jamás se hubiese ido, como si los últimos diez años una parte de ella hubiese estado constantemente acompañándome en silencio, aun cuando pensé que me había olvidado de su voz y de sus típicas muecas que expresaban más que las palabras. Ver que sigue teniendo lo mejor de aquella chica que volteó mi mundo de cabeza cuando apenas comenzaba a descubrir lo que significaba sentir más que felicidad y tristeza es reconfortante.

Camino detrás de ella, y veo como se echa sus trenzas a la espalda.

Esas trenzas me recuerdan a la primera vez que di un paso adelante por alguien.

Mis ojos no podían creer lo que veían. Repetí la escena en mi cabeza un par de veces antes de confirmar que sí había sucedido.

La tijera viajo por el aire, tomada por la mano de Kai que, sin dudarlo, jalo la trenza derecha de Lexi y la cortó a la altura del cuello. Tuvo que hacerlo con mucha fuerza, además de abrir y cerrar el objeto dos veces porque con el primer ataque no había alcanzado a cortarla del todo. El resultado de eso fue una Lexi con la mitad del cabello aniquilado encima de los hombros.

La pobre chica no podía creer lo que había pasado. Cuando las risas lejanas y los sonidos de sorpresa iniciaron, ella se tocó el lugar donde antes solía haber una larga trenza y abrió la boca, antes de voltear a ver a Kai, quien meneaba el mechón en el aire con una sonrisa burlona. Antes nunca la había visto tan afectada por alguna acción de Kai, pero esa vez ni siquiera ella pudo ocultar sus sentimientos.

Esas canciones que nunca te mostréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora