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Eren Jeager amaba el patinaje sobre hielo.

Lo que al principio era aprender a patinar solo por querer unirse al equipo de Hockey local, termino en un amor incondicional al patinaje en hielo. Y aunque no fuera el mejor, a Eren le gustaba el patinaje artístico.

Aunque para muchos sólo era ballet con pasos extra, que vale, si incluye aprender ballet, para Eren era mucho más que eso.

Era comunicar emociones a través de movimientos coordinados, era tener equilibrio sobre un par de cuchillas metálicas, era mostrar sus sentimientos de manera no violenta, era tristeza, amor, enojo, felicidad, era arte.

Ese día, Eren había logrado terminar sus tareas y se dirigió directamente a la pista de hielo que se mantenía abierta todo el año, saludó a la recepcionist y se dirigió a la pista usual, pero cuando estaba por entrar, Riko lo detuvo.

- Oye, no quiero arruinarte la diversión pero la pista fue apartada. - Dijo la mujer de cabello plateado.

Eren se giró con sorpresa clara en sus ojos.

- ¿Qué? ¡Pero nadie la ha apartado nunca! - Exclamó el castaño con molestia, la recepcionista bufo.

- Si quieres ir y ver puedes hacerlo, pero tendrás que esperar hasta las 5 para usarla.

El castaño gruño y reacomodo su mochila en su hombro. Volver a casa solo para salir 2 horas después sería una pérdida de tiempo y una molestia, pero tampoco quería parecer un rarito si se quedaba y resultaba ser una fiesta o algo.

- ¿Quién rento la pista? - Preguntó Eren paea asegurarse de tomar una decisión medianamente correcta.

Riko lo miró por un par de segundos y luego dirigió su mirada a los papeles en su escritorio.

- No te puedo dar nombres, va contra las políticas, pero te puedo decir que fue para prácticas de patinaje artístico.

El castaño se giró sorprendido, sus ojos brillando con curiosidad y dirigiéndose hacía la pista.

- Dijiste que podía entrar, ¿no? - Sin esperar confirmación, Eren avanzó a la entrada y entró silenciosamente.

De las bocinas sonaba música, una melodía de piano suave y nostálgica, simple pero efectiva. El sonido se mezclaba con el ruido de las navajas de los patines cortando en el hielo, una mezcla que lograba volverse armoniosa de manera natural.

Las luces brillaban y se reflejaban en el hielo opaco y artificial de la pista. Y entonces lo vio.

Lo primero que vio fue su cabello, dorado y largo, parecía rayos de sol flotando con cada giro ejecutado. Lo siguiente fue su cuerpo, delgado y elegante, pequeño y delicado, absolutamente hermoso. Sus brazos se movían al compás del piano, sus caderas se balanceaban llamativamente y sus piernas mantenían el equilibrio casi milagrosamente.

Parecía un absoluto profesional, sus movimientos calculados y perfectos sólo ocasionaron que el corazón de Eren comenzará a latir con fuerza.

Cuando la nota final es tocada y el rubio se detiene, Eren siente que su corazón es arrancado de su pecho al ver sus ojos, una mirada azul tan profunda y brillante que siente que se ahoga en ellos.

- ¡Oi, mocoso! - Exclama una voz desconocida sacando a Eren de su ensueño.

Un hombre de cabello negro y ojos afilados avanza en primera fila llamando al rubio que robó su corazón.

- Te fallo el tercer giro, necesitas pulir tu movimiento de brazos y ya te dije que o te amarras el cabello o te lo corto. - Citó el pequeño hombre con voz aparentemente venenosa.

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⏰ Última actualización: Jan 01 ⏰

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