Capítulo 3.

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Levanté al pequeño en mis brazos y me lo llevé a la cocina. Era muy enojón, hacía berrinches por todo.
Llegamos a la cocina y lo senté en una silla cualquiera, en la cual se sentó cruzando las piernitas como hombre mayor. Super tierno.
-Y dime ¿Cómo carajos es que terminaste así?.-pregunté abriendo el refrigerador para sacar algo de comer.
-Pues, diría que es una larga historia, señorita.-se escucha tan tierno con esa vocecita de bebé.
-Pues estoy dispuesta a escucharla, señor bebé.-contesté y me senté junto a él.
-Okay, en pocas palabras te diré esto. Mi vida no fue fácil, desde muy pequeño me mandaban a las calles con tal de no tenerme cerca, mis padres siempre peleaban y eso. Salía a las calles sin rumbos, pero unos amigos míos comenzaron a darme dosis de drogas, decían que eran Buenas para salir de todo tipo de problemas; así que decidí probar. Una vez probé me obsesione con ella. Me hacía sentir bien, fuera de mi mundo. Cada vez que llegaba a casa así, papá me botaba, aunque sólo me quedaba en la vereda. Mi adolescencia fue llena de drogas, me expulsaron más de cinco veces del colegio. Decidí a los dieciocho dejar mi obsesión por la droga, y así lo hice pero pronto ocurrió algo que partió mi corazón y fue la muerte de mamá, tanto papá como yo nos sentimos destrozados, llenos de ira. A la semana de la muerte de mamá comencé a comprar más droga, otra vez. Esta vez no era un solo tipo, eran varios. Mi papá ya no me aguantaba, me regañaba y amenazaba con botarme de la casa
Pero jamás lo hacía. Un día llegó a la casa con una mujer, esa mujer se convirtió en su esposa. Yo la odio y odiaba así que amenace a papá con que me iría para que así la bote a ella, pero la prefirió mil veces a ella que a mi. Salí de la casa y no tenía donde ir, peor aún, no tenía dinero para comer. Uno se mis amigos me acogió en su casa por algunos años, ya que seguimos juntos hasta que el decidió irse a estudiar a New York. Otra vez estaba perdido, sin dinero. Busqué una casa ya que mi amigo la había vendido, pero no encontré. Me dediqué a pedir dinero en la calle por un tiempo, pero todo el dinero que ganaba me lo gastaba en drogas y alcohol. Siquiera pase dos años así, es decir hasta los 22. Cuando me harté de la situación en la que me encontraba decidí robar, era mi última opción. Recuerdo aún que los dos primeros robos fueron fáciles, pero en el tercero cuando le quite una cartera a una señora, la policía me encontró. No era un delito tan grave, a duras penas me pusieron dos años de prisión. Salí de la cárcel y seguí con mi obsesión, pero recordé algo que me dijeron en la cárcel y era que había un muy buen hechicero, el podía cambiarte la vida para siempre. Hacer mejorar tu vida. Hacer que puedas ser feliz y sin preocupaciones. Y ser bebé fue lo único que cruzó por mi mente en ese instante. Así que lo hice, me arriesgué, perdí y aquí me tienes.-Terminó de contar, vaya que ha sufrido mucho.
-Yo... yo puedo ayudarte, si quieres.-me ofrecí.
-¿Ayudarme? ¿En qué?.-¡Que fastidioso!.
-En volver a ser como antes, ¿Sabes como puedes hacerlo?.-pregunté, tal vez haya una cura que nosotros no sabemos.
-No... no lo sé, jamás se lo pregunté.-miró hacia el piso, triste.
-No te preocupes, juntos descubriremos como.-dije sonriéndole lo más tiernamente posible.
-Pero, ¿y si antes me das un beso?
-Am... claro, ¿Por qué no le daría un beso a un bebé?.-me acerqué y le di un piquito en la boca, ya que la tenía estirada.-Ya no pidas más.
-También quiero que cuando vuelva a ser normal me beses así.
-Claro, si eres realmente guapo, tal vez.-reí.
-Claro que lo soy, ya verás.-se levantó de la silla y se fue.
-¿Dónde vas, pequeño?.-pregunté persiguiéndolo.
-A buscar al brujo, ¿Dónde más?.
-Tú solo no puedes ir, yo te acompañare.-dije poniéndome las botas rápidamente.
-No, además no tienes carro u otro transporte.
-Si, tengo moto.-dije moviendo mis llaves, se volteo a verme y sonrió.
-Entonces vamos.
Le puse un casco pequeño que encontré por ahí (se lo cogi a mi vecina) y se lo puse, mientras yo usaba el mío. Lo puse delante mío y Encendí la moto. Le dije que me dé la dirección y nos fuimos.
Yo iba Super rápido (como siempre) mientras que el pequeño iba asustado, no se por qué.
-¿Qué te pasa?.-pregunté gritando.
-¡¿CÓMO QUE QUÉ ME PASA?! ¡ME MATARAS!.-gritó, me daba risa verlo así.
Luego de cinco minutos llegamos a nuestro destino. Todo estaba oscuro y feo.
-¿Estás seguro de que es aquí?.-pregunté y solo obtuve un ligero movimiento de cabeza como respuesta.
Nos acercamos hacia una fea casa sin pintar y tocamos la puerta. Nadie nos contestó. Tocamos una y otra vez. Nadie nos contestó. Después de tantos llamados decidimos abrir, pero no habia nadie. Un buen hombre se acercó a nosotros y nos avisó.
-¿Buscan al brujo?.-preguntó el anciano.
-Si, ¿Po... -Me interrumpió.
-Él se cambio, ya no trabaja aquí.
-Pero...-comenzó a hablar el pequeñín.-¿Dónde está?.
-No sé, nadie sabe; sólo desapareció el y sus cosas un día, de repente.-dijo para luego irse y dejarnos con toda la intriga del mundo.
-Debemos buscarlo.-dijo el pequeñín.
-¡Ah! Todo esto es muy cansado.-dije, realmente lo era.
-Calma, cuando sea normal tendrás tu recompensa.-dijo tratando de "guiñarme" un ojo.
-Claro, con calma, todo con calma.-dije en tono de burla y creo que se dio cuenta.
Comenzó a sonar mi teléfono una y otra vez. Saqué el telefono para contestar y vi que era Jungkook. ¿Qué querrá ahora? Miré la hora, ¡Vaya que tarde!.
-¿Dónde estás?.-dijo casi... ¿Gritando?.
-Estoy haciendo algo importante, tú, ¿Dónde estás?.
-Estoy detrás tuyo, bruta.-¡Oh no! Había tomado de más. Esto no se pondrá lindo.

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⏰ Última actualización: Jun 22, 2015 ⏰

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