En ese momento Robbie se había quedado sin palabras, no sabía como explicar como es que de repente todo había comenzado a moverse de un lado a otro sin que lo tacharan como un loco. Estaba aliviado de que esa muñeca estuviera intacta de milagro o de lo contrario sería la razón por la que despedirían a los tres, aunque en ese mismo momento quería tomarla y lanzarla contra la pared.
—N... No lo sé. —contestó Robbie, y se alejó del libro, mientras que la muñeca había dejado de mover los ojos.
—Vaya... —murmuró Evelyn, quien analizaba fijamente la pluma de fuente clavada en la pared.
— ¡Perfecto! Serkins nos va a despedir, muchas gracias rarito. —reclamó Zerek.
—Yo no lo hice. —protestó. —Fue la muñeca.
— ¡¿Qué?! —comenzó a reir a carcajadas. —Una muñeca no puede hacer eso.
—Hablo en serio, esa muñeca no es normal.
— ¿Qué quieres decir con "No es normal"? —preguntó Evelyn.
Robbie comenzó a contar todo lo que había ocurrido, iniciando desde el evento de la mano hasta lo más reciente, los extraños dibujos del libro y los peculiares ojos de la muñeca. Zerek se mantenía escéptico ante el testimonio de Robbie.
Evelyn que era de mente más abierta que su querido compañero, también se mantenía un poco dudosa. Poco después, el señor Serkins había vuelto a la tienda y para sorpresa de los tres, no se dedicó a hacer preguntas o si quiera regañarlos. Lo único que ordenó fue que volvieran a sus puestos, salvo Evelyn.
Zerek y Robbie bajaron a la planta principal, donde habían cerca de tres personas que esperaban ser atendidas. Una de ellas buscaba vender una moneda de cerca de 100 años, otra le interesaba comprar una olla oxidada y a la última lee interesaba un poster de una película de 1897.
Había pasado cerca de una hora cuando vieron a Evelyn bajar las escaleras, como si nada hubiera ocurrido. Zerek alguna vez había mencionado que Evelyn no solía demostrar su molestia cuando discutían o Serkins les daba un sermón, salvo cuando él la sacaba de sus casillas y ella le regala un buen golpe como consecuencia.
Al llegar las 8:00 pm, Robbie caminaba al departamento junto con Zerek, bajo la lluvia, hacía un frío horrible y parecía que su compañero moriría allí mismo de frío al no llevar ninguna chamarra.
— ¡Oye, tonto! —llamó alguien a sus espaldas. Ambos voltearon y vieron a Evelyn caminando hacía ellos con un paraguas en una mano mientras que en la otra sostenía una chamarra.
—Te habla a ti. —dijo Zerek a Robbie.
—Al menos traje chamarra. —se defendió.
—Te estoy diciendo a ti bobo. —le habló Evelyn a Zerek y le entregó la chamarra. —Serkins me pidió que te la diera.
—Gracias... —apretó los labios y miró a otro lado. Se puso el abrigo y los tres continuaron caminando.
—Siento que te regañaran por mi culpa. —dijo apenado, Robbie.
—No hubo ningún regaño, Serkins quería que le ayudara a acomodar a Rose en su vitrina. —aclaró. —Ni si quiera le importó el desastre de su oficina.
—Eso sí que es raro. —comentó Zerek.
—Un poco, sí. —afirmó Evelyn.
Cuando llegaron a los edificios departamentales, ambos se despidieron de Evelyn y entraron a su respectivo departamento. Zerek caminó a su habitación y Robbie a la suya, acomodo su abrigo e intentó calentar sus manos. Aquel día había sido el más extraño y tenso de su vida.

ESTÁS LEYENDO
Sombras De Medianoche
ParanormalRobbie es un joven con una habilidad increíble para poder ver fantasmas. A sus 23 años, se muda a la ciudad de Chicago y posteriormente encuentra trabajo en una peculiar tienda de antigüedades, pero nunca pensó que en aquella tienda habría algo que...