• ° Everything Stays ° •

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El cumpleaños de Armin estaba a la vuelta de la esquina.

Y Eren no sólo estaba demasiado ocupado como para conseguir un regalo, sino que estaba prácticamente cumpliendo una sentencia de trabajo forzado en ese momento.

La recuperación de la Muralla María terminó hace unos cuantos días, los reportes fueron entregados y tanto él como Mikasa habían terminado en el calabozo por atacar a un superior. Armin logró reducir su sentencia a cambio de algo de trabajo de limpieza extra, lo cual era justo si fueran honestos.

En ese momento, Eren estaba barriendo algunos escombros dentro del distrito de Shiganshina mientras Mikasa cargaba la única carretilla que les dejaron con los escombros que Eren barría.

Ambos están solos, el resto de sus compañeros trabajan en limpiezas dentro de la Muralla María, Jean y Armin incluso obtuvieron escuadrones provicionales para trabajos de limpieza en el interior. Eso hizo que Eren sintiera algo de orgullo.

— Deberías decirle. — Murmura Mikasa, arruinando el cómodo silencio en el que trabajaban.

Eren se sonroja, sabiendo exactamente de que está hablando su hermana. Voltea a verla rápidamente notando como pese a que su rostro es neutro, sus ojos brillan con algo desconocido.

— Lo voy a hacer. — Es la única respuesta de Eren quien vuelve al trabajo con el rostro rojo. — Pero no sé cuando... O cómo...

Mikasa parece querer decir algo, pero Eren es distraído por un pedazo de madera extrañamente familiar. El castaño se inclina y lo recoge con suavidad, quitando la tierra y plantas que lo cubrían con fervor.

El aliento es arrancado de su pecho cuando es capaz de leer el texto tallado en el cartel de madera. Mikasa nota su sorpresa y se acerca a leer el cartel, ella misma se sorprende también y ambos miran alrededor comenzando a notar la familiaridad en los edificios.

— ¿Es aquí?

La voz de la joven es suave, casi como un susurro robado por el viento.

Eren se levanta rápidamente y avanza por una esquina que conoce a la perfección, ahí, puede ver ese edificio que era dueño del cartel. La vegetación devoró la mitad del lugar, las ventanas están opacas por el polvo y la puerta abierta esta rota por la humedad, pero pese a eso, está intacta.

— Eren, ¿Vas a entrar? — Pregunta Mikasa suavemente, a diferencia de él, ella no tiene muchas memorias del lugar, pese a seguir sintiendo nostalgia de ver el lugar en pie. — No creo que vengan a vernos en una hora o dos, puedes entrar si así lo quieres.

El joven deja ir un suspiro, sus ojos brillan con nostalgia y siente que podría llorar sólo por la vista de aquel edificio. Mira a su hermana por un segundo antes de asentir con agradecimiento y avanzar en dirección de la casa.

El interior es igual que como lo recuerda, sólo más descuidado y sucio, hace que su pecho duela cuando avanza por los pasillos y la madera cruje bajo sus pies.

Camina con cuidado, tocando las sucias paredes con nostalgia, algunos cuadros están en el suelo ya rotos e inservibles. Su atención es atraída al instante por una puerta al final del pasillo, va en su dirección, abriendola con lentitud y tristeza.

Es la habitación de un niño, la cama es pequeña, demasiado pequeña, y tiene un librero lleno de libros, habían un par de juguetes de madera yacían rotos en el suelo y el armario tiene una puerta rota también.

Todo estaba exactamente igual que como lo recuerda.

Eren camina por la habitación cuando nota un bulto debajo de la almohada, uno que no debería estar ahí. Toma la almohada suavemente, como si pudiera deshacerse bajo su toque, y admira el tesoro que encontró.

Rápidamente, formula un plan en su mente.

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Cuando el 3 de noviembre llegó, Armin no esperaba tener tanto estrés como lo hizo en ese día.

Su cumpleaños nunca había sido algo especial, cuando era más joven sus padres apenas podían ofrecerle un pequeño pastel de regalo, y después de su muerte, no hubo más celebraciones. Claro, tanto Eren como su madre Carla intentaron darle algo, pero sus esfuerzos también eran pequeños para no hacerlo sentir incómodo.

El tiempo en el campamento de refugiados sólo cimentó eso, y luego su tiempo con los cadetes también evitó celebraciones innecesarias.

Y entonces, ese día despertó con un Capitán Levi dejando un paquete de su té favorito en sus manos. Lo cuál, era extraño, pero podía pasar, ¿No?

Sus ilusiones se apagaron cuando Hanji lo recibió con tres diarios en blanco para que pueda usar como regalo.

Desde ahí, Sasha le regaló un pay de moras que preparó exclusivamente para él, Connie le regaló un par de mantas extra por que se acercaba el invierno y sabía que Armin suele sufrir más por el frío que el resto, y Jean le regaló un dibujo del escuadrón completo.

Regalos maravillosos, pero Armin se sentía apenado por aceptarlos, incapaz de aceptar que a veces merecía cosas buenas.

Fue casi en la noche que logró encontrarse con Mikasa y Eren, quienes recién regresaban de sus horas extra de trabajo. Lamentaba haberles puesto esa carga, pero ellos insistían que era lo mejor.

Mikasa le regaló un pequeño bordado, el dibujo del árbol que solían visitar en su infancia plasmado con torpes costuras e hilos sueltos. Ella aprendió de su madre a bordar años atrás, pero no había usado práctica en mucho tiempo. Casi hacía llorar a Armin quien la abrazó con tanta fuerza como sus temblorosos brazos podían.

Y finalmente llegó el turno de Eren.

En el momento en que el castaño avanzó frente a Armin con los brazos en la espalda, Mikasa se fue rápida como un rayo, dejándolos en completa soledad.

El rostro de Eren estaba rojo, sus ojos brillaban con timidez, una extraña mirada para el de ojos verdes. Armin lo encontró adorable.

Sin pronunciar una palabra, Eren mostró lo que estaba ocultando detrás de su espalda, un objeto envuelto torpemente en tela blanca. Armin lo admiró por un momento antes de finalmente tomarlo entre sus manos, sintiendo una extraña sensación de nostalgia.

El rubio levanta la mirada por un momento, viendo la nerviosa antelación de Eren antes de comenzar a desenvolver su regalo lenta y cuidadosamente.

Su corazón se detiene cuando una portada familiar le da la bienvenida, la portada café con un dibujo y letras extrañas en dorado que conoce bastante bien. Sus dedos pasean por encima de la portada, el libro se siente frágil bajo sus dedos, las costuras a su lado cansadas de sostener las hojas, pero estaba exactamente igual que como lo había olvidado.

— Pero... ¿C-cómo...? — La voz de Armin es apenas un susurro, sus ojos se llenan de lágrimas que comienzan a caer sin control por sus mejillas.

Las cálidas manos de Eren toman su rostro con suavidad, limpiando las lágrimas con cariño.

— Sé que crees que olvide nuestro sueño. — Murmura Eren, su voz tiembla ligeramente. — Pero nunca lo olvide, no podría...

Lentamente, Eren se inclina más, sus labios tan cerca de los de Armin que pueden sentir el aliento del otro, sus corazones latiendo salvajemente.

— ... No cuando te amo tanto.

Cuando sus labios finalmente se tocan, es como si todo tuviera sentido, como si la última pieza del rompecabezas finalmente estuviera en su lugar. Es un beso suave, torpe y perfecto.

Como debía ser desde siempre.

Our Dreams... • Eremin • A Flufftober SpecialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora