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Fue varias semanas después, en medio de una tarde de verano que Sooman se dejó caer para una visita.

Jaehyun estaba en los establos inspeccionando sus caballos cuando un paje le informó de la llegada del médico.
Jaehyun le indicó al paje que dirigiera a Sooman a la sala interior de bienvenida, donde también él se dirigió tras lavarse por lo que no olía tanto a caballo, no sabía por qué se refrescaba; quizás era debido a las visitas ocasionales de Sooman al palacio cuando Jaehyun era un muchacho, o quizás era debido a la posición de Sooman como el posible tutor de Taeyong, el muchacho que salvó su vida.

De cualquier manera, Jaehyun sentía un tipo incómodo de respeto por el doctor y quería reunirse con él bien acicalado.
Sooman estaba tan tranquilo como siempre, cuando Jaehyun lo encontró en el salón de bienvenida, con las manos entrelazadas pulcramente en el regazo.

―Lord Jeong, ―dijo Sooman, levantándose y haciendo una reverencia, pero la reverencia no era el elaborado y adulador artificio con que tantos cortesanos agradaban a Jaehyun.

En cambio era una cosa simple, no era mucho más profunda que una inclinación de la que uno podría prescindir para un cacique del pueblo.
Jaehyun se encontró involuntariamente divertido.

―Por favor, siéntate, ―dijo y tomó la gran silla que se vislumbraba ante la mesa.
La mayoría de las lesiones en curación de Jaehyun todavía punzaban un poco, pero las ignoró.
―¿En qué puedo ayudarte?

―Creo que ya lo sabe.
Sooman regresó a su asiento, cruzando las manos una vez más.
―Mi lord, estoy aquí para resolver el asunto del aprendizaje de Taeyong.

―Ya está arreglado.
Jaehyun mantuvo su voz ligera, despreocupada.
―No deberías estar aquí, sino en el Pabellón Peonía. Me he ocupado de las cuentas de Taeyong ya. Él puede irse en cualquier momento que elijas recogerlo.

―Entonces supongo, ―dijo Sooman, con ojos penetrantes.
―¿que no tiene objeción en que cese sus... visitas... a usted? Porque una vez que sea mi aprendiz, ya no será un cortesano.

―Ten cuidado, doctor, ―dijo Jaehyun.
―Se podría pensar que te atreves a aconsejar a tu lord.

―Mis disculpas.

Jaehyun sintió su boca torcerse ligeramente.
―Taeyong no se disculpa por nada. Lo encuentro refrescante.

Sooman parpadeó hacia él, como ante algo inesperado.
―¿De verdad, mi lord?

―De verdad. Se hará un mejor médico que un cortesano, en todo caso. Ve. Reclámalo del Pabellón. No tienes más asuntos conmigo.

―Tal vez... ―dijo Sooman finalmente.
―Si me atrevería a aconsejar a mi lord otra vez...

―Sácalo, ―dijo Jaehyun con impaciencia.

―Entonces me permito recordarle a mi lord que no es inusual que los amigos se visiten unos a otros, o que los amantes se visiten unos a otros, independientemente de que sean -o no sean- cortesanos.

El pulso de Jaehyun saltó.
Apretó las manos sobre los brazos del sillón.
―¿Siempre hablas con acertijos, Sooman?

―A menudo he sido comparado con una esfinge.
Sooman dijo despreocupadamente.

―Sea o no sea inusual, será enteramente elección de Taeyong visitarme. No puedo tener ningún control sobre su vida, una vez que esté libre. Le debo al menos eso, después que él me salvó. Dos veces.

La expresión de Sooman se convirtió en una de aprobación por un momento.
―Es un hombre honorable, mi lord.

―No tan honorable como deseo ser.

Ya que Jaehyun estaba tentado aún a condenar este acuerdo conjunto de caballeros con Sooman y obligar a Taeyong a permanecer en el palacio. Estaba tentado, pero no lo haría porque algo en él sabía que rompería a Taeyong si le negaba esto, si le negaba su libertad.

Y Jaehyun no tenía ningún interés en romper a Taeyong.

Después de unos cuantos intercambios corteses, Sooman se marchó, al parecer al Pabellón Peonía.
Jaehyun envió un mensajero al burdel, para cancelar el llamado de Taeyong para la noche, y para todas las noches en adelante.
Taeyong no necesitaba regresar al palacio a partir de ese día.

No, a menos que él quisiera. ¿Y por qué habría de hacerlo?



****



Varios días pasaron sin Taeyong en la vida de Jaehyun.
Jaehyun se enterró a sí mismo en el trabajo, del cual había un montón, incluyendo erradicar seguidores de Siwon entre los cortesanos y exiliándolos.
También comenzó la larga y necesaria serie de reformas al sistema tributario y luchó con uñas y dientes para conseguir que pasaran por la corte.

Era sólo cuando regresaba a su habitación que sentía la ausencia, el vacío de la ausencia de Taeyong. A veces se masturbaba de manera rápida y con enojo, su puño volaba sobre su pene, el recuerdo de la nuca de Taeyong lo obsesionaba, la suavidad de la cara interna de sus muslos, la dulzura de su voz en el clímax.

Jaehyun ocasionalmente llegaba hasta el punto de pensar que debería ser capaz de encontrar otro cortesano, pero su estómago se irritaba ante la mera idea de tener a otro en su cama. ¿Qué clase de enfermedad era esta?
Asumía que Taeyong lo estaba haciendo bien. No envió a ningún sirviente para ver cómo estaba, para ver si estaba seguro y feliz.
Taeyong estaba probablemente ocupado aprendiendo sobre hierbas y cataplasmas, y vagando por la ciudad detrás de Sooman, sanando a la gente y vendando cortes y ayudando en los partos.
Jaehyun sabía lo suficiente sobre el aprendizaje para saber que el aprendiz compartía una casa con su maestro. Taeyong debía estar viviendo con el doctor ahora, tal vez extrañaba a sus amigos del burdel, quizá extrañaba las noches que pasó con Jaehyun...

No.
Tales pensamientos eran autoindulgentes. Y Jaehyun detestaba la autoindulgencia.



****



No esperaba que Taeyong lo visitara primero.
No es que él estuviera planeando visitarlo, no lo estaba, pero de todos modos se sobresaltó cuando Sooman reapareció con Taeyong a cuestas, entrando en el área común de la sala del trono, donde se reunía el público en general para hacer reclamaciones legales contra otros o para ver los procedimientos de la corte.

Jaehyun concluyó el caso actual en progreso, la queja de un granjero contra su vecino ladrón de vacas, antes de aplazar y dirigirse a la sala privada de bienvenida una vez más, donde luego convocó a Sooman y a Taeyong.

Jaehyun miró fijamente a Taeyong cuando entró en la habitación.
Taeyong se veía diferente de alguna manera, su postura era más erguida, más orgullosa, y esa confianza en sí mismo le quedaba bien. Parecía...

Taeyong se aclaró la garganta.
―Así que, um,― dijo.
―¿Cómo estás?

El corazón de Jaehyun se aceleró, pero no dejó que se mostrara.
―Bien. ¿Y tú?

La boca de Taeyong se abrió y se cerró.
Se sonrojó, por alguna razón, lo cual no hizo mucho para ayudar a las capacidades de concentración de Jaehyun. El rubor de Taeyong el mismo rojo tenue que siempre había sido, se derramaba por su cuello. La túnica que vestía se abría en la garganta, y Jaehyun podía ver el movimiento de la manzana de Adán de Taeyong.
¿Por nerviosismo? ¿O deseo?

―Espero, ―dijo Sooman, y ambos Jaehyun y Taeyong saltaron ante el recordatorio de su presencia, ―que perdone la intrusión, mi lord. Este muchacho tonto insistió en que estaba preocupado por su herida, y como médico, debería hacerle otra visita.

―Como médico, ―Jaehyun repitió torpemente.

Sooman tosió.
―Sí, bueno. No necesito examinarlo para ver que se está recuperando bastante bien, mi lord, ni puedo decir que soy mejor que el médico de la corte. Por lo tanto, mi consulta puede ser considerada finalizada antes de que haya comenzado. Mi aprendiz, sin embargo

Sooman le dio una pequeña sonrisa frugal a Taeyong

―Puede tener mucho que aprender inspeccionado una herida en curación.

―¡Señor!
Taeyong intervino, sonrojándose aún más furiosamente.

―Espero que se lo permita. En cuanto a mí, tengo que salir para ver a otro paciente que está gravemente enfermo. Si me disculpan.

Y luego, con una reverencia, Sooman se marchó.

Taeyong y Jaehyun miraron boquiabiertos tras de él.

―Bueno, ― Taeyong dijo después de un rato, ―ese fue Sooman para ti.

―Puedo ver que tú y él están bien adaptados como maestro y estudiante.

Tal vez demasiado bien adaptados, Jaehyun pensó con algo que rayaba en la envidia, pero se las arregló para reprimirla. Sooman era un hombre decente. No se aprovecharía de un estudiante, ciertamente, no como él mismo Jaehyun que se aprovechó de un simple sirviente.

―Sí, él es estupendo. Hablando de. Eh. Yo estaba, eh. Me estaba, eh, me preguntaba. ¿Cómo estabas? Con tu herida. Y todo.

―No es diferente de cómo estaba hace unos días, cuando me dejaste.

Jaehyun se dio cuenta de su error demasiado tarde.
―Cuando comenzaste tu aprendizaje, ―se corrigió.

―No lo hice...
Taeyong se pasó la mano por el pelo.
―No te dejé, ¿de acuerdo? Yo sólo... No hay razón por la que no pueda seguir visitándote, ¿verdad? ¿A menos que estés avergonzado de tener a un antiguo cortesano tuyo haciéndote una visita?

―No estoy avergonzado.
Jaehyun espetó.
―Si lo hubiera estado, no te habría contratado en primer lugar.

―Es bueno saberlo.
Taeyong asintió.
―Por cierto, ¿tienes a otro cortesano en mente, entonces? Puedo recomendar a Jungwoo.

―Detente, ―dijo Jaehyun.

―Pero...

―¡Detente!

Jaehyun se acercó, su corazón ya no estaba acelerado pero tronaba, con una peculiar mezcla de rabia que lo mareaba. Taeyong lo observó acercarse, con los ojos muy abiertos, pero no retrocedió cuando Jaehyun agarró su muñeca y tironeó de él hacia delante.

―No hay ningún otro que desee, y tú lo sabes.

―No lo sé...

Jaehyun levantó la cabeza de Taeyong y lo besó, duro y profundo, empujándolo hacia atrás hasta que Taeyong estuvo atrapado contra la puerta.
―Lo sabes.

―Jaehyun

Taeyong dijo vacilante, moviendo sus manos a los hombros de Jaehyun y aferrándose a ellos.

―Eres un hombre libre ahora, ―dijo Jaehyun.
―Puedes decir que no.

Taeyong tragó saliva.
―Dilo, ― Jaehyun gruñó.

―No lo haré.

―Eres...
Jaehyun cerró los ojos con irritación, y luego los abrió.
―Eres imposible.

―Um, en realidad, soy muy posible.
Taeyong mantuvo los hombros de Jaehyun apretados.
―Sólo pensé que deberías saberlo.

―¿Era éste el verdadero motivo por el que viniste aquí hoy?

―Estaba preocupado por ti. Aunque la idea de tenerte me pasaba por la mente. Repetidamente, incluso.

―¿Cuán repetidamente?
Jaehyun liberó la muñeca de Taeyong y deslizó sus manos hasta el culo del chico, ahuecándolo.
―¿Te has tocado pensando en mí?

―S-sí, ―dijo Taeyong con voz ronca.
―¿Tú?

―Sí, ―respondió Jaehyun.
―Todas las noches.

―Joder.
Taeyong lo acercó más, con las manos flotando en las caderas de Jaehyun.
―¿En qué piensas?

―En joderte.
Jaehyun se inclinó hasta que su boca rozó la oreja de Taeyong.
―En hacer que te vengas.

―¿Y?
La voz de Taeyong se hizo desigual también.

―Tenerte. Tenerte siempre.

Taeyong levantó la cabeza y besó a Jaehyun de nuevo, lo besó hambrientamente, y era tan dolorosamente bueno que Jaehyun gruñó, desatando los pantalones de Taeyong.

Taeyong se arqueó contra él, dejando que Jaehyun deslizara sus pantalones hasta los muslos, pero cuando Jaehyun se estremeció ante la presión sobre su herida, Taeyong se puso de rodillas.

―Espera.

―No vamos a hacer ninguna locura cuando todavía tienes una herida de puñalada curándose.

Jaehyun gimió con frustración.
―Taeyong.

―¿Qué, no quieres mi boca?

Jaehyun enroscó una mano en el pelo de Taeyong. Sus dedos temblaban de deseo.
―La quiero.

―Dime cómo quieres follarme luego, cuando estés mejor, ―dijo Taeyong, sus dedos temblaban en los cordones de Jaehyun, liberándolo finalmente.
―Dime.

―Voy a extenderte primero, ―dijo Jaehyun, jadeando.
―Te lameré una y otra vez hasta que estés resbaladizo para mí, hasta que estés gimiendo.

Taeyong gimió y tomó el pene de Jaehyun en su mano y abrió su boca sobre la punta.
Jaehyun se estremeció, cada tendón se apretó, sintiéndose incorpóreo cuando los labios carnosos y calientes de Taeyong se hundieron en su pene, centímetro a centímetro líquido, tomándolo dentro de su boca.

―Haré que supliques, ―Jaehyun dijo ásperamente.
―Por los dioses, haré que supliques, y luego te tomaré tan duro que te estremecerás, tan duro que te caerás a pedazos.

Taeyong chupó codiciosamente, cerrando los ojos como si estuviera imaginando todo lo que Jaehyun estaba diciendo, hasta el último detalle brillaba en su mente.

Cuando Taeyong bajó la mano para darse placer, las rodillas de Jaehyun amenazaron con doblarse, abrumado por la visión de su amante siendo impulsado a esto, estando tan perdido en esto sólo debido a las palabras de Jaehyun.

No, no sólo a las palabras de Jaehyun.
A las promesas de Jaehyun.

―Y entonces, ―Jaehyun continuó vertiginosamente.
―Cuando nos hayamos venido, te mantendré abierto con mis dedos, te mantendré relajado, y cuando esté listo, te tomaré otra vez.

Taeyong hizo un sonido bajo y trémulo, acarició su polla al ritmo de los movimientos de su boca, y era tan perfecto que todo lo que Jaehyun pudo hacer fue sacudirse y venirse.
Las pestañas de Taeyong cayeron cuando tragó, y el resplandor de su rostro era tan entusiasta, tan dulce, que Jaehyun se agachó para tocarlo con admiración, para trazar el estiramiento de los labios de Taeyong alrededor de su longitud.

―Ven aquí, ―dijo Jaehyun y levantó a Taeyong hasta que éste se apoyó contra él, jadeando.

Jaehyun besó esa boca magullada lentamente, sorbió su propio semen de ella mientras agarraba el pene de Taeyong y acariciaba al chico hasta que terminó, suavizando su agarre al final, haciéndolo tan ligero que Taeyong se estremeció en él, sacudiéndose justo en medio de su orgasmo, gimiendo en el cuello de Jaehyun.

Jaehyun atrapó a Taeyong cuando se hundió, y siguió besándolo, lamiendo el sabor del semen de la boca ajena, espeso, salado y exuberante.

Se besaron hasta que se quedaron sin aire y siguieron después de eso, de modo que cuando se separaron, estaban sin aliento.

―Ahora esto, ― Taeyong dijo sin aliento, ―era justo lo que el doctor ordenó.

Estaba sonriendo, la misma sonrisa que Jaehyun había pensado nunca sería dirigida a él de vuelta, y la visión de ella casi era demasiado, después de todo tal sensación, era demasiado para que Jaehyun la soportara.

Jaehyun envolvió sus brazos alrededor de Taeyong, y lo acercó aún más.
―¿Cuándo volverás?

―Cuando me sea posible. Yo, um, tengo que irme por unos tres meses, viajaré con Sooman a la capital del rey del norte, recolectaré conocimiento acerca de las hierbas en el camino. Pero estaré de vuelta después de eso. Si puedes esperar.

―¿Te parezco, ―Jaehyun preguntó, ―un hombre impaciente?

―¿Sí?
Taeyong dijo, y luego se río ante el ceño fruncido de Jaehyun.
―No. Eres el hombre más paciente del mundo, ¿de acuerdo? Relájate.

Jaehyun se relajó.
Se relajó totalmente hasta los huesos al parecer por primera vez en su vida al darse cuenta de que no tenía que dejar ir a Taeyong.

FIN

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Hola!

 Este capitulo se esta subiendo el 01 de Enero, así que les deseo un feliz año!

Hasta aquí llegan la historia, una vez más los créditos correspondientes a su autora y traductora.

Nos vemos en el epílogo... 



EL PRECIO || JAEYONGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora