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Esperaba muerta de calor en el lobby del hotel, el tarado de Enzo estaba como diez minutos tarde y yo estaba ahí que me moría del calor. Gracias a Licha tenia que tapar mi cuello, por lo que me puse el polerón que me presto el otro día junto a unos lentes por si me reconocían.

Aun estaba tratando de entender para que Enzo dijo que saliéramos, de seguro el tarado lo hizo para molestarme. Estaba hablando con Paulo por que me había preguntado si hacíamos algo mas tarde, a lo que acepte aun que tenia que tener cuidado con las marcas, no quería darle una mala impresión.

– Bue princesa - que cara de mongólico que tiene – a donde tan abrigada - Enzo se acercó con una sonrisa burlona en el rostro, evidentemente disfrutando de mi situación. Ignoré su comentario y me limité a darle una mirada desafiante.

– Parece que no tienes sentido de la moda, Enzo. ¿Vamos? – dije y asintió sonriendo, que acaso el boludo no iba a dejar de sonreír.

salimos del hotel y camino en dirección a la playa

Enzo siguió caminando con confianza hacia la playa, y yo lo seguí sin tener la menor idea de a dónde nos dirigíamos. La brisa marina comenzó a refrescar el ambiente, y al menos eso ayudaba a soportar el calor del polerón.

– ¿Podrías al menos decirme a dónde me estás llevando? – pregunté, intentando sonar indiferente, pero la verdad es que mi curiosidad estaba en aumento.

– que tonta, acaso no ves que vamos a la playa – rodé los ojos

– a la playa Jeremías? – dije entre risa nombrando su segundo nombre, no es que lo hubiera googleado, es que estaba en instagram.

– uuuy princesa una pena que no se tu segundo nombre – dijo haciendo un gesto con las manos – y si vamos a la playa, me da una pena tener que ir solo y justo estabas tu –

Al llegar a la playa, Enzo se sentó en la playa y empezó a hacer mate, me invito a hacer lo mismo. Miré a mi alrededor y noté que no había nadie más, lo cual me resultó extraño. ¿En serio nos había traído a la playa solo para molestar?.

Me senté cruzándome de brazos, para hacer un día tan caluroso la playa estaba casi vacía, pero era relajante escuchar los sonidos de las olas, y la presencia de Enzo ya no molestaba tanto.

– entonces tu y Licha –hablo Enzo y negué

– no, no pasa nada con Licha, solo somos amigos nomas –

– aah bueno, así decimos a los amigos ahora – que pereza tener que estar dándoles explicaciones a Enzo, pero tenia que, no estaba en una buena posición ahora mismo.

– Ya pero amigos que cruzan la linea sin involucrar sentimientos – asintió – tan difícil es entender Enzo –

Rodó los ojos y me paso el mate, pero yo lo negué, era una vergüenza decir que en realidad no me gusta pero era así, su sabor no era mi preferido.

– No me gusta –

Enzo me miro sorprendido y tomo el mate devuelta.

– Que te quiten la nacionalidad – me había hecho reír por primera vez

– Tengo nacionalidad Estadounidense tarado –

Enzo soltó una carcajada y pareció relajarse un poco. Estábamos sentados en la playa, conversando sobre cosas sin importancia. Resultaba sorprendente cómo, a pesar de nuestras constantes discusiones, había momentos en los que podíamos hablar como si fuéramos simplemente dos personas normales.

– Entonces, tu segundo nombre? – dijo jugando con la arena

No me gustaba mi segundo nombre, había sido nombrada así por mi abuela paterna, la cual falleció hace muy poco. Era una pena que nunca había podido pasar tanto tiempo con ella.

– Mary – dije tensa y Enzo noto como cambio mi animo

– Que hablas boluda, pero si es re lindo – otra vez me había hecho reír el tarado – Lara Mary princesa Aimar. Bueno, princesa, al menos ya te he sacado una risa. Deberías sonreír más, te queda bien - comentó Enzo, y me miró de una manera que no había visto antes.

No supe exactamente cómo interpretar su comentario, pero no pensé en profundizar en eso. En su lugar, cambié de tema y le pregunté sobre su vida, su carrera y cómo había llegado al fútbol profesional. Resulta que siempre fue muy apasionado por el futbol, se podía notar en sus ojos la pasión, mientras hablaba, algo similar que le pasa a mi padre.

Empezó a hacerse mas tarde y caminamos de regreso a mi hotel, a la vez hablábamos de nuestra vida, de algo que me di cuenta es que nuestra personalidad era muy parecida, tal vez por eso nos costaba tanto llevarnos bien.

Nos despedimos en la puerta de mi hotel.

– Gracias por la tarde, Enzo. Aunque mi orgullo me esta matando, no estuvo tan mal – comenté con una sonrisa.

– Ya sé, princesa. No siempre soy un pesado. La próxima vez, deja de ser tan seria, ¿sí? – respondió con una mirada juguetona.

No sabia que pensar de esta "salida", pero al menos parecía que Enzo y yo habíamos encontrado un terreno neutral por un momento.


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Tarado - Enzo FernandezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora