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—Vaya conversación más extraña. —comentó Evelyn y caminó hacía una de las cajas, pasando a un lado de Rose. — ¿Tienes el cúter por aquí? —cambió de tema, buscando entre los objetos. —Por cierto, me llevaré una caja.

—Está bien. —contestó Robbie, quien guardó su teléfono en su bolsillo y caminó hacía una de las cajas que tenía por encima el cúter. —Oh, aquí está el cúter.

Fue entonces que una idea le llegó a su cabeza; si Evelyn se mostraba escéptica ante la existencia de un fantasma proveniente de la muñeca, ¿qué reacción tendría al ver las cosas moverse por si mismas?

No estaba seguro de si eso era una buena idea, pues aquello significaba hacer enfurecer a Rose, tarea que resultaba ser muy sencilla, pero también significaba una cosa: Salvar su vida, o alguna parte de su cuerpo de ser mutilada. Para el colmo, Rose tenía ese extraño deseo de cortarle la yugular a alguien.

—Evelyn... —llamó Robbie. —Hace tiempo que quiero preguntarte algo. —comentó acercándose a su compañera y le entregó el cúter.

— ¿Qué cosa? —respondió.

— ¿Realmente crees en el fantasma de este piso? —quiso saber.

—No sé que pensar al respecto, desapareció como si nada. —contestó. —Tal vez solo eran ruidos de algun edificio de alado.

— ¿Y lo de la oficina de Serkins? —agregó, guiando su mirada hacía atrás, donde Rose flotaba en posición apoltronada y bostezaba continuamente.

—Robbie, no quiero sonar mal pero dudo un poco de eso. —dijo apenada.

—No te culpo, yo también lo haría... —coincidió. —Pero hablo en serio, no lo hice, ni si quiera tengo fuerza suficiente como para lanzar una pluma y que atraviese la pared.

— ¿Y un fantasma la tiene? —dijo con ironía.

—Creeme que sí. —contestó, luego se acercó y le susurró. —Si la haces enojar.

— ¿Qué? —dijo mucho más confundida. — ¿Ahora dices que es mujer?

—Sí. —afirmó. —Es muy fastidiosa y no deja de seguirme. —se quejó. —De hecho, está detrás de ti. —anunció, Evelyn volteó hacía atrás, pero ella no era capaz de ver a Rose.

—Que gracioso. —dijo con un gesto de molestia. Tomó una caja y caminó hacía las escaleras.

—No estoy bromeando. —insistió. —Solo no puedes verla.

—Ya lo creo. —dijo sarcástica, y se detuvo por un momento. Robbie se mostraba algo desesperado y pedía a murmuros que Rose hiciera cualquier cosa que demostrara que ella estaba ahí, aunque esta última renegaba y no lo hacía.

—De verdad. —volvió a insistir. —Siempre se queja porque no le permito que mueva las cosas y grite. Ahora que puede, no quiere hacerlo. —explicó, luego la idea vino a su cabeza, no había más opción que hacer molestar a Rose. —Las banshee son complicadas.

— ¿Las qué? —preguntó Evelyn, nunca había escuchado ese concepto. Mientras que Robbie lograba ver el semblante molesto de Rose, quien le había dicho: «¿Disculpa?». Con un notorio gesto de molestia.

—Son fantasmas que toman la forma de una mujer vieja. —insinuó Robbie, quien pudo ver como los ojos de Rose cambiaban a un rojo más intenso. —Y gritan tan fuerte que quitan las ganas de vivir. —continuó. —Y te aconsejo que busquemos un escondite.

¡Bingo! Rose estaba tan furiosa que parecía estar a nada de asesinar a alguien, y ese alguien sería Robbie. Algunas cosas comenzaron a levitar y volar de un lado a otro a la velocidad de una estrella fugaz, mientras que otras extrañamente afiladas volaban en dirección de Robbie y Evelyn, quienes corrieron y se ocultaron detrás de un horrendo sofá de color verde.

Sombras De MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora