Epílogo

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Cuando las olas apagaban el eco de su voz el mundo comenzó a temblar.

El rugir del estadio coreando su nombre mientras que con una mano se tocaba el pecho y sonreía cargada de orgullo. Apretando los labios y luchando contra ella misma, las emociones fluyeron en aquel momento de debilidad. Apenas veía, los focos cegaban cualquier realidad que pudiera mostrarle lo que estaba pasando en aquel momento. Su corazón latía acelerado, sentía que estaba a punto de salir de su pecho. Pero dentro de aquella burbuja cargada de miedos, vio como su sueño se acabó haciendo realidad.

Acababa de cantar delante de más de 100.000 personas, la final del mundial y España acababa de ganar. Había visto jugar a Marc, lo había visto meter dos goles que le dedicó a ella, a su Titi. Aquel día marcó un antes y un después en sus vidas. Su sueño se hizo realidad, pero lo que más le gustó fue ver como él también había cumplido el suyo el mismo día.

Se despidió agradeciéndoles a todo el mundo el cariño y el apoyo y bajó del escenario. En aquel momento sintió como su corazón latía cada vez más cerca, Laetitia lo único que quería era ver a Marc y fundirse en un abrazo que durará eternamente.

Apostar por la música fue una decisión de riesgo que acabó saliendo bien y siete años más tarde se convirtió en una de las artistas españolas más importantes del panorama musical. Se hizo un hueco en la industria musical y consiguió ser una de las artistas con más proyección a nivel internacional. Su camino no fue fácil, pero por suerte, poco a poco fue creando arte, porque su música traspasaba todas las fronteras. Su música era única, inigualable y tenía la esencia que más la caracterizaba.

— Bichito —Marc se giró en cuanto escuchó aquel apelativo cariñoso y recibió a su novia en brazos. Laetitia rodeó sus piernas en la cintura de él y le plantó un beso en los labios.

— Lo has hecho increíble — Marc le devolvió el beso y sonrió sin poder dejar de mirarla —. Estás preciosa.

— Tú también estás muy guapo —Laetitia colocó su mano en la nuca de Marc y volvió a hundir sus labios en los de él.

Su relación estaba más que consolidada, juntos cada vez eran más fuertes y se complementaban tan bien. Irse a vivir juntos fue la mejor decisión que pudieron tomar, a pesar de lo jóvenes que eran. Habían pasado siete años desde que se conocieron y para entonces, ya tenían toda su vida estructurada. Fue como encontrar en el otro a ese compañero de vida con el que poder ser y coexistir. Encontraron en el otro a la persona con la que querían pasar el resto de su vida y si algo tenían claro, es que sus almas pervivirían unidas para la eternidad.

— Ven, te quiero enseñar una cosa —comentó la morena en cuanto sus pies tocaron el suelo —. Rubén, ¿mi móvil?

El técnico de sonido buscó a ambos lados hasta que encontró a Anita, la representante de Laetitia, y está le tendió el dispositivo. Con él en la mano, Laetitia tiró de Marc haciéndose hueco entre la multitud y llevándolo a algún lugar que no estuviera lleno de gente.

— Te veo agobiada —se burló el catalán.

— Cállate, anda —ella rodó los ojos mientras entró en su camerino —. La gente me estresa —suspiró aliviada en cuanto el futbolista cerró la puerta.

Laetitia se permitió el lujo de mirar a Marc durante unos segundos, en silencio, sus ojos recorrieron con lascivia el cuerpo de su novio. Se mordió el labio provocando que en él la llama despertara.

— Cómo me sigas mirando así... —dejó caer él.

— ¿Así cómo? —empleó un tono seductor que no pasó desapercibido en él —. Marc.

Plaies d'amour ▪︎ MARC GUIUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora