El Secuestro De Itachi

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Una de las figuras con túnica y capucha roja apareció en la aldea de la época en la que Naruto era el Séptimo Hokage. Se encontraba sobre el techo de uno de los edificios contemplándolo todo.

En su dedo índice derecho tenía colocado el anillo del tiempo que el cuarto encapuchado le había dado.

Aquel era el encapuchado número dos. Se había separado de sus dos compañeros para adentrarse a esa época en cuestión.

Él tenía sus propias ideas y métodos para cumplir lo solicitado. No era ningún cobarde como sus otros dos compañeros, que fueron a sus propias épocas en busca de algo que los fortalezca, para poder aniquilar a Itachi Uchiha.

Se quitó la capucha para respirar el aire de la aldea de esa época en la que él aún no había nacido. Sus rosados cabellos fueron movidos por el viento que empezaba a soplar en esos momentos.

Su verde mirada penetraba lentamente cada uno de los rincones del lugar. A sus diesciocho años de edad sentía que su vida era un verdadero infierno, por tal razón estaba deseoso de revivir a la versión humana del Juubi, así despedazaba ese mundo al completo.

Tras hacer los sellos fue rastreando a Itachi como el ninja sensorial que era, hasta localizarlo al fin. Abrió sus ojos y sonrió malignamente.

— Te encontré guardián Itachi. Al fin te encontré.

El atardecer empezaba a nacer, fusionandose la luz con la oscuridad mientras la temperatura iba descendiendo cada vez más, el viento era frío.

El pelinegro caminaba rumbo a la casa de sus abuelos paternos, cuando el pelirosa se le presentó frente suyo. Era más alto que Itachi, y mucho más amenazante.

La verde mirada del recién llegado transmitía oscuridad intensa. Itachi empezó a retroceder, pero el extraño le hizo un gesto negativo con el dedo índice donde tenía el anillo del tiempo.

Cuando Itachi quiso voltear e irse, el pelirosa en menos de un segundo estuvo detrás del pelinegro evitándole la huída. El niño comenzaba a respirar entrecortado.

Aunque el pelirosa sonrió, sus ojos transmitían dureza intensa.
—¿Quién eres?

— Pertenezco al clan Haruno.
— ¿El clan de mi abuela materna? — preguntó el niño asombrado.
— El mismo.

— Eres igual a ella ¿entonces eres pariente suyo?
— No, para nada. Te digo más, vengo de tu misma época.

El joven Haruno sonreía alocadamente, disponiéndose a atacarlo pero antes de dijo:

— Te advierto que si usas tu peculiar Sharingan Azúl y su increíble poder, toda tu familia morirá. No tus padres, pero si tus abuelos, tus tíos y tus hermanos.

Itachi empalideció al oír aquello. En verdad no entendía nada de nada. Con intenso dolor exclamó:
— ¿Qué quieres de mi?

— Tu vida en mis manos, eso quiero y pienso tenerla. Ahora ¿Vienes conmigo por las buenas o tendré que darte un estímulo?

Itachi no iba a ceder, frunció el ceño y le clavó la mirada al extraño.
— No me dejaré matar por ti ni por nadie. ¡Maldito loco! ¡Sharingan!
— ¡Maldición!

El pelirosa hizo los sellos y le lanzó una bola de fuego, pero Itachi utilizó su técnica espejo reflejando así dicho ataque, pero el joven lo hizo desaparecer y él también desapareció. La oscuridad había llegado adueñándose del lugar al completo.

Respirando entrecortado, el niño miraba a todas partes en busca de aquel extraño que solo quería matarlo sin saber por qué. Pero no había nadie ahí, sin embargo el grito desgarrador de Hima llegó a él y a Boruto que se encontraba cerca.

—Tía Hima — murmuró Itachi, y supo que era obra de ese extraño — ¡Himawari!

El niño corrió hacia donde sentía su chakra, cuando llegó vió al extraño furioso. Cerró con fuerza sus manos en forma de puños respirando entrecortado.

El extraño tenía a Hima sujeta del cuello pegada a su cuerpo, mientras ella lloraba intentando soltarse sin éxito alguno. Haruno sonreía  con crueldad.

— Te lo dije pequeño, activas tu singular Sharingan azúl y un pariente tuyo morirá. Dile adiós a la pequeña Himawari. Pobrecita, tenía un futuro brillante.

Pero Boruto lo atacó por detrás en esos segundos impidiéndole dañar a su hermanita. El pelirosa fue forzado a soltar a la niña, quien cayó al suelo.

Su hermano Boruto la sujetó y la alejó del enemigo. Pero el pelirosa aprovechó aquella distracción para atrapar a Itachi ya que su trampa había funcionado.

Sujetó al niño y le inyectó en su cuello una droga que lo dejó semi conciente. Luego abrió un portal y se lo llevó. Itachi vió a su papá y extendió su brazo derecho a él mientras su voz resonó en la mente del rubio.

Ayúdame papá, él va a matarme. Por dios...sálvame...papá...

El portal se cerró, y sus carcajadas resonaron en todo el lugar.

¡Itachi Uchiha morirá ésta misma noche en mis manos! ¡Luego iré por mis verdaderos objetivos!

Boruto se desesperó ya que sintió la intensa preocupación de un padre como sucedió con Erika cuando ella estuvo en peligro.

Activó su Jogan y lo buscó, así vió al portal por dónde aquel extraño había desaparecido junto a su hijo menor.

— ¡Hima! ¡Vuelve a casa y dile a papá lo que sucedió!
—P-Pero... hermanito...

Boruto saltó al portal justo antes de que éste se cerrase. No dejaría que ninguno de sus hijos padezca.

No, mientras él siga con vida. En tanto, Hima corrió rumbo a su casa gritando histérica lo sucedido.

 En tanto, Hima corrió rumbo a su casa gritando histérica lo sucedido

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