El día del festejo fue casi insoportablemente ocupado para los sirvientes, y ese caos envolvió incluso a Jaehyun, cuyo único deber era aparecer en el festín, y establecerse como lord del palacio.
Por donde quiera que Jaehyun caminara, era acosado por lavanderas que llevaban grandes rollos de tela de ida y vuelta, tratando torpemente de inclinarse a pesar de sus cargas. Había sommeliers también, al mando de grupos de muchachos acarreando cajas de vino a la cocina, y sastres de último minuto entrando y saliendo de las habitaciones de los cortesanos.
Hacia la mitad del día, Jaehyun se dio por vencido en conseguir hacer algún trabajo significativo y se retiró a su cámara. Allí, desenrolló un mapa de Havisham sobre su escritorio y trazó cualquier posible ruta de escape que Kim Hyong y su hermana pudieron haber tomado.
Taeyong llegó al atardecer, antes de lo que normalmente lo hacía, para poder estar listo para la fiesta.
Jaehyun apenas le dio un solo vistazo.
―Tu ropa está sobre la cama. Póntela.
―Y un buen día para ti también, ― Taeyong dijo sarcásticamente.
―Whoa, ¿qué demonios es esta cosa? Se ve como si un monstruo hecho de encaje hubiera vomitado sobre ella.
―Es la cosa más simple que los sastres pudieron hacer.
―¿Esto es simple para ustedes? Los Dioses me ayuden.
Hubo un crujido, y Jaehyun levantó la vista de su mapa, porque siempre era un placer ver a Taeyong desvestirse.
La espalda larga y pálida de Taeyong y las piernas desnudas se hicieron visibles sólo para ser cubiertas por calzas y encajes.
―Me veo ridículo.
Por el contrario, Taeyong parecía sorprendentemente noble en la ropa nueva, fuerte, esbelto y bien dispuesto, es decir, siempre y cuando no abriera la boca.
Jaehyun gruñó y volvió a su trabajo.
―Elije un libro y quédate quieto. La fiesta es en una hora.
Taeyong recogió uno de los libros de botánica.
Jaehyun no sabía por qué Taeyong los prefería, o tan siquiera si Taeyong sabía leer.
―Déjame adivinar,― dijo Taeyong.
―No estás de humor para conversar. Por otra parte, ¿cuándo lo estás alguna vez?
Jaehyun marcó un punto en el mapa con la pluma y no dijo nada. Recordó el incidente con Siwon la otra noche y sintió una oleada de frustración por su reacción, por haber tratado a su tío como si no hubiera hecho propuestas perfectamente justificables hacia un muchacho cuya misma profesión las invitaba, sino que había en cambio acercado a Jaehyun... ¿a su amante?
No. A algo de Jaehyun, en todo caso.
Pero nada de eso importaba. Taeyong era sólo lo que Jaehyun quería que fuera.
La elección era de Jaehyun, como lo era el control. Así, tratando de tranquilizarse, ignoró su propia confusión inútil en favor de concentrarse en el mapa mucho más útil.
****
Los lores y ladies de Havisham estaban engalanados con joyas suficientes para comprar la ciudad entera, o al menos eso parecía. Jaehyun se recordó a sí mismo sacar a relucir la posibilidad de aumentar los impuestos a los ricos y disminuirlos a los pobres, revirtiendo la política fiscal chupasangre de los Kim que no había hecho sino hacer sufrir a los pobres.
Por supuesto, las posibilidades de conseguir que todos los miembros del Consejo aceptaran tal medida sería una lucha, considerando que serían sus ingresos en los cuales los impuestos aumentarían. Jaehyun siempre podía forzar la legislación como lord de Havisham, pero se resistía a hacer enemigos de la nobleza desde el principio de su gobierno.
Preocupado por aquellos pensamientos, Jaehyun se las arregló para tomar nota de Taeyong a su lado, haciendo una reverencia correctamente y murmurando respuestas entrenadas cada vez que algún barón decidía abordarlo lascivamente.
Jaehyun no veía la necesidad de intervenir a menos que alguien mostrara intención de tomar a Taeyong para sí mismo, y no permitiría más que una mirada displicente socialmente aceptable.
―Guau, ―dijo Taeyong, en voz baja.
―Muchas gracias por defenderme.
No.
―¿Y qué debería estar defendiendo de un cortesano?
Taeyong se puso rígido.
―No importa.
Un amargo rizo de emoción agrió la sonrisa oficiosa de Jaehyun, pero antes de que pudiera identificar cuál era el sentimiento, él y Taeyong estaban siendo llevados a la inmensa mesa central situada sobre una plataforma y cargada con todo tipo de alimentos.
Grandes platos ovales estaban repletos de asados, golosinas y quesos, llenando el aire con aromas ricos y embriagadores.
En la mesa principal sólo se sentarían Jaehyun y sus oficiales de mayor confianza, entre ellos las familias de Jeno y Johnny. Lady Anha, la madre de Jeno, era digna en su viudez y sonrió a Jaehyun gentilmente. Lord Wunho, el anciano, pero sin embargo valiente Ministro de Cuentas, rió de buena gana y palmeó a Jaehyun en la espalda.
―¡Vierta la primera copa, mi lord!
Wunho hizo gestos a uno de los criados, quien coloco una gran jarra delante de Jaehyun.
―¡Sólo cuando usted comience a beber podremos seguir su ejemplo!
Era una antigua tradición que el líder bebiera antes que su pueblo lo hiciera, pero Jaehyun ni siquiera había comenzado a alcanzar la jarra cuando Siwon lo detuvo.
―Oh, vamos, Wunho ―dijo el Tío Siwon,
― Mi sobrino tiene un concubino para verter el vino para él ahora.
Los ojos de Siwon brillaron con alegría y le dio un ligero empujón a Taeyong entre los hombros.
―Adelante, muchacho. Vierte una bebida para tu amo. El resto de nosotros no puede beber hasta que él lo haga.
Taeyong apretó los dientes en esa forma obstinada suya, pero obedeció porque las pequeñas desobediencias que Jaehyun le permitía en privado serían demasiado arriesgadas aquí.
Jaehyun se encontró divertido con eso, pero Taeyong se congeló con la jarra en la mano, suspendida sobre la copa de su amo.
Su cara se drenó de color.
―¿Qué?
Jaehyun preguntó.
―¡No lo beba!
Taeyong agarró de nuevo la jarra cuando Jaehyun levantó la mano para tomarla.
―¡Está envenenado!
Hubo un momento de silencio sorprendido y luego la sala estalló en caos.
Siwon arrastró a Taeyong lejos de Jaehyun, con la mano apretada en el cuello del muchacho.
―¿Qué quieres decir?
―Yo-yo sé cómo huele algo, cuando está...
―¿Cómo sabes cómo huele algo cuando está envenenado?
Siwon sacudió a Taeyong.
―¡Habla!
―Tío ―dijo Jaehyun, poniéndose de pie finalmente.
―Antes que lo interroguemos, debemos comprobar que el vino esté en efecto envenenado. Wunho, ―dijo, sin apartar los ojos de Taeyong
―Traiga a un perro o a un gato. El primer animal extraviado que vea.
―Sí, mi lord.
Wunho salió a toda prisa.
El pulso de Jaehyun se aceleró en sus venas, pero se aseguró de no dejar que ninguno de sus sentimientos se mostrara. Los años de vida en la corte le habían dado la habilidad de disfrazar sus emociones.
Si lo que Taeyong dijo era cierto, entonces él acababa de salvar su vida.
Su vida.
Unos minutos más tarde Wunho regresó con un perro callejero, sarnoso, flaco y hambriento mirando sobreexcitado por los olores de los alimentos y luchando contra el agarre que lo apresaba.
―Vierte el vino en la boca del perro si no coopera
Jaehyun le dijo a Taeyong, y Taeyong tembló mientras lo hacía y sus facciones estaban pálidas y tensas.
Al principio, el perro lamía su propio hocico apreciativamente, pero luego empezó a toser. Muy pronto, el perro estaba expulsando sangre.
Wunho lo soltó. El perro se tambaleó de lado antes de desplomarse con los costados agitados. Su boca empezó a echar espuma, y tras una convulsión breve, se quedó quieto. Sus ojos se volvieron opacos y sin vida.
―El perro está muerto.
Wunho anunció, como si no fuera evidente para todos.
―Jeno ―dijo Jaehyun y Jeno se adelantó.
―¿Sí, señor?
―Sella las entradas al palacio, ―dijo Jaehyun.
―Nadie debe salir hasta que hayamos encontrado al culpable.
―Sí, señor.
Jeno desapareció, aparentemente para reunir a sus hombres, y ordenar a los guardias que bloquearan todas las salidas. Mientras tanto, la gente en el salón intercambiaba palabras silenciosas, con los ojos desorbitados mientras miraban de Jaehyun al cadáver del perro y de regreso.
―Has salvado mi vida
Jaehyun le dijo a un Taeyong todavía temblando, quién parecía más perturbado por todo esto de lo que Jaehyun estaba, a pesar de que había sido la vida de éste la que estuvo en la balanza.
―Gracias.
―¿Te salvó la vida?
Siwon escupió.
―¿Cómo es que una put* sabe de venenos? ¡Yo lo vi leyendo un texto de hierbas en tus habitaciones! ¡Él es claramente más de lo que aparenta!
Taeyong se puso rígido con indignación.
―Tío
Jaehyun dijo secamente.
―No tiene sentido que intentara envenenarme y luego me salvara de ello. Sería el colmo de la locura.
―¡Tal vez cambió de opinión!
―Aún así, no tiene sentido. Si fuera un agente de los Kim, lo cual es imposible, ya que yo lo elegí en el burdel, no al revés, no habría dudado en matarme. E incluso si después hubiera sido sobornado para ser su agente, no habría interferido con mi envenenamiento. No, no es culpable. En lugar de eso me salvó la vida, por lo que tengo una deuda con él.
―Es el principal sospechoso que tenemos.
Siwon insistió.
―Ya hemos rellenado todos los pasadizos ocultos y los compartimentos que los Kim habían dejado; hemos asegurado el palacio en todos los demás aspectos. Vamos a tener que interrogar a los chefs y sommeliers para ver quién pudo haber enviado esta jarra de vino al castillo, pero no podemos negar que el muchacho es un sospechoso. No podemos dejarlo regresar al burdel como siempre lo hace. Podría desaparecer de allí, para no ser visto otra vez.
―Conoces mejor que yo los movimientos de mi cortesano.
Jaehyun señaló, y Siwon entornó los ojos.
―Sobrino. Permíteme que te aconseje como tu asesor principal. Ponlo en la cárcel, hasta que su inocencia sea probada.
―En lo que a mí respecta, su inocencia ya ha sido probada, y no voy a poner a un hombre que me salvó la vida en la cárcel.
Siwon caminó cerca de Jaehyun, bajando la voz.
―Piensa en tu autoridad sobre la corte. Todavía eres nuevo en las maneras de gobernar. Necesitas establecer tu poder, tu posición. Y todos sabemos lo que pasó con Minjeong.
―Tío,
Jaehyun apretó los dientes.
―Cállate.
―Todo el mundo ya sabe acerca de ella, y no podemos tener rumores propagándose de que estás similarmente atraído por este cortesano insignificante que ha logrado engañarte una vez más como lo hizo Minjeong. Sabes cómo son las malas lenguas en la corte. Lo tendrán como culpable a menos que esto se resuelva. El chico no durará mucho tiempo aquí una vez que suceda. Esto es para su protección también. Lo mejor para él es que su propia inocencia se pruebe. Como es lo mejor para ti.
Jaehyun respiró. Dentro y fuera. Con calma.
A una pequeña distancia, Taeyong había puesto la jarra a un lado y había envuelto sus brazos alrededor de sí mismo como si tuviera frío. Se veía tan joven. Tan indefenso. Y sin embargo, salvó la vida de Jaehyun. Nadie había hecho eso antes.
Jaehyun no estaba seguro de cómo lidiar con ello, cómo cuadrar al cortesano que llevaba a su cama cada noche con el joven que le salvó la vida con el conocimiento. Parecían ser dos personas diferentes, pero Jaehyun sabía que no lo eran. No podían serlo.
―Muy bien
Jaehyun respondió a su tío tranquilamente.
―Por el bien de la corte y mi reputación, el muchacho permanecerá en el palacio, pero no en una celda de la prisión. Permanecerá en mis habitaciones con Jeno custodiándolo en mi ausencia. ¿Eso te apaciguará?
―¿Debería tener la comodidad de tus habitaciones?
Siwon se mofó.
―Le debo mi vida, Tío. Es lo menos que puedo hacer.
―Ten cuidado, Sobrino. Tienes una tendencia a perder la cabeza por una cara bonita.
Jaehyun se preparó a sí mismo contra la ola de frustración que amenazaba con sobrepasarlo.
―Tengo una tendencia a honrar mis deudas. Y esta es la más fuerte de las deudas que uno debe honrar.
―Bueno, siempre y cuando no se vaya hasta que se demuestre su inocencia, no veo ningún problema.
Jaehyun suspiró y retrocedió.
―Que así sea.
Levantó la voz.
―Nuestro Lord Jeong Jaehyun ha ordenado que el cortesano permanezca de forma segura en sus habitaciones hasta el momento que la inocencia del cortesano sea probada.
―E-espera,
Taeyong dijo finalmente. Con ojos muy abiertos.
―¿Tú... tú dudas de mí?
No, Jaehyun quería decir, pero no podía frente a su corte. No hasta que pruebas concluyentes hubieran sido ofrecidas para desmentir la implicación de Taeyong.
―Es un procedimiento estándar, ―dijo en su lugar.
―Todos los asistentes serán interrogados por mí y mi tío, y cada siervo que pasó por la cocina antes de que el vino fuera traído será igualmente interrogado. Abordaremos este problema de forma metódica. Mientras tanto, también utilizaré un catador para cada una de mis comidas.
―Lord Jaehyun es acertado, ―dijo Siwon.
El resto de los cortesanos, aunque incómodos, ansiosamente expresaron su deseo de ser interrogados, porque ninguno de ellos quería perder sus cabezas por un caso de culpabilidad erróneo.
Si era erróneo.
Alguien enveneno el vino, después de todo. Alguien en el palacio.
Tuvo que haber sido alguien con acceso a las cocinas o la bodega, pero podría ser casi cualquier persona, desde el lavavajillas más humilde al ayudante personal de un lord o lady deseando un bocadillo de medianoche. Por no hablar de la posibilidad de un pasadizo secreto, aún no descubierto cavado por los Kim, que podría concederles la entrada a los almacenes de vino.
Este caso no sería fácil de resolver, y habría una serie de interrogatorios y discusiones a realizar en las próximas horas.
Jaehyun se sentía ya exhausto, pero sabía que no iba a lograr dormir. No esta noche.
Cuando Jeno regresó de asegurar el palacio, Jaehyun ordenó que llevara a Taeyong a su habitación y lo resguardara allí.
Antes de que Taeyong se fuera, Jaehyun enroscó una mano bajo el codo de Taeyong y se inclinó para decirle al oído
―No temas. Esto no tomará mucho tiempo.
―Tomará siglos.
Taeyong respondió.
―¿Tú no crees que fui yo, verdad?
―No
Jaehyun susurró finalmente, ahora que sabía que nadie podía oírlos.
―Si lo fueras, no me habrías detenido de beber ese vino.
―Me alegra saber que tu cerebro aún está funcionando
Taeyong dijo sarcásticamente, de regreso a su auto insolencia, antes que Jeno lo arreara hacia afuera.
Jaehyun se dio vuelta de nuevo hacia la corte, extrañamente tranquilo por el conocimiento que Taeyong le estaría esperando en su habitación cuando regresara.

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EL PRECIO || JAEYONG
FanfictionTaeyong es un chico del servicio en un burdel de clase alta en la ciudad de Havisham. No es un cortesano, en gran medida porque es demasiado torpe para lograr seducir a alguien, pero lo hace mejor como siervo, manteniendo las copas llenas y a los hu...