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Caminaba por el hall del hotel metida de lleno en mis pensamientos, esperando a que Marc bajara y eso que estaba convencida de que llegaríamos tarde. Las miles de insistencias que Sergio tuvo que soportar mientras le metía prisa, mis gritos en cuanto el taxi pasó de largo y se negó a llevarnos al hotel donde se estaba alojando Marc. Los lloros y la desesperación al ver que estaba a tomar por culo y que si no nos dábamos prisa estaba perdiendo tiempo y en aquel momento, el tiempo valía oro. Llegar a tiempo, por suerte, y esperar se hizo una tortura horrible. Mientras caminaba veía a un par de niños corretear por todo el hall mientras sus padres hacían el checking y los regañaban por formar semejante escándalo. Reí al ver como uno de ellos casi se choca conmigo, le saqué la lengua y el pequeño me hizo exactamente lo mismo. La paciencia nunca fue mi fuerte, pero por culpa de Marc tuve que aprender a tenerla aunque fuera mínima. Aquella sensación la odiaba, pero no me quedó más remedio que aguantar hasta lo que más odiaba por estar un rato a solas con el futbolista. Él hizo que todo mereciera la pena, hasta lo que más detestaba.
Nunca tuve novio, no destacaba y tampoco pretendía destacar. Simplemente fluía y si algún chico me gustaba como para tener algo más que palabras no me privaba, aunque siendo sincera, ninguno, a excepción de Manu, consiguió llenarme. Quizás de todos los líos que tuve el que más me llenó fue el de justo dos semanas antes de conocer a Marc y creo que me gustó mucho porque no me lié con un tío. Yo no sabía como actuar, tampoco quería saberlo, pero sin verlo venir acabé queriendo tener una relación con un chico que a priori, la primera impresión, no fue del todo buena. Cuando me prometí no tener novio jamás imaginé que rompería tal promesa tan pronto, juraba que acabaría en Estados Unidos habiendo cumplido todas y cada una de esas promesas, pero ya ves, lo rápido que cambia todo y lo fácil que parece. Las sensaciones eran nuevas, todo lo que sentía era nuevo y tuve miedo a no gestionarlo bien. Al final, siempre me mantuve al margen, mi única experiencia eran las relaciones de mis amigas y ninguna había salido bien.
Que igual era yo, que era bastante rara, pero tampoco se me dio la oportunidad. Siempre que salía con mis amigas me quedaba rezagada, todas llamaban la atención y yo, bueno, con suerte alguno se fijaba en mí. Nunca fui de querer aparentar, vestía diferente, muy a mi rollo, nada extravagante. No era tímida, pero sí reservada y no sé, los tíos heterobásicos me daban mucha pereza. Supongo que la experiencia de mi prima hizo que mi yo de diez años se traumara de por vida y desde entonces no fui capaz de ver a un tío de la misma forma. Por mucho que mis padres me hicieran ver que no todos tenían porque ser iguales, a mí me venía a la mente el gilipollas ese del pelo rizado, disculpándose en un terrible francés. Le puso los cuernos la noche de antes de su boda. En París, en uno de los mejores hoteles de la ciudad, de madrugada, presencié como mi prima se rompía entera por culpa de un señor que no supo valorar lo que tenía. A menos de doce horas para la boda, su prometido le puso los cuernos con una compañera del trabajo y por lo visto, no fue cosa de aquella noche, sino que venía de antes. Mi prima se llevó un buen disgusto, vaya, que dudo que algún día se recuperara, pero por lo menos se dio cuenta y no se acabó casando con semejante gilipollas. En ese momento mi vida cambió y el trauma de vida me perseguiría siempre, incluso cuando conocí a Marx porque él, le fue infiel a Carmen, conmigo sí, pero en mi mente no paraba de sonar el "como lo consigues es como lo pierdes" y solo de imaginármelo se me formaba un nudo en la garganta que apretaba y ahogaba.
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Plaies d'amour ▪︎ MARC GUIU
FanfictionCuando Laetitia conoció a Marc jamás imagino que tarde o temprano acabaría sintiéndose atraída por él. Ese amor prohibido, ese sentimiento de culpa, esas ganas de huir bien lejos. Él no pudo dejar de mirarla, Marc quiso adentrarse en el mundo de ell...