• ° Cariño ° •

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Armin se sentó en su escritorio con una sonrisa boba.

Si no fuera porque era algo ya usual de las últimas semanas, Mikasa le habría preguntado el porque parecía estar de tan buen humor últimamente. Pero era obvia la razón.

En sus suaves manos, el rubio sostenía una carta, una hoja de papel blanca envuelta en un sobre igualmente blanco, la letra era pulcra y casi perfecta.

Mikasa fue testigo de la primera carta, había sido un día lluvioso pero habían estado en el patio de la escuela por culpa de un evento que había ocurrido hace unos 500 años, era un evento histórico conocido por el "Día de la paz".

En ese día se leía el supuesto discurso de paz que había hecho el salvador de la humanidad, un hombre cuyo nombre se perdió hace mucho tiempo.

Ese día había llovido y era prácticamente un milagro que Armin hubiera decidido llevar una sombrilla lo suficientemente grande para ambos. Cuando volvieron a sus casilleros para su primer clase del día, una carta cayó del casillero de Armin.

Por un momento se congeló, inseguro de si era una broma o un error.

Mikasa fue quien tomó la iniciativa, tomando la carta y leyendo el sobre en búsqueda de un destinatario. A falta de uno, le ofreció la carta al rubio para que la abriera.

Hubieron dudas, Armin no quería abrir una carta si no era para él, pero de acuerdo con la lógica, estaba en su casillero que tenía su nombre (literalmente), así que era suya por derecho.

Cuando el rubio finalmente cedió y la abrió, ya era la hora de receso y Mikasa esperaba por leer lo que sea que le hayan enviado ya sea para divertirse o buscar violencia.

Su respuesta vino en forma de un tembloroso y sonrojado rubio que no dejaba de leer las breves palabras plasmadas en la carta.

"Cariño.
Con solo mirarte, obtengo la paz que ni mil años de libertad podrían darme. — E."

Desde entonces, el tal "E" Dejaba una carta en el casillero de Armin casi todos los días, los días en que el rubio no asistía siendo la obvia excepción.

Los ojos de Armin brillaban y su rostro se tornaba rojo. Si fuera honesta, Mikasa nunca lo había visto tan feliz como lo era cuando veía una nueva carta en su casillero.

Por su felicidad, la pelinegra intentó atrapar a su admirador sin mucho éxito, era casi como un fantasma, imposible de atrapar no importando que tan temprano llegue ella.

"Cariño.
Pintas mi mundo con colores que jamás creí podría ver. — E."

Cada día, las cartas parecían más y más osadas. Habían días en que Armin no se atrevía ni a enseñarle a Mikasa lo que había escrito.

A la pelinegra no le molestaba en absoluto, porque ver la felicidad de Armin era más que suficiente.

Pero había algo extraño en las cartas, algo que no terminaba de entender. Quizás era la manera en que estaban escritas, o quizás era el hecho que no conocían a nadie con la inicial "E" En su nombre o apellido.

"Cariño.
Besaría tus dulces labios si pudiera ser capaz, pero mereces más que un pecador. — E."

Las cartas continuaron hasta el último día de escuela, el día en que iban a graduarse y continuar con la Universidad. Y decirle adiós a su vieja escuela fue más difícil de lo que pensaban.

Armin se sentía melancólico, no importaba cuanto intentaron, nunca encontraron a su admirador y su sueño de amarlo de vuelta se quedo como eso, un simple sueño.

Mikasa lo esperaba en la entrada cuando escuchó un ruido desde dentro del casillero, algo similar a un papel cayendo contra el frío metal.

Rápidamente, Armin abrió el casillero sólo para encontrarse con una carta, una última carta del aparente amor de su vida.

Con manos temblorosas, Armin abrió el sobre y leyó sus últimas palabras.

"Cariño.
No me dejes ir, no te olvides de mí, siempre te esperaré no importa cuántas vidas pasen, siempre te amaré. — Eren."

El eco de las palabras que leyó en su mente sonaba diferente de su voz, como si alguien lo leyera a su lado. Lo cual era imposible.

Pero otra duda surgió en su mente.

¿Quién es Eren?

Our Dreams... • Eremin • A Flufftober SpecialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora