Otra Vez Reunidos

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Minato y Erika se despertaron en esos momentos al sentir una voz molesta que los llamaba desde lejos primero. Pero poco a poco fue acercandose a ellos.

Al despabilarse de las telarañas del sueño, vieron a Boruto y a Itachi que intentaban despertarlos. Acababan de llegar de la otra dimensión, cuando los vieron sentados en un banco dormidos.

Se veían muy angustiados ambos, pero al comprobar que los mellizos dorados se encontraban bien se tranquilizaron. Sin embargo Erika y Minato recordaron que Itachi había sido secuestrado por un extraño que pertenecía al mismo clan que su abuela materna, Sakura.

Aquel recuerdo los despabiló al instante siguiente. Minato abrazó a su hermanito menor al comprobar que estaba allí y a salvo.

—¡Itachi! ¿Estás bien hermanito? — le preguntó frenético el rubio.
— Si, papá me salvó. Pero ¿qué están haciendo ustedes aquí?

— Al parecer dormíamos un rato — dijo Erika ya que aún no conseguía controlar el Seringan, por tal razón no podía activarlo a voluntad todavía — Papá ¿estás bien?

— Si, no te preocupes Erika — Boruto sonrió como solía hacerlo y ella se lanzó a sus brazos felíz. Aquello ya le resultaba normal al rubio — Volvamos a casa chicos. Deben estar preocupados por nosotros.

Sasuke y Naruto llegaron en esos momentos, los habían estado buscando por todas partes desde el ataque de ese extraño.

—¡Chicos! — exclamó Naruto acercándose a ellos — ¿Están bien?
— Si — respondieron a coro los cuatro.

Sasuke sonrió mirandolos a todos, pero Naruto frunció el ceño ya que en verdad estaba preocupado. Todos fueron a casa, incluso Sasuke regresó junto a su familia. Por esa noche todo había acabado.

Koji fue testigo de eso antes de desaparecer para reaparecer en el presente junto a Boruto, en la aldea de la hoja, donde todo era diferente a como solía ser cuando abandonó esa época.

Consecuencias de estar en el pasado. Pero no podía quejarse, debido a que los cambios padecidos eran para bien. Podía decirse que se habían solucionado todos los problemas. Al menos de momento.

Esa noche Naruto permaneció en casa durante la cena y la noche. Pero ninguno se percató del peligro que representaban los otros dos enemigos, a quien Boruto mismo decidió darles libertad para hacer lo que quieran.

Sin embargo Kashin Koji se ocupó de uno de ellos, tras matarlo le quitó el anillo del tiempo y se lo entregó a Boruto contandole lo que hizo.

El rubio respiró aliviado al tiempo que guardaba dicho anillo. Al fin podia respirar paz despreocupandose del último sujeto que poseía el cuarto anillo del tiempo.

Lo que sucedía, era que Boruto sabía perfectamente que sus hijos estarían bien, aunque el peligro seguía asechando para ellos en el pasado.

Erika, Minato, Itachi sé que estarán bien y que muy pronto nos volveremos a encontrar.

Erika entró, esa noche, a la habitación de su papá sin haber sido invitada con su acostumbrada sonrisa cuando se trataba de él. Pero Boruto enrojeció de la vergüenza al verla allí.

— Erika ¿q-qué haces aquí? Digo....
— Vine a verte papá — ella no dejaba de sonreír mientras se sentaba en la silla mirando a su papá que se encontraba sentado en la cama — Siento que te equivocaste en algo, solo que no sé en qué.

Boruto la miró sin entender a qué iba eso.
— Papá, no deberías subestimarnos así, después de todo somos tus hijos.

—¿Ah? ¿A qué te refieres Erika? No entiendo nada.
— Descuida papá, ni yo misma me entiendo. Solo sentí que tenía decirte eso. Es todo. Ahora si, buenas noche.

Tras darle un beso en la frente, se alejó dejando la habitación. Boruto seguía sin entender nada de nada, pero intuía que debía tener presente esas palabras de su hija.

El cansancio lo invadió de pronto y se acostó a dormir. No obstante tuvo horrendas pesadillas durante toda la noche.

 No obstante tuvo horrendas pesadillas durante toda la noche

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Nuestro Padre BorutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora