Desde el momento en que Zoro se comió las galletas hechizadas, nuestras vidas tomaron un giro inesperado. Lo que comenzó como un simple experimento con Nami, se convirtió en algo mucho más complicado de lo que imaginamos.
Al principio, me costó aceptar la idea de fingir ser pareja de Zoro. ¿Cómo podía involucrarme en algo tan falso? Sin embargo, la mirada de desesperación en los ojos de Zoro me hizo ceder. No quería que sufriera las consecuencias de una poción que yo mismo había creado.
Así que comenzamos a actuar como pareja—bueno, más bien yo, comencé a fingir estar enamorado de Zoro en lo que llegábamos a la isla Ikiru— Paseábamos de la mano por el barco, nos abrazábamos y nos comportábamos como cualquier pareja enamorada. Aunque inicialmente fue incómodo, poco a poco, me di cuenta de que Zoro realmente puede llegar a ser un amor de persona. Su personalidad arrogante e irritante había desaparecido y ahora todo lo que había era un dulce y tierno caramelo que quería tenerme a su lado todo el tiempo.
En cuanto Zoro comenzó a mostrarse más cariñoso y atento algo me hizo eco en el cerebro. Sus abrazos se volvieron más cálidos y sus besos en las mejillas, más tiernos. Me encontré sonriendo más de lo habitual y disfrutando de su compañía de una manera que nunca había experimentado antes. Hasta Nami me dijo que a veces de verdad parecíamos una pareja real.
Sin embargo, había algo diferente en Zoro desde que comió las galletas. Su actitud había cambiado. Se volvió más abierto y expresivo, mostrando más amor y ternura hacia mí. Era como si las galletas hubieran desbloqueado algo dentro de él, y ahora estaba dispuesto a revelar sus verdaderos sentimientos.
La noche había caído y como siempre, desde hace ya dos meses, cada quien estaba en su camarote preparandose para ir a la cama.
Honestamente la noche era mi momento favorito, era el único momento en que no tenía a Zoro encima todo el tiempo.
Me encontraba en mi habitación, listo para irme a dormir. Me cepillaba los dientes mientras me preparaba para acostarme en mi cama. La tenue luz de la lámpara de noche creaba una atmósfera serena y relajante.
De repente, la puerta se abrió lentamente y para mi sorpresa, entró Zoro, mi querido novio, con una sonrisa tímida en su rostro. Dejé de cepillarme y lo miré con curiosidad, preguntándome qué era lo que estaba pasando.
—¿Estás bien?
Zoro se acercó hacia mí, tomó mi mano y buscó mi mirada con ternura.
—¿Haru, podrías acompañarme esta noche?—, me preguntó en un murmullo suave.
Mis mejillas no tardaron en sonrojarse, retrocedi un poco ante Zoro y lo miré nervioso.
—N-No estoy seguro, Zoro. Quiero decir, normalmente dormimos cada uno en nuestra propia habitación—, respondí, tratando de explicar mi punto de vista. Pero Zoro me interrumpió con un tono dulce.
—Sé que es algo diferente a lo que estamos acostumbrados, pero somos novios y deberíamos poder acompañarnos cuando queramos. No tienes que preocuparte por las normas, solo quiero pasar tiempo contigo.
¿Pasar más tiempo conmigo? ¿No es suficiente que me tenga de la mano todo el día y además me quiera besar cada cinco minutos?
—No, no, no, por algo tú tienes tu habitación y yo la mía, ¿Está bien?
Su rostro se endureció, pero luego volvió a sonreír. Últimamentr sonreír es su actividad favorita...
—Pero las parejas también duermen juntas a veces, vamos... Sólo por hoy, que está lloviendo. Te oí con Nami hablando sobre que te dan miedo las tormentas, lo mejor como tú novio es apoyarte y quedarme aquí para cuidarte.
—¿¡Nos espíaste?!
—No, no lo hice. Iba pasando y escuché sin querer queriendo y eso me recuerda, no me agrada del todo el tiempo que le das a Nami...
—¿Ah? Pero si es mi amiga, es normal.
—Si, pero tú eres MI pareja, no de ella.
—No puedes prohibirme hablar con Nami. Y a mí no me dan miedo las tormentas.
De repente, un trueno estalló en el cielo, más fuerte y cercano que los demás. Me sobresalté tanto que salté del susto. Y entonces, sin previo aviso, ahí estaba Zoro. Me encontré en sus brazos, mis pies apenas tocando el suelo. El calor y la calma de su cuerpo envolvieron mi tembloroso ser, disipando mi miedo instantáneamente. Zoro me sujetaba con firmeza, como si quisiera protegerme de todo el mundo exterior.
—¿Ves que tienes miedo?
—¡Bájame!
Aún con los labios extendidos, Zoro me bajó de sus brazos mientras yo iba a mirar hacia la ventana. La lluvia golpeaba contra los cristales de mi ventana mientras una tormenta se desataba afuera. Cada rayo que iluminaba el cielo me enviaba un escalofrío por la espalda, y el estruendo ensordecedor de los truenos me hacía saltar del miedo.
Si bien no quería estar solo, tampoco quería la compañía de Zoro ahí.
Aún que.... Al dormir juntos, ¿Qué es lo peor que podría pasar?
—¿Y bien?—sus fuertes brazos me rodean por la cintura—, ¿Puedo quedarme?
—De acuerdo, Zoro. Acompañame esta noche.—dije, pronto comencé a arrepientirme.
Zoro expresó su felicidad con una sonrisa radiante y me abrazó con ternura y mucha, mucha fuerza.
—Acomodate mientras me cambio de ropa.
Zoro me hace caso y yo vuelvo al baño de mi camarote. Cambio mi nuevo atuendo hecho por Nami y me pongo un pantalón de tela suave y una camiseta blanca. Al salir, veo al hombre robusto ocupar la mitad de mi cama.
Me recosté a su lado sin topar nuestros cuerpos, cuando estoy a punto de poner mi cabeza contra mi almohada, veo que el peli verde me hace una seña de usar a pecho como aparato de descanzo.
—Esta bien... No quiero incomodarte.—le dije, pero el negó y me insistió en silencio.
Tragué saliva y mi cuerpo comenzó a temblar, asentí tranquilamente ya que lo unió que quería era dormir, y apoyé mi cabeza contra su pecho y escuché los latidos tranquilizadores de su corazón. Sentía sus brazos rodeándome con ternura y me permití relajarme en su abrazo reconfortante. La tormenta seguía rugiendo afuera, pero Zoro era mi refugio en medio de todo el caos.
—Estoy aquí, Haru—, susurró Zoro suavemente.—No tengas miedo, estoy contigo—. Sus palabras me llenaron de una profunda e inexplicable sensación de tranquilidad. Sabía que podía confiar en él, que siempre estaría ahí para protegerme cuando el mundo pareciera desmoronarse a mi alrededor.
A mi mente volvieron los recuerdos... Me quedé dormido pero, mis nervios no terminaron ahí...
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I Fucking Love You (Zoro X Male Reader)
AcakUn día, mientras descansaba en su humilde morada, Haruki Yamada, un exorcista de alto nivel, recibió una noticia que cambiaría su vida para siempre. Le entregaron una misión especial: exorcizar a un hombre imposible de controlar, un peligroso pirata...