Capítulo 21

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Cuando te veía dentro de la pista del recreo, tú que eras la niña buena, yo que era el del jaleo. Tú me cambiaste pa' mejor, yeh. Por la ciudad dando una vuelta, casi ni me lo creo, bajo la ventanilla, te asustas cuando lo culeo. La historia que tenemos parece sacá' de tebeo. Y cuando te veo se me caen los moco-co-cos, le dao' a varios desde que te conozco-co-co. Contigo puedo ser yo mismo, lo nuestro es la única cosa que aunque pase el tiempo nunca se siente distinto.

Paré la música en cuanto entré en el baño y escuché a alguien vomitar. Me acerqué al cubículo y con cuidado abrí la puerta. Me acerqué al ver a Carmen y le agarré el pelo para que no se manchara mientras vomitaba. Aparté la mirada para no ver cómo vomitaba y luché contra mí misma para que no me entraran arcadas. Suerte que había pasado la semana algo mala y tenía la nariz congestionada.

— ¿Quieres agua? —le pregunté en cuanto dejó de vomitar.

— No, gracias —tiró de la cadena y me miró —. Cierra por fa —hice caso y cerré la puerta. Justo en ese momento sonó el timbre que indicaba que el recreo se había terminado y que nos indicaba que debíamos volver a clase.

— ¿Qué pasa? —me alisé la falda con las manos y la vi coger temblorosa la mochila y sacar una bolsa pequeña con el logotipo de la farmacia que quedaba cerca del colegio —. No me jodas, Carmen.

— No lo sé, me tenía que haber bajado hace unas semanas —resoplé, me agobié que flipas y empecé a pensar muchas cosas en muy poco tiempo —. Tranquila, que no es de Marc —alcé las cejas, ella negó —. Con Marc no me acuesto desde hace más de dos meses y medio, tiene que ser de Toni.

— ¿El ex de Laia? —pregunté aun sabiendo que sí se refería a él. Carmen asintió con la cabeza —. Dale, me quedo. Luego bajamos y se lo comentamos a Rebe, así nos excusa con el de catalán —me senté en el suelo del aseo y apoyé la espalda en la puerta.

Carmen se sentó en la taza y abrió la cajita. Me puse nerviosa, como si aquel test de embarazo me lo estuviera haciendo yo. Nuestra relación directamente era nula, desde el martes hasta el viernes no nos hablamos ni para darnos los buenos días. A ella la traía su tía y a mi Sergio, ella se volvía a casa en bus y a mí me llevaba Ander en la moto. Todo era muy raro y eso que en clase nos teníamos que sentar juntas porque no podíamos cambiarnos de sitio, ya lo teníamos estipulado. Fue raro y a la vez incómodo.

— ¿Qué tal en Bali? —me preguntó en cuanto puse el cronómetro.

— Muy bien —sonreí, era imposible no hacerlo. Pensaba en aquel día e inconscientemente una sonrisa se instalaba en mi rostro —. Fue muy guay.

Plaies d'amour ▪︎ MARC GUIUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora