Capítulo 32

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— ¿Te vas ya? —me coloqué detrás de ella, sabiendo que la respuesta a mi pregunta era afirmativa.

Se estaba poniendo la bomber de cuero y previamente la había visto despedirse de Carmen. Aquella pregunta solamente fue una excusa para hablar con ella. La noche anterior estuvimos un rato juntos, el tiempo estipulado hasta que vino su padre y entonces, como bien había estado haciendo previamente, pasó a ignorarme. Me dejó escuchar la canción antes de que saliera, ella sabía lo que estaba haciendo en todo momento, tenía la situación bajo control aunque para mí, ella no se dio cuenta. En todo momento me tuvo, hasta cuando me pidió aquel abrazo que no dudé en dárselo. Laetitia estaba rota, verme no le sentó bien que digamos, fue como esa dosis de realidad que tanto le sorprendió. Y yo, bueno yo realmente estaba actuando un poco sin saber realmente lo que quería. El tiempo separados no me sirvió de nada porque no conseguí aclararme, la quería, eso era un hecho y seguía haciéndolo porque no la superé y tampoco es que quisiera hacerlo. Para mí aquello fue una pausa en la relación, para ella sin embargo, fue una ruptura. Estábamos en situaciones diferentes, pero al fin y al cabo, nos unía lo que sentíamos y ambos estábamos metidos de lleno en lo que sentíamos por el otro. Ella lo negaba y yo ya había asumido que pasara el tiempo que pasara, mi lugar estaba a su lado y que tenía que demostrarle que estábamos hechos el uno para el otro.

Éramos jóvenes todavía, ella no tenía ni los dieciocho y supe en todo momento que quizás nos estábamos precipitando demasiado. Pero no creía en el tiempo, siempre fui fiel creyente que todo pasa por algo y que da igual la edad, al final es un número relativo que nos encasilla en una franja determinada. A ella le pesaba mucho el hecho de ser tan pequeños y proyectarnos en un futuro, le agobiaba pensar en el mañana. Por eso no me tuvo en sus planes porque pensar en el futuro le rayaba y más la incertidumbre de saber si yo formaría parte de su vida más adelante.

— Sí, no quiero pasar mucho rato más aquí —comentó de espaldas a mí, se subió la cremallera y se sacó el pelo de dentro de la chaqueta.

Agarré el casco de la moto y se lo tendí, ella me miró con confusión. Aquel día decidí que no me iba a dar por vendido. Había pasado el tiempo y aunque nada estuviera igual entre nosotros, seguía queriendo estar con ella y si eso suponía ser insistente, asumiría las consecuencias. Mientras no resultara ser pesado, tenía la certeza de que ella me dejaría estar en su vida, como hasta entonces lo había estado haciendo. Laetitia miró el casco y me pareció notar una pequeña sonrisa en sus labios, aunque lo disimuló tan bien que me dio miedo percibir que igual habían sido imaginaciones mías.

— Si te apetece podemos dar una vuelta —me tembló la voz, fue absurdo, pero así pasó. Me puse nervioso por haberle propuesto un plan. A la mierda el Marc vacilón, todo el discurso que tenía en mente desapareció en cuanto me miró de aquella forma tan enigmática. Sus ojos se clavaron sobre los míos y sin decir nada pasó por mi lado. Me dejó inhalar ese perfume afrutado y elegante que tan loco me volvía. Agarró el casco y antes de hablar se giró, me miró de arriba a bajo, menudo repaso me dio. Se lamió los labios y tras dudar por unos segundos, se decidió a hablar.

Plaies d'amour ▪︎ MARC GUIUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora