Un día, mientras descansaba en su humilde morada, Haruki Yamada, un exorcista de alto nivel, recibió una noticia que cambiaría su vida para siempre. Le entregaron una misión especial: exorcizar a un hombre imposible de controlar, un peligroso pirata...
Este fanfic no sigue la historia original de la serie o el anime. La idea es totalmente mía.
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—¿Cómo piensas romper el encantamiento?
—Primero, debo bendecir los pétalos de la Flor Zoll. Luego, tendré que entregárselos a Zoro.
Nami fija sus ojos en mí. Quizás es el tono de mi voz, apagado hoy, en este día que hemos llegado a la isla.
—Siento como si no quisieras romper el hechizo... —comenta ella. Me detengo en seco, interrumpiendo nuestra marcha en busca de la maldita flor.
—Desde el instante en que me besó, he querido acabar con este hechizo, Nami.
—No lo sé... No lo parece.
¿No lo parece? ¿Acaso estoy tan triste? No quiero repetir una historia que ya terminó mal. Zoro está bajo el control de un hechizo; Xander y yo estábamos enfermos. No voy a permitir que su vida sea arruinada por una simple broma que se salió de control. Zoro merece ser libre de esta maldición. Él tiene la oportunidad de librarse de esta enfermedad; yo no.
Quizás es por eso. Porque me consume una profunda envidia que él pueda liberarse de esto y yo no.
Reanudé mi marcha, con los pétalos de la Flor Zoll ocupando mis pensamientos. El crujido de las hojas bajo mis pies era el único sonido que me acompañaba, hasta que escuché los pasos de Nami apresurarse detrás de mí.
—Haruki —llamó ella, con un tono más suave—, ¿puedo preguntarte algo sobre Xander?
El nombre me produjo una punzada en el pecho, pero seguí caminando, sin girar la cabeza.
—Dame tiempo, Nami —respondí, con voz grave—. La historia entre Xander y yo es demasiado horrible como para contarla.
Nami suspiró, acelerando el paso para colocarse a mi lado.
—No exageres, Haruki. No hagas drama. Todos tenemos historias complicadas. Incluso yo he encontrado a mujeres atractivas, ¿y qué tiene de malo?
Me detuve de nuevo, esta vez girándome para mirarla. Mis ojos, normalmente llenos de determinación, estaban ahora cargados de tristeza y cansancio.
—Nami, no es solo atracción. No es tan simple como eso. Lo que ocurrió con Xander…
Las palabras se me quedaron atrapadas en la garganta, como si pronunciarlas hiciera que el dolor fuera más real. Nami me observaba en silencio, esperando. Pero no podía, no en ese momento. No aquí.
—Por favor, Nami, solo… déjame concentrarme en romper el hechizo de Zoro. Habrá tiempo para hablar de Xander después.
Ella asintió, comprendiendo que no debía presionarme más por ahora. Ambos retomaríamos el camino en silencio, mientras la búsqueda de la Flor Zoll continuaba. Pero en mi mente, los recuerdos de Xander no se iban; eran un peso que llevaría conmigo hasta que estuviera listo para enfrentarlos.
